Soñando

Enrique, se había convertido en amo y señor de los sueños lúcidos. Llevaba ya más de tres añios soñando día a día lo que le placía. Tenía un plan bien elaborado y una construcción a medio terminar del reino que le reconocía como profeta y libertador.

Aquella noche, soñó que adquiría el poder absoluto sobre sus sueños, y lo pirmero que hizo, fue adquirir control sobre la realidad, sobre su cuerpo y lo que le da la vida.

Así, Enrique, aquella noche soñó todo lo que deseaba, en un tiempo infinito, que se podía alargar o acortar tanto como le placiera, fue así como Enrique, soñó con no volvió a despertar jamás. Y lo consiguió.