Tal vez a nadie se le hubo ocurrido en ningún momento de la historia, tal vez sí, a estas alturas ya nada importa. Nadie imaginó que para destruir el mundo solo hizo falta una idea. Ésta fue escuchada por todos los habitantes del planeta, la mayoría corrió a realizarla; la otra parte corrió a evitar que se actualizara, fue tal su impacto, que ninguna de las muchas otras ideas o modos de pensar fueron escuchados, a final de cuentas no sirvieron de nada. Tanto hombres como mujeres se entregaron a la guerra sin siquiera pensarlo, y fue así como el progreso del pensamiento terminó por canibalizarse a sí mismo.