Obsesión por las alturas

Con piedras de las ruinas ¿vamos  a hacer

otra ciudad, otro país, otra vida?

De otra manera seguirá el derrumbe.

JEP

Sabemos que la capital del país fue construida sobre un lago. Sobre un suelo acuoso fueron levantadas las plazas y edificios que componen la ciudad moderna. Las calles encierran lo que una vez fueron ríos  y canales; el agua continúa siendo lo que hace latir la ciudad. Los antiguos utilizaban aquéllos para desplazarse y ahora los automóviles sustituyeron las canoas. Una consecuencia indeseada de este suelo acuoso es lo endeble. Supuestamente el Palacio de Bellas Artes, cada año, está hundiéndose y la ciudad parece cumplir el mismo destino. Negados o resignados a este hecho, cumplimos los tiempos presurosos y vertiginosos.

Dicen que no sólo las paredes de la ciudad velan el pasado novohispano y mexica, la misma ciudad fue establecida sobre sus bases. Debajo de lo que vemos se encuentran enterrados siglos y siglos de historia nacional. Además de ser un dato dulce y romántico para algunos, para el mexiqueño debería resultar un problema. Según estudios geológicos, el suelo endeble y presión de las capas históricas ponen en peligro a los edificios al irlos agrietando paulantinamente. A ello contribuye la excesiva explotación de los mantos acuíferos subterráneos. Entre mayor población defeña, más tiene que aguantar la Ciudad de México*.

No hace falta ser un especialista en urbanismo para también suponer que el uso irresponsable de suelo agrava el problema. Conforme la mancha  urbana va expandiéndose, vamos acercándonos al cataclismo. El deterioro de la ciudad no solamente puede verse en las grietas de las paredes, sino también en la fractura de sus ciudadanos. Contratos y acuerdos logrados en un albazo o estudios periciales dictados en el claroscuro, traen consigo que la ciudad vaya creciendo monstruosamente. Sucede peor cuando lo autorizado es muy bello por fuera; terminamos admirados y aplaudiendo lo oprobioso. Al establecer centros comerciales, hoteles y residencias, la marabunta de personas también se establece ahí.

Mientras hacemos parecer moderna la ciudad, con sus rascacielos y monumentos financieros, atiborramos el lugar donde vivimos. Nuestro gobierno aprueba proyectos para que avancemos a paso de gigante hacia el futuro. Encontraremos la felicidad citadina cuando nos parezcamos a Barcelona o Nueva York. Cuando la vía Adolfo López Mateos alcance el renombre y olores de la quinta neoyorquina, deberíamos sentirnos orgullosos. Hablando de calles y avenidas, otro reflejo del colmo que vivimos está en el exceso de automóviles. Trabajamos con corbata para conseguir uno y así lo hacen millones de habitantes. El resultado de esto son avenidas atestadas. ¿Y cómo promover el transporte público si lo ahorrado para el coche lo irán robando en cómodas sustracciones? El tráfico es imagen de la pesadez y hastío de los capitalinos en su ciudad.

Desatender lo que sucede en nuestra ciudad, al final, nos perjudica sólo a nosotros mismos. Con buenos ojos al futuro, nos cegamos ante la torpeza de gigante que viene con nuestra altanería. Un viernes de quincena es todo lo opuesto de lo que debería ser el flamante siglo veintiuno. Las secretarías ambientales continúan en una irresponsable opacidad y mantenemos la desmesura urbana; no hemos aprendido nada de la cabalgata sombría del ochenta y cinco.

*Derechos reservados al Gobierno Mancerino.

Moscas. El periódico Reforma (XXIII/8, 293) publicó una historia encrudecedora.  Como bien señala el diario, el transportista Marco Antonio Vinicio Loera perdió todo con el plagio de su hija.

II. En estos días han llamado la atención los movimientos en las dependencias públicas. Entre ellas destaca el cambio de Tomás Zerón, personaje controversial, como secretario técnico. Ante ello se presenta una interpretación interesante.

