Ciegas ocurrencias.

Un tirano se distingue de un buen gobernante por ejercer el poder a ciegas. Hace miles de años hubo un rey en una región lejana de la India. Movido por la envidia y el resentimiento que tenía, propició una guerra que acabó con el orden que en sus tierras había. Aunque sus sirvientes y amigos de la verdad le informaban, este rey de nombre Ditirashtra se cegaba más allá de la imposibilidad que a sus ojos distinguía, cuando le hablaban de defectos o carencias éste rey se giraba y otros datos ostentaba en su cabeza.

Maigo

Disculpas

«Los hombres deberíamos agradecer que las mujeres pidan justicia y no venganza» leí hace dieciocho días en una publicación compartida en Facebook. La idea que fundamentaba la veracidad de la opinión era que todos los hombres eran culpables de las acciones injustas de todos los hombres en todo momento. Inmediatamente recordé una frase complejamente bella «todos somos culpables de todo el mal en el mundo». La frase, según la entiendo, muestra nuestro desdén para disponernos a realizar el bien, pues, en la medida en la que no nos importa actuar con justicia, o ni siquiera nos interesa saber cuál es la manera más justa de actuar, estamos siendo injustos. Por ningún lado pude constatar que el comentario compartido tuviera el alcance de la mencionada frase, ni tampoco que dijera que las mujeres podrían haber cometido injusticias, pero, según lo entiendo, daba por supuesto una tradición de maltrato hacia las mujeres por parte de los hombres; tradición que los hombres habían heredado y de la cual eran culpables.

 

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, le pidió al Rey de España, Felipe VI, que se disculpara por los abusos cometidos por los españoles durante la conquista a los antepasados de aquél. ¿Heredaron los españoles la culpa de lo que sus muy remotos compatriotas le hicieron a los antiguos habitantes del lugar que ahora es México? Hasta donde puedo constatar y mis informantes me han comentado, los mexicanos ya no rendimos ninguna clase de tributo a los españoles: no les enviamos dinero a los gobernantes del otro lado del charco, ningún gobernante mexicano, ni siquiera de la más pequeña demarcación, es español, y, cuando vemos a los españoles, no es necesario rendirles ninguna clase de pleitesía. Así como los españoles de aquellos años no son los mismos que los españoles del presente, tampoco los mexicanos de estos años son como los pueblos que habitaron en este lugar; nadie se ofrece voluntariamente para que se le arranque el corazón a modo de ofrenda. En los años de la conquista no existía México, ¿a quiénes se les va a pedir disculpas? En los años de la conquista, los reyes españoles eran los gobernantes absolutos de España, ¿con qué clase de autoridad se van a dar disculpas? Los mexicanos de la actualidad tenemos más en común de lo que tenemos con nuestros antepasados conquistados.

 

¿Por qué a un gobernante le parecería adecuado remontarse 500 años en la historia para pedir una disculpa?, ¿querrá polarizar la relación entre mexicanos y españoles, que, hasta dónde sé, es buena?, ¿buscó confesar que es una persona rencorosa, pues si no perdona los agravios de hace siglos y que a él no le afectan, de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia perdonará los agravios lanzados a él? Además de invocar un patriotismo barato, sin sustento alguno, no se me ocurre alguna razón por la cual le hubiera parecido siquiera digno de mención que mandó una carta para pedir disculpas por una situación que a nadie afecta.

 

¿Se puede ofrecer una disculpa en nombre de otra persona? Me parece que sólo se podría ofrecer en la medida en la que se es responsable de las acciones de la otra persona; en la medida en la que por mis acciones alguien cercano a mí afectó a otra persona. ¿Se le puede exigir una disculpa a algún régimen por la inseguridad, la violencia, los desaparecidos y la corrupción? No sólo se les debe pedir disculpas, como ya en varias ocasiones se han ofrecido, sino exigirles a los gobernantes que actúen para que se pueda vivir en un país con mayor justicia. Un régimen es culpable no sólo por solapar funcionarios corruptos, sino por sus omisiones que le impiden a los ciudadanos vivir bien.

