María es la que sabe trasformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura.
SS Francisco.
Se acerca el día de las madres, y junto con él la avalancha de consumo que caracteriza a las festividades modernas, muchas mujeres esperarán obsequios o visitas de aquellos a los que concibieron; algunas recibirán lo que desean, otras se conformarán con lo que les den, y para las menos el día pasará como una fecha más en el calendario, sin sentido y sin festejo.
El consumo del día y las visitas obligadas con los pleitos consabidos por saber con quién estará cada yerno y cada nuera ese día, se justifican en los sacrificios que hacen las mamás. La mamá moderna sacrifica su figura, su maquillaje perfecto y la posibilidad de realizarse en la vida con tal de tener un hijo. Lo bueno es que esos sacrificios son temporales, como temporales son los deseos y obsequios que se tienen preparados para ese día.
Cada año es lo mismo durante el día de las madres, se exalta una abnegación fingida en aras del consumo y del reconocimiento mal entendido, se entregan objetos que alivian el trabajo del hogar o que pueden ser colgados sobre un bonito perchero, una vez que éste sale listo del gimnasio o del spa.
Pero, parece que no siempre fue así, cuando María pisaba la tierra no se festejaba el día de las madres, y el sacrificio que hacía una mujer por sus hijos no consistía en dejar de lado aspiraciones profesionales o figuras, o maquillajes, quien era reconocida por su amor maternal simplemente entregaba la vida mediante un sí; una afirmación simple, pero llena de contenido, sin importar que ésta implicara dejar ir al hijo con tal que siguiera vivo, o tener que soportar el dolor de una espada atravesando el corazón para que se cumpliera la voluntad de Dios.
La mamá moderna entrega lo efímero y a cambio lo efímero recibe, reconocimientos y aplausos que se borran al pasar un año, en cambio la que no buscó reconocimiento alguno entregó lo eterno y Dios le dio la gracia para hacer de una cueva el hogar del salvador.
Dios quiera que en el día de las madres todos recibamos la gracia para convertir lo que somos en el hogar ideal para su hijo.