¿Quién es…quién mató al sueño?

Fair is foul, and foul is fair:

Hover through the fog and filthy air.

Shakespeare.

Se dice del engañado por las brujas en el bosque, quien alguna vez soñó con cambiar el mundo, y para hacerlo acabó con el régimen pasado, mientras lo alojaba en palacio, que fue un tonto y un malvado, porque pensó que con el asesinato todo lo había cambiado.

Macbeth, mató al sueño al buscar poseer la corona de Duncan, cazó y culpó a inocentes muchachos para lavar su culpa, el bosque lo persiguió y se movió hasta sus almenas y el pobre mortal perdió lo que pensó era una promesa.

Qué bueno que esos engaños de brujas funestas, sólo funcionan con quienes confunden a las seguidoras de Hécate con inocentes sirenas; si es que la inocencia cabe en esas criaturas que no aparecen en los páramos desiertos sino entre las turbulentas aguas.

La muerte de Duncan no fue en vano si es que los hombres sensatos aprenden a no esperar cambios que sólo se fundan en el discurso vano.

Quién fue Macbeth es algo que sólo sabemos por el engaño que las brujas muy divertidas le hicieron, lo que para ellas es comedia para el pobre iluso es una tragedia.

Pero, ahora los hombres no confunden lo justo con lo mezquino, pues saben que las brujas engañan y que hablar en los salones de los palacios desde la mañana no es señal de un buen sueño, sino de insomnio.

Sólo los ingenuos creen que todo el que madruga logró dormir bien.

Maigo

Un sueño

Tuve un sueño que no era un sueño. ¿Dormí o sólo empecé a divagar? Una amiga, a la que no veo desde hace cinco años, me dijo que no podía más con los problemas de su vida. La declaración me movió a la preocupación. Me sorprendí de saberme ajeno a la sorpresa. ¿La justifiqué?, ¿me di cuenta que ella dijo eso sin intenciones de lesionarse, sólo como una reacción de desahogo? ¿Por qué en mi sueño ella tenía un aspecto casi infantil, como el que seguro tuvo cinco años antes de conocerme? Nada tenía sentido y todo lo tenía. Porque era un sueño. No se regía con la lógica con la que supuestamente categorizamos lo que suponemos es nuestra realidad; sinceramente creo que nuestra realidad es tan nuestra como las historias que vemos en televisión. Después de mucho navegar en mis ideas todo cobró sentido. Todo lo del sueño, por supuesto. Mi realidad estaba más inmiscuida de lo que creía. Cuando, estando despierto, me acucian las preocupaciones, la mejor manera de aplacarlas es resolviéndolas. Pero si son preocupaciones que no está en mis manos resolver, el escuchar a otro, intentar entenderlo y darle alguna opinión, me ayuda a mí tanto o más que a ese otro. En breve, las preocupaciones de mi amiga eran las mías, más un dejo de exageración onírica. Le marqué para comunicárselas y cerrar el círculo.

Yaddir

Belleza extinta

Se dice que la belleza es un bien efímero, que con la edad se va terminando ese tesoro que viene acompañado de la juventud.

Las personas que así piensan, que es una mayoría, se ven en el espejo y lloran por lo que se ha ido, o más bien por lo que se ha ido añadiendo al lienzo, ese rostro que en algún momento estaba libre de marcas.

Se dice que la belleza es un bien efímero, porque las cosas bellas suelen durar poco, el tiempo hace lo propio y las flores de la primavera se marchitan, llegan las lluvias veraniegas y los frutos se asoman para después dar paso a las otoñales hojas y a los fríos inviernos.

Se afirma el final de la belleza, como se afirma la fealdad de los inviernos y la falta de gusto en los otoños, la añoranza por las lluvias veraniegas y el anhelo por las primaverales flores.

Pero, no hay nada más falso que el carácter efímero de lo bello, porque lo bello en realidad perdura, sólo que con el tiempo olvidamos que la eternidad no es visible y que las amistades se forman con el tiempo.

