28 – El opinador

«The blizzard, the blizzard of the world
Has crossed the threshold
And it’s overturned
The order of the soul».

A finales de mes tuve que viajar a una tierra helada y verde poblada por una gente orgullosa. Aprecian su lengua, su escritura y –cosa extraña solamente en estos días–, son abiertos en su apoyo a las grandes hazañas militares. Los lugareños llenan los árboles de listones y amuletos cuando está por llegar la primavera y aún en algunos permanecen estos como vestigios de la esperanza del pasado año cuando ya está por terminar. Curiosamente comparten con la rosca de Reyes, o «roscón» en España, la costumbre de comer un pan en el que introducen sorpresas: en este caso se trata de monedas o pedazos de madera que auspician buenas suertes para el año que viene: fortuna en la aventura o el amor, abundancia de bienes y demás. El caso me dio curiosidad y averigüé que hay quienes creen que tiene sus raíces en las saturnales romanas. Un ejemplo de la relación está en que los españoles introducen un haba seca en el roscón y, si bien quien la encuentra hoy debe pagarlo, mucho antes quien corriera esta suerte era llamado «el rey de la faba» y por un día mandaba con total autoridad sobre quien fuera, tal como el trastoque del orden que en las orgías saturnales era celebrado con consecuencias presumiblemente divertidísimas: subordinados dando órdenes de lo más intransigentes y jefes obedeciendo cualquier medida de ridiculez sin protestar no puede llevar al aburrimiento.

El mito de la era de Saturno, o Cronos, es fascinante y me ha ocupado bastante la imaginación. Por un lado, están las imágenes de lo vuelto de cabeza que hacen que uno vea su mundo y sienta que las cosas están en un orden de lo más afortunado: mejor que no brotemos de la tierra ni que se nos pasen los días perdiendo las arrugas con el Sol poniéndose al oriente. Parecerse más a la papa y a la zanahoria tiene como horrible consecuencia no poder reconocer ni padre ni madre tampoco. La autoridad es la del capricho y la tradición se muda a diario. Por el otro lado, también parece que lo que muchos antes se habían figurado como absurdo y descabezado es en realidad una cosa de lo más común para nosotros. O algo así se asemeja donde todo mundo opina lo que le venga en gana y le anda mandando a todos qué hacer, aunque no tenga ni idea de lo que habla. Cefalópodos son los simpáticos (y algunos muy sabrosos) animalitos que tienen patas en la cabeza, pero bien podrían ser muchas personas que andan por ahí con la cabeza en la tierra y hablando con las patas. Con tantas oportunidades para compartir una opinión, ya parece que estamos constantemente en un concurso a ver quién opina más sobre más cosas, y mejor mientras menos profundamente las conozca. A veces hay que recordarle a algunos que no es su obligación cívica decirnos la primera cosa que se les vino a la cabeza. Pero bueno, a propósito de pulpos y otros organismos camuflageantes, hablé con uno que se hacía pasar por alguien muy conocedor y que por supuesto opinaba de todo tema con esa soltura que sólo puede otorgar la seguridad en uno mismo. Un amigo suyo, que con los días se hizo mío también, fue quien me contó del pan festivo y nos invitó a convidarlo (¿a poco no es maravillante lo raro que se nos hace pensar en comer un pan así estando solos?). Pero lo que al pulpiforme le interesaba no era la celebración de lo sacro sino, al contrario, la ocultación de su significado. Él decía que la única sorpresa provechosa que él reconocería al salirle un amuleto del pan, sería la de la salud. «Cualquiera de las otras ya viene incluída en la fuerza», añadió. ¿La salud es fuerza? Discutimos al respecto. Por supuesto que hay un sentido en el que lo es y negarlo sería deshonesto. No lo hice. Lo que hice fue reclamar que confundir ser vivo con cuerpo era absurdo, lo era también confundir vitalidad con violencia, y todo eso además indignante (y profano, pero eso no lo dije). Pero es su interés por imponer sobre reglas, órdenes, regímenes y demás estructuras la voluntad, la apropiación de todo bajo el control propio y a contentillo, lo que organizaba desde la fuente tal idea de fuerza. Y opinar sobre todo es, por supuesto, solo una forma más de controlarlo todo, de tener los tentáculos extendidos asiendo lo alto, lo bajo y lo que quede en medio. Finalmente ligaba con tal cercanía el bien a la salud corporal que uno podría reducir todo conflicto humano a alguna clase de impacto, al arremeter de un ariete contra algún muro. Pero es que tal vez el orden ya se volteó, como nos lo advirtió Leonard Cohen cuando vio el futuro, y ahora nos es imposible darnos cuenta de lo que está al revés. El peligro es que no podamos saber ya nunca si somos almas con cuerpo o cuerpos con alma. Durante la discusión el argumento sufrió varias violencias y el resbaladizo conocedor, que era extraordinariamente hábil para manifestar toda suerte de datos obtenidos de estudios de la fisiología humana, señaló que la dicotomía anterior era una falsedad vulgar: no podríamos ser ni lo uno ni lo otro, porque no hay cuerpos o almas. «Lo que hay es máquinas». Desde la maquinaria chiquitita que lubrica a las partículas subatómicas para formar redes que expanden y contraen tiempo y espacio a lo largo de todo el universo, hasta las complejísimas máquinas que se ayudan de herramientas simples para cavar huecos donde enterrar a sus muertos. Y escuchando yo me preguntaba cómo había sido que esta tierra helada con vestigios de paganismo en sus rituales cristianos, con un ánimo despierto a la inclemencia de los inviernos y postrado en la esperanza de la primavera venidera, hubiera cosechado semejante mezcla de severidad de opinión y molicie de razón. Y por cierto, escuchaba además con algo de disgusto. A mí no me salió nada en el pan.

