Aldonza

Llegó a la taberna una mujer entrada en años, se llamaba Aldonza, aunque algunos la apodaron Dulcinea, porque soñaba con dulces destinos que nunca vería consumados en su vida.

Ella tenía la costumbre de imaginar que un caballero insigne la defendía de las burlas de los comarcanos del Toboso, el cual armado ricamente por el poder de su imaginación llegaría un día para sacarla de tan vulgar lugar. Sobra decir que eso nunca pasó.

Mientras el tiempo pasaba, mucho soñaba Aldonza y mucho imaginaba cada vez que veía un abandonado quijote que se oxidaba en las caballerizas y que había pertenecido a los tiempos de María Castañas.

-Quizá fue de Amadiz de Gaula o de Florestán, o lo dejó por aquí mi caballero como prenda de amor, porque lo correcto es que sean los caballeros quienes den prendas y no las damas pobres como yo- pensaba la joven Aldonza, mientras se perdía entre los sueños de Dulcinea.

Tanto soñaba Dulcinea que un día soñó que por arte de magia daba vida a la mano de un manco, quien preso de su imaginación escribía las maromas de un insigne caballero inteligente y divinal como Ulises.

Pero el sueño se acabó, la mano del manco perdió su vida prestada y Aldonza se quedó con el deseo de ver a su caballero andante acudir montado en un hermoso rocín dispuesto a dar su vida para sacarla de tan pobre taberna.

Maigo

Proyección

Y a la vuelta de unos días, descritos en corpulentos volúmenes de diarios, nos dimos cuenta de que la vida se nos fue.

Entre proyecciones, ilusiones y desencantos. Con la compañía de soles, de resolanas, pero jamás de profundas sombras, salimos a caminar siempre: primero sin ver en donde estábamos, después … con gruesos bastones en la mano.

A la vuelta de unos días, que se fueron convirtiendo en semanas, meses y años, pasamos por la vida creyéndonos arrojados.

Todo esto nos sucede, cuando por imaginarnos cada mañana haciendo lo que nunca logramos, dejamos de ver que ahora somos salvos.

Maigo

Producción humana

Nadie es indispensable es la sentencia más egoísta que he escuchado en una empresa. No importa cómo se contextualice, el simple afán de automatizar los procesos laborales y reducir los recursos a una serie de secuencias concatenadas para dar un resultado, semejante a como lo da una máquina, elimina lo que de humano puede tener un trabajo. Aceptar la frase es ignorar que su significado tiene una radicalidad espeluznante. Elimina la excelencia, pues todo se reduce a un resultado más o menos igual. Mientras se realice, y eso produzca ganancias, poco importa cómo se obtuvo. Si a esto le añadimos que la vida laboral transforma la vida personal; que la persona se transforma por su trabajo o que no hay separación entre vida y trabajo, tenemos como consecuencia el desdén a hacer las cosas bien, a no preocuparnos por lo bueno. Existir en automático, con la ligera certeza de que la vida poco cambia es aceptar que nadie es indispensable.

Yaddir

Entre mitos y certezas

La vida va entre mitos y certezas, tenemos la certeza de estar vivos, buscamos levantarnos cada mañana cuando nos acostamos.

Hay quienes ven como una mera ilusión la candidez con la que nos recostamos en la noche, pero no somos capaces de ver el mito que nos mantiene en pie.

Maigo.

Nadie

Siendo Nadie logró vencer al Cíclope; siendo un mendigo venció a los pretendientes. Pocos sabían quien era, quizá ni él mismo lo sabía, pero se reencontró en los ojos del fiel perro y en el toque de la digna esclava.

La epifanía lo obligó a guardar silencio y recordar. Notó que cambiando de nombre y de figura, como lo haría Proteo en otro tiempo, el náufrago se había encontrado con Nausicaa, pequeña y delicada guía que lo llevó ante la virtud para que lo cubriera.

Gracias a ese lejano encuentro con lo virtuoso, el caballero de múltiples nombres nos dibujó el camino para llegar a la isla bienaventurada, la lejana Ítaca, que más que un hogar es uno de esos lugares donde el hombre se encuentra a sí mismo después de haber estado perdido.

Maigo

Gastos

Una persona comienza a entenderse a sí misma a partir de lo que compra. Los artículos necesarios son los que primero comienzan a personalizar a un gastador. La comida, la ropa, el lugar en el que vive, la salud, sus medios de comunicación y de transporte, y el entretenimiento son gastos tan básicos como específicos. Piensen en los condimentos, en el más básico de todos, hay más de veinte marcas de sal para escoger. A eso súmenle las cantidades. Y si le añadimos los platillos, las combinaciones se vuelven infinitas. Además, existen personas que prefieren gastar en una buena comida que en vestirse. ¿Uno prefiere el placer momentáneo y el otro la comodidad constante o uno prefiere el placer evidente y el otro el supuesto? Tenemos la certeza de que un plato de pozole es sabroso, pero una prenda puede gustarnos o disgutarnos dependiendo de la estación del año.

Pensemos ahora en quienes prefieren no gastar o gastar lo mínimo. ¿Tiene mayores certezas sobre su porvenir el que ahorra dinero o experimenta mayores miedos?, ¿el tacaño es una persona que ahorra dinero o que prefiere no gastar por algún motivo casi misterioso? Se ahorra para un imprevisto, se dice a modo de justificación. Se quiere gastar, pero se priorizan los gastos. Tal vez el tacaño no quiera gastar, se le hacen fútiles la mayoría de los gastos, o en el fondo de su corazón valora más el dinero que las otras personas. ¿Lo valora porque le cuesta mucho ganarlo o porque lo cree más valioso que, incluso, él mismo?, ¿los gastadores compulsivos han formado la creencia de que el dinero vale más que una persona o que la persona sólo vale en la medida en la que produce y genera dinero? Suponiendo lo anterior, el tacaño lleva más lejos que el gastador la idea de que una persona es un objeto material y una persona al mismos tiempo. El gastador compulsivo o el que gasta más de lo que tiene parece que sólo encuentra valor en la vida en la medida en la que gasta. Se siente vivo al gastar. El tacaño y el despilfarrador se parecen más de lo que creen.

¿Cómo gastar bien el dinero?, ¿cómo vivir sin problemas económicos? Son preguntas cuya respuesta exige más que solvencia financiera. Gastar dinero es una decisión que nos involucra en todo lo que somos, pues nuestros deseos nos llevan a gastar dinero de una manera diferente a la que lo ganamos. El momento presente es tan valioso como el futuro. Los gastos del pasado parecen irremediable. Cómo gastamos dinero, paradójicamente, define el valor que le damos a las personas.

Yaddir

Se fue la luz

Un día, sin aviso previo, se fue la luz. De repente todo lo que hacía se detuvo en el tiempo y el silencio se convirtió en sonidos inteligibles: los susurros poco a poco adquirieron el brillo de los colores, y las vibraciones de cada objeto en pletóricas oraciones que anunciaban la proximidad del mundo.

Así, de repente, sin avisos ni nada, de manera silenciosa la luz se fue.

Con el apagón llegó la nostalgia, el recuerdo y a veces la desesperación, pero también llegó la calma.

Afortunadamente para el joven hubo aceptación, y para el viejo la calma, que suele ser una visita constante y visible en cada paso que da.

Así, sin previo aviso, se fue la luz de sus ojos, y todos lo que la perdieron aprendieron a ver de manera más profunda.

En la oscuridad, ellos lograron escuchar mejor al mundo surgiendo entre los abismos, y oculto para los que decían que sí podían ver.

Maigo