Se miente sobre lo bello para que admiremos lo que es bonito como si sólo eso fuera verdadero, pero dejamos de lado lo noble, lo valioso y duradero, como la posibilidad de ver la belleza de las flores sin tener que destruirlas para ello.

Cuando niña yo cortaba a las flores, y las hacía marchitar más rápido sin darme cuenta de mi crueldad.

Ahora con admirarlas soy feliz, porque entiendo que lo bello se esconde en su temporalidad, en su fragancia y en su capacidad para guardarse en mi memoria, ese extraño baúl que atesora rayos de sol.

Se dice mucho sobre lo bello, pero en mucho de lo que se dice olvidamos lo que esto es, y lo confundimos con lo que atrae para pasar el rato, lo que es efímero, lo que es ligero y que es propenso a que se lo lleve el viento.

No entendemos qué es lo bello, porque ya no volteamos a verlo, y no lo miramos siquiera porque no entendemos que lo bello no se encierra entre lo nuevo, lo bello es un chispazo de la eternidad que nos rodea.

Maigo

Libertad presa

Vivimos con más ideas de libertad que con libertad de hecho. Somos libres para pensar, no somos libres para actuar. No es exclusivamente una idea la falta de actuar libremente. Pensemos nuestra experiencia cotidiana, lo que más hacemos, lo que tenemos más a la mano. Debemos trabajar la mayor parte de la semana. Algunos lo hacen cinco días, otros seis, los más afortunados de a uno a tres días, y los menos afortunados son esclavos casi sin darse cuenta. Los trabajadores debemos ir por caminos o carreteras sometidos al tránsito, a los choques, a los conductores alocados, o a cualquier otro imprevisto. El dinero que ganamos no podemos decidirlo por entero, tampoco su valor. Las actividades que realizamos en el lugar donde trabajamos tampoco podemos determinarlas. El tiempo que dura una jornada laboral depende de nuestro jefe directo, y del jefe de éste y así sucesivamente hasta llegar a la competitividad de las empresas. Lo que media entre nosotros y las empresas son los contratos y el dinero. Naturalmente nos vemos impelidos a satisfacer nuestras necesidades básicas; para ello necesitamos el dinero. En qué podemos trabajar depende de nuestras capacidades y las opciones disponibles en las que aplicamos lo que sabemos. A qué dedicar nuestras capacidades depende en parte de nuestra voluntad, de nuestra vocación, y en parte de nuestra necesidad o lo que creemos que necesitamos. Tales creencias, así como las opciones en las que podemos trabajar, la competitividad entre las empresas y el valor del dinero no dependen de lo que cada uno quiere y decide, dependen del progreso. ¿De quién depende el progreso? Estoy seguro que necesitamos al progreso, pero el progreso no nos necesita a nosotros. La libertad perfecta es una idea.

Yaddir

Resfriado clasemediero

Los seres humanos nos resfriamos con frecuencia. El catarro es nuestro compañero durante muchas temporadas de nuestra existencia, es raro el año que pasamos sin tener resfriado.

Pobres, ricos y clase media padecen este mal común, hasta donde tengo entendido la gripe no distingue tanto, aunque sí hay diferencias entre cómo se vive la angustia y malestar de algo tan común como el catarro.

Las sensaciones se maximizan durante esas épocas en las que nos cuesta trabajo, ver, oler y a veces hasta escuchar. Sin tres de nuestros habituales sentidos sólo nos quedan dos para trabajar.

El sentido del gusto trabaja a medias, porque al no tener tan buen olfato a causa de la gripe, los sabores no llegan tan bien, aunque eso no impide que resulta agradable el sabor de los calditos o la sensación de tomar algo caliente cuando el frío parece invadir todo el cuerpo.

El tacto, en cambio parece agudizarse, cuando tenemos gripe, todo es molesto al tacto, se tiene más frío o más calor de lo habitual, se siente con anhelo la caricia de mamá cuando somos niños y se siente el dolor de su ausencia cuando se retira de nuestro lado, no importa la edad, no importa la condición o la economía cuando de la madre se trata, las sensaciones son compartidas.

La gripe es fea, a nadie le gusta estar enfermo, no importa, si eres pobre, rico o clasemediero, en eso todos estamos de acuerdo.