Proteófilo Cantejero

Ensoñaciones

Respira profundo, permite que la calma inunde tus pulmones. Mañana que eespiertes seguirás soñando, inmerso en tu mundo único y apartado de lo que hoy todavía es nuestro planeta.

Los invasores nos han traído paz, sueños lúcidos y y una tranquilidad de la que no trascenderemos jamás. Así que sueña, da gracias al cielo y reza por todos nosotros, que jamás nos volveremos a ver más que en tu imaginación ahora perpetuada.

Mientras la vida dura

Mientras la vida dura nos dedicamos a pasar el tiempo, sin pensar en que eso a lo que llamamos vida se terminará algún día, sin aviso, sin agendas, sin tiempos comprensibles por nosotros.

Mientras la vida dura, aprendemos poco a poco a ver que los tiempos de Dios son perfectos, que sus designios son insondables y que su amor es infinito.

No entendemos lo que pasa con nosotros, no entendemos lo que somos o porqué nos salvamos, pero de alguna manera podemos ver que siempre hay amor y esperanza cuando se tiene fe, mientras la vida dura.

Maigo

¿Cómo han pasado los años?

¿Qué es la edad? La pregunta tiene la cualidad de nunca ofrecer una respuesta satisfactoria, mucho menos una que pueda compartirse. Eso nos hace sospechar que se trata de una pregunta importante. La hacemos una vez, luego otra, creemos poder saber lo suficiente para responderla, pues el incremento de años en nosotros (de edad, se dice constantemente) nos vuelve más propensos a la arrogancia de creer que sabemos tanto de la vida que tenemos respuestas como monedas, pero aumentan los años y aumentan las dudas. Un corazón joven ha pasado la medición de cincuenta años como se cierra la juventud en otro a los cinco. Ambos bombean sangre; ambos viven. Pero es obvio que algo los distancia, que algo visiblemente los distingue.

Como toda medición, la edad no está exenta de nuestra arrogancia de querer controlarla. Creemos que se tiene poca edad por hacer lo que el común de los jóvenes hace. Es joven quien sale a tantas fiestas como la cantidad de enfermedades con las que carga. Se cree que no se carga con mucha edad porque se parece de pocos años. Las cremas, tratamientos, maquillajes, tintes, suplementos alimenticios, hilos, inyecciones y cirugías pláticas controlan nuestra edad como propician nuestro ahorro. Las estratagemas rejuvenecedoras a veces funcionan, pero sólo en apariencia. El alma no puede rejuvenecer. Hay cualidades que no podemos controlar. Por eso resulta tan extraño el adulto-joven (en México usamos el oxímoron chavorruco para referirnos a ellos) entre los que tienen el alma joven.

