No hay mayor enemigo para un tirano que el tiempo, porque en algún sentido somos nosotros los que decidimos en qué ocuparlo, cómo gastarlo y en qué aprovecharlo.
El tirano siempre piensa a futuro, nunca ve lo que es y si acaso gira la vista lo hace hacia el pasado para quejarse, o para vanagloriarse.
Nuestro tiempo se agota y a veces queremos pasar la vida como si no fuera esto posible, al menos así lo ven los tiranos que siempre necesitan tiempo, piden tiempo para hacer lo que prometen, piden tiempo para mostrarse diferentes, piden tiempo para todo y pensando en lo que vendrá dejan lo que ya es.
Cierran los ojos y se tapan los oídos diciendo que todo está bien porque sólo es cuestión de tiempo. Pero, no se dan cuenta de que no hay enemigo más poderoso que ese tiempo que piden, porque el tiempo pasa y ese tiempo que piden y creen concederse se acaba con facilidad.
Lástima de aquellos que viven vendiendo esperanza, porque no se dan cuenta de lo desesperanzados que viven, rogando al tiempo que no pase, que no se les acabe nunca, suplicándole al tiempo que sea más lento y viendo con tristeza como es que su tiempo se acaba y su vida pasa de ser pieza a retazo, y de retazo a hilacha.
En definitiva, no hay mejor enemigo para un Tirano que el tiempo, pues aunque quiere controlarlo todo se le pasa intentar controlarse a sí mismo, de modo que se pierde a sí mismo y sólo pierde su tiempo.
Maigo