Si alguien pensó que el coronavirus terminaría con el mundo, parece lo que sucedió terminó por rebasar su funesta imaginación.
A decir verdad, la culpa no fue del virus, sino más bien de un bromista, un artista para llamar a las cosas por su nombre.
Resulta que como obra inolvidable se le ocurrió ponerle mascarillas con distintas expresiones de emoticones a las cabezas de la isla de Pascua. La noticia causó sensación, por un par de días reventó las redes sociales con sus fotografías y lo bien lograda que estuvo su jugada.
El problema sucedió a la semana, ya que los pobres titanes de la isla de Pascua murieron asfixiados, su cuerpo que componía un 10% de la masa del planeta sucumbió por falta de oxígeno, creando un boquete que terminó por tragarse gran parte del mar. Esto, como era de esperarse, sacó a la Tierra de su órbita, y nos condenó a todos a vagar eternamente por el vacío infinito.