Yaddir

Lectura de la lectura

Constantemente los educadores se ven aquejados por una pregunta: ¿cómo incentivar la lectura? Pues se supone, y no sin razón, que los libros acompañan y fortalecen la educación en cualquier especialidad. Hay libros de todos los temas, sobre cualquier aspecto, por muy específico que sea, que le ataña al alma humana. Así como existen personas de almas muy específicas, con muchas sutilezas, existen libros muy específicos y sutiles. Por ello, quizá, Cervantes humaniza a los libros en el famoso escrutinio a la biblioteca de Don Quijote. También hay libros cuya simplicidad sería difícil encontrar en la realidad. Los libros nos permiten conocernos así como conocer lo que nos atañe.

Pero para que la lectura sea central en la vida, no sólo se requiere volverse caballero andante, simplemente se necesita aprender a leer. Y no me refiero al acto de identificar las letras, juntarlas para ver palabras, cuyo significado presumiblemente deberíamos saber, y juntar las palabras entre sí para ver el sentido que tiene lo leído. Me refiero al acto de pensar lo que el autor de algún gran libro nos conduce a pensar; y, tal vez después de mucho reflexionar, a entender lo que ese autor entendió del modo en el que lo entendió. Este esfuerzo sólo vale cuando un texto nos dice algo importante, vital. Para llegar a entender los temas, los problemas, las preguntas, como un escritor los entendió, hay que leer de modo cuidadoso. Hay que preguntarse constantemente, en una novela, por ejemplo, por qué la narración comienza de una manera y va siendo conducida por ciertas escenas; por qué tales personajes son los centrales; por qué en tal escena aparecen los dos protagonistas juntos; por qué un capítulo se nos habla de uno de los dos personajes principales y el siguiente del segundo; entre otras muchas minucias que muestran el arte narrativo del escritor. Los educadores tienen una ardua tarea si quieren enseñar a leer; quizá hasta una doble tarea. Pues el principal educador es el libro.

La estrategia para incentivar la lectura en México, propuesta por el presidente y por Paco Ignacio Taibo II, quien oficialmente es gerente editorial, parte de dos ideas: los libros deben ser accesibles para todos y el estado debe controlar los precios de los libros. Contra la primera nadie estaría en desacuerdo, quizá sólo se le añadirían detalles de operación, que si conviene más poner bibliotecas en lugar de librerías o hacer algo así como una biblioteca andante; que si el papel debe ser muy barato o simplemente reciclado, entre otros muchos detalles. Pero si para lograr lo anterior se deben reducir los precios de los libros, de editoriales públicas y privadas, la injerencia del estado se anuncia poco halagüeña. Si para tener libros baratos, a partir de 10 pesos (aproximadamente cincuenta centavos de dólar), el estado debe subsidiar a las editoriales privadas y públicas, entonces el estado podría tener control de los contenidos que se publican. AMLO, el presidente de México, ha escrito bastantes libros que justifican sus ideas políticas. Paco Ignacio Taibo II es famoso por sus filias marxistas. Se podría prever que su estrategia esté teñida por la ideología, que quieran publicar, con la proyección de todas las editoriales que trabajan en México y en millonarios tirajes, la justificación a las ideas, proyectos y acciones del régimen. Quizá AMLO quiera que sus libros sean tan leídos como el Libro Rojo de Mao Zedong. A su vez, podrían decidir qué textos no se deben publicar por ir en contra de las ideas régimen; si algún periodista no se alinea con el patrón, se le podría castigar con la censura. Si esto pasa, ya no habría posibilidad de que hubiera lectura cuidadosa. La lectura serviría para adoctrinar. Ya no se podría educar mediante la lectura.

Yaddir

Desabasto

Se cuenta que poco antes de que Julio César se nombrara dictador vitalicio, por el legal mandato del senado, se dedicó a perseguir a quien fuera  miembro del anterior Triunvirato, con Creso muerto sólo hacía falta encontrar a Pompeyo.

