¿Qué más da?
Se preguntó Raúl antes de lanzar la moneda al aire.
A final de cuentas, Dios es justo, no había mejor oponente contra el cuál apostar su Suerte.
Así que pactó con El Divino y en un vaivén de la moneda que pareció más largo que todo el tiempo de su vida por duplicado; terminó por comprender que perder, es una de las cosas que Dios no puede hacer.