Felicitación

Ahora que estoy por cumplir años me preguntan: ¿qué se siente cumplir años?

Pienso: es como si un fruto se convirtiera poco a poco en piedra y cayera a la tierra.
Reflexiono: la imagen es agridulce, o agridura, mejor dicho. En la vida hay dulzura y sabores insípidos; alegrías que nos permiten plenificarnos y dolores que nos impiden movernos.
Digo: el tiempo pasa tan rápido que sólo cuando me lo recuerdan caigo en la cuenta de lo que he cambiado.

Yaddir

Candidatos

Hay candongos que se sienten candidatos porque a fuerza de discursos han manchado la palabra.

Lo peor es que no se saben zalameros, de verdad creen que usan togas blancas porque encandilados con sus promesas han perdido la vista, el juicio y hasta las sandalias.

Hace tiempo, cuando a penas se acuñaba la palabra, los que usaban toga blanca en realidad la buscaban púrpura.

De tanto buscar la ropa púrpura, los cándidos que se creyeron candidatos y acabaron siendo candongos, quemaron la ropa que traían y ahora desnudos salen a mostrar la falsedad de las cicatrices que tanto presumían.

Esos mentecatos y holgazanes que sus falsas batallas presumían lloran al verse al espejo y darse cuenta de que los engañados no fueron los otros, en realidad fueron ellos porque ahora son la burla de los que los veían.

Maigo

Con esta entrada cierro el bloque, nos vemos cuando hayan pasado las elecciones

Competencias

Siempre estamos compitiendo. Intenta refutar mi idea sin que compitas conmigo. La verdad no creo que siempre compitamos. Los compas (amigos) no compiten. Dudo que cada segundo sea usado para competir. ¿Cuándo descansamos?, ¿cuando estamos entrenando, preparándonos, para la siguiente competencia? No siempre estamos compitiendo. Nos han hecho creer que la vida, los aspectos más importantes de la vida, son una competencia. Se nos dice e insinúa que hay ganadores y hay perdedores. Que hay esclavos y amos; como sugiere la canción.  Se compite por ver quién es más feliz. ¿Cómo se mide la felicidad? Si digo que se mide evaluando los éxitos logrados sólo transfiero el problema de saber si soy feliz a indagar qué es el éxito. (Adelantando mi conclusión, afirmo vagamente, si eso es posible, que es verdaderamente feliz quien reflexiona hondamente en la felicidad). Pero el éxito tiene demasiados rubros, demasiadas aristas, muchas categorías como para que tenga una única categoría de medida. Si pasamos a postular que la competencia más importante es por ver quién tiene más plata (dinero) volvemos al principio, pues la ambigüedad se impone. El dinero siempre se obtiene para cambiarlo por felicidad. Entonces, ¿qué nos vuelve felices?, ¿qué nos da verdadera felicidad?

Si algo tengo claro es que las competencias nos vuelven infelices. Por favor, no compitas por refutar el postulado. Específicamente me refiero a la competencia por el poder. El próximo domingo hay una competencia por ver quiénes pudieron convencer a más personas para que votaran por ellos. Es una competencia triste. Vuelve infelices a quienes rodean al competidor. Principalmente a sus votantes. A los de los ganadores porque cuando los políticos tengan el poder no les cumplirán lo prometido; a los votantes perdedores porque votaron por quienes no ganaron. Transfieren a ellos mismos la derrota; sienten que algo les quedó por hacer. Pero lo más horroroso es enterarse de los extremos que tienen que pisotear algunos candidatos con tal de ganar. Hay competencias que sacan lo peor de la gente.

No toda competición es mala. Creo que esta frase sería bueno que intentaras refutarla. Competir por ser el más justo, el más sabio o el más bondadoso tiene una fructífera recompensa. Aunque te interese el renombre que viene junto con las competencias mencionadas, o sentirte bien contigo mismo, siempre habrá beneficios que van más allá de los competidores. No hay olimpiadas para saber quién es la persona más justa del mundo. No hay reglamento, una lista de requerimientos a cumplir, para saber quién es el más sabio. Ni hay jueces que determinen con claridad quién es, sería, o fue el más bueno. Competir por saberlo, sospecho, es una buena competencia. La felicidad podría encontrarse ahí. Nunca se es feliz si se le da prioridad a la competencia por la felicidad que a la búsqueda por ser feliz.

Yaddir