Pero mientras los dos generales se dedicaban a batallar por ostentar el poder propio de un cónsul en Roma, la ciudad se enfrentaba al desorden, y a la falta de pan.

César persigue a Pompeyo por todo lo que puede de Europa y deja a la capital de lo que se convertiría en Imperio en manos de un juerguista de renombre, Marco lo llamaban y pertenecía a la familia Antonia.

Marco no sentía interés en lo que en la ciudad pasaba, no veía ni escuchaba que el clamor por el pan de cada día aumentaba, y cuentan algunos que hasta mandó a los soldados a aplacar a los rijosos que se atrevían a mostrar que el hambre con el pueblo hacía destrozos.

Tras el desabasto de trigo y la carencia de pan, César entro triunfante ante la famélica ciudad, la ordenó y repartió el pan que necesitaban los hambrientos y decidió alegrarlos con juegos propios de la época y por lo mismo sangrientos.

Con pan y circo los estragos del desabasto y la carencia se olvidaban, pues ahora Roma tenía como granero a las tierras de Cleopatra.

César se hizo querido por el hambriento pueblo y sólo unos cuantos vieron en él el peligro que esto representaba, pues las barrigas llenas y las funciones del circo atestadas hicieron de los romanos esclavos felices y dispuestos a dar el nombre de César y Señor a quien fuera que del desabasto los salvara.

Tal vez convenga pensar, si no será la gasolina ese alimento que nutrirá al nuevo pueblo romano, que se funda sobre los dolores y el pesar de muchos de sus hermanos.

Quizá las revoluciones efectivamente sirven para que todo siga igual y la transformación consista en recibir gasolina a cambio de libertad.

Maigo

Un Tirano en Epifanía

Cuentan que cuando unos sabios de oriente se presentaron ante Herodes, éste respondió a su pregunta sobre la ubicación del Mesías con cierta indiferencia, algunos pensaron que incluso hasta con incredulidad y desestima de las noticias que el cielo daba al mundo.

Pero ese rey mundano, que hasta sonriente y bromista indicaba su incredulidad en la llegada del Mesías, decidió poner trampas a los sabios que al niño Dios buscaban. Les sugirió regresaran cuando lo hubieran encontrado, con la intensión de ir también a adorarlo. Herodes se negaba así a ir con los sabios rumbo a Belén, pero en su corazón su miedo de que hubiera un niño rey en Israel fue suficiente para que sin ir mostrara que efectivamente creía en él.

El rey Herodes mandó matar a los pequeños que en Belén vivían. Desde su trono mostró que la incredulidad que mostraba ante unos era el veneno que por dentro le consumía. Desde la distancia mandó acabar con los inocentes y sus acciones hablaron por él más que las palabras pronunciadas ante otros reyes.

¿Cuántos Herodes tiranos no habrá en nuestros días, que desestiman lo que dicen los sabios y que sonríen en sus cortes mientras que por dentro se consumen condenando a las verdades que de dientes para fuera desestiman?

Maigo.

Cambio

Cuenta una leyenda que Constantino, un descendiente en el poder que alguna vez ostentara César, venció a sus enemigos al luchar bajo un signo de una religión  que predicaba el amor al prójimo.

Además cuenta la leyenda que ese mismo César, que para entonces gobernaba un imperio ya en decadencia, se convirtió a la fe que hablaba de un Dios de amor y predicaba el perdón a los enemigos, lo que incluía el perdón a quienes en algún momento habían ofendido al que perdonaba.

Por si fuera poco, la leyenda cuenta que tras la conversión del mandatario se asentaron las bases del poder terrenal de un nuevo estado, indicando con ello que los cambios en la fe de los hombres suelen ocurrir desde arriba hacia abajo.

Esa leyenda, como todas las leyendas mucho tiene de falso, porque el cambio real en los hombres no viene de arriba a abajo, nace del corazón de los mismos y de la aproximación con el amigo.

En la amistad y la conversación que ésta implica se encuentra la salvación y la conversión,la última de gran ayuda para dejar de lado los errores que alejan al hombre dela felicidad de ser salvo.

