Los que nos quedamos

Distinta es la suerte de los que nos quedamos en el tiempo, olvidados de todos y de todo, algunos consideran que es triste porque no jalamos para el mismo sitio, porque no vemos el mundo como lo ven los demás.

Yo creo que los demás, los que sí partieron lo hicieron deslumbrados por la luz que estaba lampareandoles los ojos desde hace tiempo.

Los demás decidimos quedarnos, bueno, no todos, algunos no alcanzaron a subirse al último tren hacia la luz… esa luz que dejaba ciegos a bastantes y que los hacía agachar la cerviz con tanta frecuencia.

Muchos se lamentan de que no pudieron subir al tren, dicen que era muy rápido, otros agradecemos no estar con la mirada gacha observando esa luz rápida, deslumbrante y tan llena de productividades.

La suerte de los que nos quedamos es diferente, no necesariamente mala, batallamos sí porque no nos resulta tan cómodo encontrar lo que necesitamos, pero quíen no batalla en este mundo.

Se puede decir que me está gustando esa mala suerte de los que nos quedamos resagados ante la velocidad del tren, quizá porque a veces cuando llega a haber una noche despejada veo las estrellas y me doy cuenta de que no hay tanta diferencia entre los que se fueron y los que nos quedamos.

Quizá la única diferencia radica en la dirección que tiene nuestra mirada, supongo que los afortunados en realidad son los que pueden voltear hacia donde quieren, pero eso es imposible estando dentro de esta cueva obscura, a la que a veces llegan chispazos de eternidad.

Maigo.