“Earth laughs in flowers”
R.W.E
Iba caminando. No; corriendo. Era mucho el apremio y muy poco el tiempo. Tenía que tomar sus chochos y pastillas, un compromiso, y decidir si la quería. Una, dos, y tres mil doscientas cosas más por hacer. Y, otra vez, ya era demasiado tarde. El calor era infernal. En cualquier momento el mundo, como su paleta de hielo o la bruja del cuento, se derretiría. De pronto la vio. Quiso seguir pero nomás no pudo y todo le salió al revés. Se quedó mirando sin tapujos ni sutilidad. Ella no lo vería, era muy alta y nunca bajaba la mirada. Nada la inmutaba ni la incomodaba. Espigada. Toda amoratada. Radiante. Siempre tan en su lugar, bien derechita, como ni las bailarinas. Despreocupada. Como si no hubiera toda esa prisa, esos chochos, decisiones y pastillas qué tomar. Como si no hiciera todo el calor. Como si el mundo no tuviera tantos ruidos y problemas. Unos días –los más grises- le chocaba, pero casi siempre envidiaba, admiraba toda esa indiferencia (pues era indiferente pero nunca fría). Sonreía, alegraba aunque todo el mundo anduviera rotito y descompuesto, aunque el mundo pareciera el mismísimo infierno. Hacía que por un momento, ese de mirarla, de arrebato e impotencia; todo el ruido, los compromisos, las decisiones y el mismo tiempo se detuvieran. Había que detenerse y mirarla bien, porque la jacaranda –así como la vida, todos los rostros, máscaras y momentos- pronto se iría, y ni siquiera en el suelo rastro dejaría.
PARA APUNTARLE BIEN:
Estar árbol a veces, es quedarse mirando
(sin dejar de crecer) el agua humanidad
y llenarse de pájaros para poder, cantando,
reflejar en las ondas quietud y soledad.
-Carlos Pellicer
MISERERES: Las vacaciones llegaron, y también toda la violencia; tan sólo el fin de semana hubo, al menos, 65 muertos. Por otro lado, el gobierno del DF anunció un aumento a las tarifas del transporte público, pero eso sí, no habrá gasolinazo ni cobro de tenencia. Micros, autobuses y metrobús subirán un peso, y los taxis de 7.88 a 8.74. Pienso que, así como debe condenarse esto, no debe aplaudirse que se quite la tenencia, pues es parte de un mismo problema; se está subsidiando el transporte privado (las Hummers y los coches elegantes), pero no el público que suele llevar a mucha más gente.
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