En la amistad se encuentra la superación del egoísmo que suele caracterizar al tirano y quizá por ello aquellos que piensan que los cambios en el corazón del hombre se dan desde arriba a lo que está debajo buscan anular la amistad y por decreto determinan la diferencia entre lo bueno y lo malo.

No faltan los entusiastas que creen que los cambios en el corazón son producto de la historia,del progreso o del trabajo, aunque por el momento tímidas suenan las voces de quienes suelen criticar a los primeros.

Los críticos  parecen voces en el desierto y con tormentas de arena son callados por los optimistas que hacen la alabanza de los supuestos cambios alcanzados. Supongo que por decreto a todos nos toca sentirnos alborotados, como ante un pastel o juguete lo haría cualquier ingenua niñita.

Maigo.

Adenda a La ‘pax’ corrupta

Adenda a La ‘pax’ corrupta

 

Muy persuasivas resultan las generalidades entre mexicanos, especialmente en política. Quizá por desinterés o falta de agudeza, nuestras reflexiones tienden a ceñirse en abstracciones. Reflexiones o cualquier idea inútil sobre política. Sus complejos movimientos, entre sus agrupaciones y decisiones cruciales, se sintetizan esquemáticamente. Los actores políticos se deshumanizan en un maniqueísmo fácilmente digerible para estudios académicos o la plática yendo de pie en el camión. Por ejemplo, la historia narrada por la SEP relata el conflicto entre liberales y conservadores como un mal cuento infantil. Sin contratiempos reales ni defectos propios, el triunfador cumple su victoria consabida. Es inminente e indudable la derrota de quienes odian la patria y pretenden destruirla. La pureza de la Historia conserva la proceridad de los dos sempiternos bandos.

Una virtud de la retórica del presidente electo es que abreva en este imaginario popular. Su éxito está en azuzar la memoria de muchos ciudadanos y adecuarse perfectamente a su lógica política. Se distingue en una época donde parece no haber principios ni convicciones de honestidad. En donde, también, ha crecido un afán vengativo contra quienes han incumplido con ejercer justicia y dar un buen rumbo al país, los cuales son quienes pretenden arruinar la patria. Nuestra brújula moral con poco tino se complace con quien enarbola la distinción.

El conato retórico no sólo es efectivo en el manejo de simpatizantes. En realidad, trastoca todo el escenario político. Denominar a los responsables de los perjurios en el país como «los de arriba», «los tecnócratas» o «los criminales de grandes ligas», convierte la justicia en un asunto estructural. La lucha rebelde se legitima al enfrentar a los casi omnipotentes destructores de la patria. Generosidad contra opresión y manipulación; honestidad contra el saqueo sin límite y fraude.  Categorías ambiguas reconfiguran, a modo, lo que es la justicia y el bien. Frente a la insistencia de distinguir quiénes son «los oligarcas», elude. Omite para subrayar que operan en las sombras. Mantiene la ambigüedad sin salirse de los límites del imaginario susodicho, y además lo alienta. Sólo un cambio de régimen, un vuelco a la realidad planeado por el mismo presidente, instaurará la paz.

Sin responsables identificados, la injusticia proviene del sistema completo. Bajo esto, una crítica carente de imaginación aparece en el bando de los adversarios. Queda atrapada en la abstracción política. Se convierte en una pieza más en el escenario político trastocado; un elemento anticipado en la esquizofrenia. La marcha fifí no sólo fue ridícula por su papel público, sino por confirmar de facto la visión presidencial. En efecto, resultó una marcha completamente conservadora. Quienes pretenden criticar a partir del insulto, juguetón o rudo, luchan contra un gigante con una aguja. Una verdadera crítica debería acentuar el aspecto práctico en la política. Es decir, juzgando las falsas abstracciones políticas. La conspiración es un mal mito para ocultar el poder unilateral. Se habla de todos para resguardar la pirámide a cuya punta todos aspiran. Actualmente, la reflexión política exige imaginación.