Intercambios

Las mujeres que por capricho desearon en otros tiempos convertirse en volcanes, decidieron que había llegado la hora de reclamar la tierra como suya.

La tierra se cimbró una mañana cualquiera, y de los montes que siempre estuvieron ahí, brotaron furiosas aquellas lejanas feminidades ahora, convertidas de nuevo a capricho en dinosaurios. Habían decidido que era hora de convertirnos a todos en cenizas.

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