Al menos hasta donde me doy cuenta, el resfriado nos obliga a seguir con la vida, las acciones en la bolsa siguen cambiando, la necesidad de trabajar sigue estando ahí y el deber de buscar qué comer nos obliga a todos a salir.

Pero el resfriado nos exige el aislamiento, para evitar hacer daño a los demás, y aunque no siempre es posible porque no resulta del todo inutilizante, el resfriado nos hace buscar como nunca la reconfortante compañía del otro.

Pero hay de gripes a gripes, algunas son peores que nunca, porque ni siquiera nos permiten la mitad de un sentido del gusto, y menos el consuelo de ser acompañados por la caricia materna, dejan solo al enfermo y al que no ha enfermado lo sumergen en la desesperación.

Esas infecciones se vuelven peores en tanto que aíslan a las comunidades y más cuando dividen a las sociedades y ponen a los que buscan cuidar a los otros en contra de los que no tienen culpa y han enfermado.

Ante el desconocimiento de cómo son las enfermedades se busca culpar al enfermo y señalar que éste en algún sentido fue culpable de enfermar, pero pensar que la gripe es un castigo divino bien puede ser una exageración y un intento por separar a los puros de los impuros sin saber qué es lo que ve Dios en el corazón de los hombres sanos o enfermos.

Se dice que en primavera se da la presencia de resfriados que se extienden hasta el verano, el otoño, el invierno y dan la vuelta al mundo en cada estación del año.

Lo malo es que con esos resfriados la vuelta sigue haciendo daño, aunque con flores se despida a los acólitos de la separación entre enfermos y sanos. Me parece que la gripe da a todos los seres humanos, sin importar las condiciones morales, si se trata de castigos o no, no es algo que pueda afirmar.

Hace más de un año, la humanidad sufre por una gripe que nos obliga a aislarnos, es mortal y se ha usado como herramienta para separar a los que se sienten buenos de los que se sabemos malos.

Los primeros culpan a todo mundo, los segundos nos reconocemos como simples seres humanos, cometemos errores y podemos tener apertura a la salvación por medio del arrepentimiento y el abandono de nuestros pecados, no somos perfectos o moralmente superiores, pero intentamos hacer lo correcto y analizar constantemente nuestras acciones.

Lo peor de todas estas gripes son los ignorantes que ven en esos aislamientos la oportunidad para separar a la comunidad entre ricos, pobres y clasemedieros, sin ver que los aislados son ellos por no ver la realidad.

El aislamiento los lleva a creerse buenos y superdotados en el campo de la moralidad, pero aunque se visten de corderos sacan las garras cuando se percatan de cómo realmente los ve la comunidad.

Maigo

Conciencia pública

Después de indagarlo conmigo mismo soy perfectamente consciente de que no se puede hablar concienzudamente de la conciencia de manera pública. Así como existe una distancia entre lo que hacemos y juzgamos de nosotros mismos, hay una distancia entre ese juicio interno y el decirlo a alguien más. Ese alguien puede estar tan cerca de nosotros que le otorgamos la confianza de confesarle lo que está enterrado en nuestro corazón. Tiene que ser importante, sentirlo cerca y parte importante de la propia comprensión. No creo que alguien consciente haya desnudado su conciencia públicamente. Las confesiones de escritores tan hábiles e influyentes como San Agustín, Jean-Jacques Rousseau y J.W. Goethe tienen objetivos, me parece, instructivos. Además, ¿qué tanto público podría entender con tanta claridad a esos autores como ellos se entendieron a sí mismos? De la propia conciencia se puede hablar en un sentido más bien público, de lo que tiene que ver con actos justos e injustos.