III. El desinterés en la cultura no sólo se ve en los recortes del Presupuesto de 2017. Desde su inicio no ha podido operar con normalidad la Secretaría de Cultura. Respecto a ello, García Soto denuncia.

Y la última… Tal vez conseguimos menos de diez medallas en las Olimpiadas, pero en los Juegos Paralímpicos el país obtuvo decentemente unas quince. Enhorabuena por los deportistas.

 

Vértigo

«Engrandecerás a tu pueblo no elevando los tejados

 de sus viviendas, sino las almas de sus habitantes.»

Epicteto

Últimamente está de moda ser o parecer alto. Estar arriba y más arriba. No es que tenga yo algo en contra de todo lo alto; no se trata de un deseo disfrazado y frustrado, mucho menos de envidia acalorada. Es sólo que veo que estos días así se mide lo bonito, lo guapo, lo poderoso y todo lo padre.  Las mujeres buscan los zapatos con la plataforma más alta, así –dicen- serán notadas, así no serán olvidadas. Buscan también a los hombres más altos. Aquí y allá, desde hace un ratote ya, las ciudades y los países le apuestan por la arquitectura y toda estructura elevada.  Los rascacielos en Chicago y Nueva York, los nuevos y lujosos hoteles en los Emiratos y otros países de nombres difíciles. Si uno tiene tantos metros de alto, el otro edificio no se tarda y se le adelanta. Se agregan dos, tres y hasta cuatro pisos más. Y si ya no puede más, por lo menos se le pone una puntita o una antenita.  Está también el interés por escalar la montaña más alta, no importa el frío, la muerte, ni siquiera que todo sea niebla y no se distinga nada más. Mujeres, hombres, tacones, sombreros, pisos, montañas o edificios. No importa lo que sea. La cosa es ganar altura. La cosa es mostrar altura. Todavía no entiendo muy bien para qué. Se quiere estar bien arriba, aunque no sé si sea para mirar bien. A mí la verdad las alturas, como las cucarachas, me dan un montón de miedo. Me da miedo porque estando arriba, se deja de lado el suelo y se olvidan los pies.  Estando tan arriba lo que da miedo es voltear abajo, no se vaya uno a caer. Y, así, queriendo siempre estar tan arriba, todo lo humano se va quedando. Estando tan lejos, se vuelve borrosa tanta carestía. Se va olvidando que hay sequía; que hay crisis de dinero, pero también de lágrimas y tristeza.  Cada vez va siendo más lejana , haciéndose más chiquita y extraña la compasión antaña.

PARA APUNTARLE BIEN: “Supliqué y se me concedió la prudencia; invoqué y vino sobre mí el espíritu de la sabiduría. La prefería a los cetros y a los tronos, y en comparación con ella tuve en nada la riqueza. No se puede comparar con la piedra más preciosa, porque todo el oro, junto a ella, es un poco de arena y la plata es como lodo en su presencia. La tuve más que la salud y la belleza; la prefería a la luz, porque su resplandor nunca se apaga. Todos los bienes me vinieron con ella…”  Libro de la Sabiduría (7, 7-11)

MISERERES: EPN promete trabajar con España a favor de la economía. Muchos españoles y mexicanos lo critican pues, dicen, si quiere adoptar el modelo español, ya debería haber aprendido que todo les salió muy mal. Las izquierdas siguen en el camino (o eso dicen) a su reestructuración; nuevos partidos y nuevos proyectos. Esta revista presenta varias posturas sobre la izquierda mexicana. Miren: http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2102952. “El Lazca” –según- fue abatido. Sólo que se les chispó el cuerpo. Acá viene un artículo sobre quién fue antes de ser líder de los Zetas. Se los adelanto: fue un militar entrenado por las mismísimas agencias estadounidenses: http://ht.ly/et6V6