Si bien es difícil saber qué es el alma y qué el cuerpo, pues nunca sabemos dónde empieza una y dónde termina el otro, o cuál función claramente es de uno y cuál de otra, una cirugía plástica no quita años más que a las fotos. La persona de cuarenta años no va a tomar una decisión como la que tomaba a los treinta porque una cirugía o cualquier otro tratamiento le hayan ayudado a verse como si tuviera esa edad. Esa alma ha tomado decisiones que la han cambiado, pese a que pueda no aparentarlo o manifestarlo en su cuerpo.

El misterio de la relación del alma y el cuerpo podría pensarse preguntando ¿qué es la edad? Pero eso, por más que suene a tema temido por su extrema complejidad, no lo vuelve absolutamente incomprensible. Porque esa pregunta no tiene que ver con el febril afán de rejuvenecer. Sino con entender qué clase de vida se ha llevado; qué circunstancias son decisivas para comprendernos; cómo nos conocemos a nosotros mismos a partir de lo que hemos querido hacer. Aquí ya contradije algo que dije previamente, pues hasta el chavorruco podría ser joven si se autoconoce lo suficiente como para saber que es bueno para él ser chavorruco (aunque esto podría sonar contradictorio). ¿Habrá quien ame ser chavorruco? Tal vez la edad se relaciona con lo que amamos hacer; lo que amamos hacer, lo que sabemos que es bueno hacer, no es una cuestión de vanidad. El amor, finalmente, es uno de los misterios que principalmente se manifiestan en la misteriosa relación entre el cuerpo y el alma. El amor nos ayuda a entender lo que somos.

Yaddir

Intercambios

Las mujeres que por capricho desearon en otros tiempos convertirse en volcanes, decidieron que había llegado la hora de reclamar la tierra como suya.

La tierra se cimbró una mañana cualquiera, y de los montes que siempre estuvieron ahí, brotaron furiosas aquellas lejanas feminidades ahora, convertidas de nuevo a capricho en dinosaurios. Habían decidido que era hora de convertirnos a todos en cenizas.

El mundo agotado

Mundo agotado

El mundo está agotado

su esperanza se acabó,

el agua de vida no mana

el manantial se secó.

El mundo está agotado

porque el desierto creció,

la fe quedó por un lado

sólo el llanto se quedó.

El mundo está agotado

vida nueva no hay más,

sólo muerte ha quedado

sin Cristo al hombre verás.

El mundo está agotado

por su gran falta de fe

el descanso es vedado

sólo vemos lo que ya fue.

Sin Dios el hombre muere,

poderoso se sintió.

Hoy el hombre solo perece

Su soberbia así lo dejó.

El mundo está agotado.

El hombre está cansado.

Dios está abandonado.

 Y sólo la soberbia quedó.

Maigo

La dificultad de ser político

No es fácil ser político. No lo digo por las presiones que ejercen los poderes de la oposición (llámese partido político o pueblo sometido, entre otros). Estar siempre en la mira, con la idea de que dependen de su reputación y que cualquier error podría costarles su carrera política (a lo largo de la historia, un pequeño error, el más pequeño, les ha costado la vida a los líderes públicos más queridos). Esto tiene como consecuencia que los servidores públicos deban justificar la más mínima acción tanto de sus funciones como de circunstancias ajenas. No son libres. Tampoco me refiero a que para llegar a sus puestos deban congraciarse con sus semejantes, pasando y reinventándose, en más ocasiones de las que podrían ser recordadas, muchos límites. La dificultad de saber tomar decisiones que afectan a miles de personas pondría en el borde de la locura a no pocas personas. Los políticos viven constantemente estresados. Pero esa no es la mayor de sus dificultades. La más grande de todas, resulta impresionante que alguien pueda vivir con ella, es que deben encarnar la contradicción. Representan las tres clases de contradicciones posibles entre discurso y acción: hacen una cosa y dicen otra; dicen una cosa y dicen otra; hacen una cosa y hacen otra. Su convicción es superar sus convicciones al anularlas en un movimiento dialéctico de lo más elevado. Si encima esto los vuelve felices, realizan algo que lógicamente parece imposible. Por eso no me cabe en la cabeza como hay quienes les reprochan tantas malas decisiones, tantos enredos, tantos escándalos. Su vida no ha de ser fácil. Quizás el misterio encuentre su resolución en que su vida no es una vida como la de cualquiera. Ni siquiera es semejante a la de los artistas. Los políticos no son humanos.

Yaddir