Michael de Montaigne, el hábil ensayista que parece tan abierto a sus lectores, tan autocrítico y modesto de sus ideas, al hablar de la conciencia no lo hace a modo de confesión, lo que él opina de la bondad de sí mismo, lo hace situándonos en una guerra civil. ¿Ese aspecto del autoconocimiento es tan feroz como una revolución? Al indagar en la propia conciencia, ¿se comienzan a formar dos bandos, uno que parece ganar, otro que obviamente pierde, pero ambos dejan el campo de batalla mayormente destruido? O ¿el tipo de batalla que se libre en nuestra conciencia muestra el tipo de personalidad de quien la libra? La analogía es sumamente interesante, pues en una guerra civil ambos bandos tienen un desacuerdo con respecto a cómo debería llevarse el estado, pero ambos quieren lo mejor para el régimen. En ambos lados hay espías que pueden hacerse pasar de un bando a otro con extrema facilidad. Un padre que abandona a sus hijos parece que eventualmente se arrepentirá de ello (será conciente de que no ha actuado correctamente), tendrá una batalla dentro de sí mismo, y podrá calmarse diciéndose que era lo mejor que podía hacer por muchos motivos (ayudado por sus espías) o comenzará a darse cuenta que realmente hizo mal y no es la persona que creía ser. Para que eso ocurra tendrá que darse cuenta de que no actuó de buena manera, tendrá que haber una especie de alarma interior que lo despierte de su letargo; él mismo debe ver con cierta claridad su injusticia, debe tener cierta luz moral. Podrá actuar para enmendar el cúmulo de errores en los que cayó o seguir como si nada hubiera pasado. Parece que en el primer caso el lado correcto habrá ganado la guerra; es muy probable que si sucede lo segundo, se libren más batallas, hasta que un bando comience a dominar. ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que desaparezcan los estragos de una revolución?

Dostoyevski, quien desnudo la conciencia a extremos que apenas pueden ser nombrados con precisión como impúdicos, se especializa en desarrollar personajes impresionantemente complejos. Es decir, sus personajes parecen ser conscientes e inconscientes de lo que hacen; tienen conciencia y carecen de ella, a veces en las circunstancias pertinentes, a veces en las equivocadas. Al principio de Crimen y Castigo, Raskólnikov no ha cometido un crimen que a él le parece un acto justo y conveniente y ya sospecha que sentirá todo el peso del castigo de su conciencia; lo comete y no se había equivocado. ¿Por qué lo hizo si sabía lo que iba a pasar?, ¿creyó que en algún momento que la supuesta justicia de su acto lo llenaría de luz y lo elevaría a un plano en el que las convenciones sociales no existieran?, ¿la planeada utilidad de su asesinato lo ayudaría a darse cuenta que había hecho bien con base en un acto perverso?, ¿Raskólnikov es un caso excesivamente particular o nos ayuda a comprender que gracias a nuestra conciencia nunca estamos a oscuras para distinguir el bien del mal?, ¿podemos ser inconscientes respecto a nuestra propia conciencia? Creo que está pregunta, cada uno podrá respondérsela mejor.

Yaddir

Agridulce

Dulce parecía el fruto que comió Eva, pero trajo consigo las amarguras de la muerte.

Amargo, en cambio. fue el fruto con el que se preparó el doloroso cáliz, que el hijo del hombre apuró en 3 años y 3 horas.

Tres años para prepararlo, 3 horas para devorarlo, o más bien para ser devorado por él. Después tres días de oscuridad que terminarían con el castigo conseguido por Adán.

Ese vino amargo, trajo el más dulce de los licores, al beberlo, la vida del hombre tiene sentido, porque se adereza con el amor infatigable de quien da la vida por sus amigos.

Algunos seres que buscan engañarse, y de paso quieren engañar a otros, se comparan con el buen pastor, y pretenden trasformar el agua en vino, pero no ven que el agua que trasforman está más sucia que el lodo de los cochinos.

Transformar el agua en vino es una cosa, pero querer cambiar el lodo y enseñar a ilusos seguidores que éste se transforma en algo bueno y puro, por el simple hecho de ser tocado por aquellos que sólo saben dar discursos, dista mucho de un buen cambio.

Sólo Jesucristo salva, en tanto que es el camino de obediencia a la ley eterna.

Las vanas transformaciones no dejan de ser engaños porque pintan de púrpura las aguas puercas, no importa si éstas se hacen una, dos, tres o hasta cuatro veces, siguen causando sed y cubriendo todo de miseria.

Maigo