Ogros políticos

La fealdad de los ogros no se encuentra en sus vientres abultados, sus cuerpos horripilantes, ni en sus dientes afilados.

Lo que hace feos a los ogros es su apetito insaciable, su incapacidad para controlarse y sus terribles comentarios, pues con ellos a veces logran alimentarse de los que caen en sus garras, casi siempre hombres pobres que son fácilmente engañados.

En algunos textos sagrados, encontramos a varios ogros (raksasas) enfrentando a deidades que habitan en el bosque, que saben gobernarse y que no insultan.

El enfrentamiento suele ser terrible, pues por un lado se encuentra lo bueno disfrazado de incomodidad, y por el otro se encuentra lo malo oculto entre palabras melifluas y apariencias de humildad.

Cuenta el Ramayana que la diosa Sita fue raptada por el terrible Ravana, un ser terrible con diez cabezas y veinte brazos.

Al tener tantas cabezas y tantas lenguas su capacidad para mentir era grande y logró engañar a la joven princesa disfrazado de un humilde y sabio mendicante.

Lo que muestra la imagen puede ser más o menos clara cuando vemos a los discípulos de Ravana mintiendo en las diez direcciones y tomando con sus brazos lo que no es suyo.

Ravana murió a manos de Rama, y si el raksasa sucumbió ¿por qué no lo habrían de hacer los ogros antropófagos que mienten con todos los dientes, desde muy temprano en la mañana, y que no descansan ni los fines de semana?

Esos ogros que sólo hacen crecer su vientre, mientras sus víctimas lloran olvidadas, hoy se glorían como en algún momento lo hizo Ravana.

Pero, tiempo al tiempo que en política y en la ilusión de maya todo lo que inicia acaba y los ogros de hoy en día caerán en el olvido, al no ser vencidos por alguien tan virtuoso como Rama.

Maigo

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