El artificio de la dignidad

El artificio de la dignidad

 

Siete cuentos morales es una obra maestra. En la primera de sus siete partes se presenta el relato «El Perro». La historia es sencilla: en el camino entre el trabajo y la casa una enfermera en bicicleta se aterra ante los violentos ladridos de un perro tras la reja de jardín de una casa francesa; incómoda por el terror y solapada por la recurrencia, la enfermera toca a la puerta de la casa a fin de acordar con los dueños del perro una solución; la historia termina casi como si nada hubiese pasado. El relato produce como apariencia primaria la sana disposición moral a arreglar las cosas. La enfermera, civilizada y bien intencionada, acude a los dueños del perro para que se le ofrezca una solución; los dueños, un par de viejos cuya marca civilizatoria parece lejana o quizás olvidada, no ven sentido a la petición de la enfermera. Fin del relato: ellos siguen en su exilio doméstico, ella en su terror público, el perro en el límite de la civilidad y la violencia. Pero esto es sólo una primera impresión.

         El relato, brevísimo, tiene dos partes. En la primera parte la narración se acerca bastante a la interioridad de la enfermera: se nos muestran sus temores, se permite a los lectores cavilar juntos sobre los razonamientos de la enfermera. En la segunda parte, la narración casi se vuelve externa: ya no se sabe lo que piensa la enfermera, no alcanzan a vislumbrarse los pensamientos de los dueños del perro. ¿Qué distingue ambas partes? La presencia de San Agustín. La primera parte cumple cabalmente con las explicaciones, pues la enfermera informa de la situación y plantea las razones posibles por las que puede entenderse la reacción del perro. Las explicaciones de la enfermera son eficientes para mostrar el problema moral del miedo, el ultraje cotidiano ante la violencia, la afrenta a la dignidad de la ciclista en la irrupción de la bestialidad. La primera parte, vale decir, es especulativa. Sin embargo, cuando la enfermera recuerda a San Agustín la especulación enmascara un nuevo tema y la narración cambia de estilo. La idea de San Agustín recordada por la enfermera nos aleja de sus razonamientos, nos distancia de su interioridad y hace del relato un asunto externo. La segunda parte, vale decir ahora, es alegórica.

         ¿Qué idea de San Agustín recuerda la enfermera, divide al relato y enmascara la moral? La enfermera recuerda que para Agustín la prueba más clara de nuestra creaturalidad caída es la imposibilidad de controlar los movimientos del cuerpo, en particular la imposibilidad de controlar la erección. ¿Cómo se va de la explicación de la bestialidad del perro furioso a la fuerza de la erección del hombre excitado? ¿Por qué la excitación distancia al lector del relato y vuelve todo un asunto exterior? ¿Por qué la excitación hace alegórico lo especulativo?

         La maestría de John Maxwell Coetzee se muestra con claridad en la alegoría de «El Perro». Como artificio moral, las explicaciones sobre la incomodidad de la violencia encuentran su solución en el concepto de dignidad. La dignidad humana nos convoca a resolver nuestros problemas humanamente. La dignidad, en ese sentido, es una marca exterior para el reconocimiento del interior velado. La dignidad, puesta de ese modo, es un artificio para la convivencia cotidiana. Sin embargo, en tanto sea exterior, la dignidad nunca será solución plena de los problemas humanos. El erotismo distorsiona la dignidad.

         Coetzee plantea en la casa del perro una alegoría del alma humana. El perro, expuesto por el agustinismo de la enfermera como excitación, guarda los límites de lo propio al tiempo que se proyecta sobre los demás. El perro, como el alma excitada, ataca bravío lo que se le presenta. Mas lo ataca todo. Pues en casa no hay más que una pareja de viejos para los que el perro es un guardián. No hay thymos posible en la anciana de pelo gris. Ningún razonamiento sobre la excitabilidad puede hacer ahora el anciano del saco rojo. La dignidad, muestra la alegoría coetzeana, radica en la excitabilidad plena por algo superior; cuando la excitabilidad sólo cimbra la reja del jardín, la dignidad es necesariamente una marca externa. Cuando la única sensualidad perceptible es un raído saco rojo, toda excitación parece indigna. Las almas viejas sólo aspiran a la dignidad como marca exterior. Las almas viejas confunden la dignidad con la tranquilidad, como los modernos confunden la legalidad con la dignidad.

         Al inicio del relato la enfermera califica al perro como un “perro malo”; al interior de la casa la anciana califica al perro como un “perro guardián”. En el exterior funciona plenamente el artificio moral, por lo que el perro puede ser juzgado moralmente, por lo que el juicio pude ser publicado como un letrero en la reja. En el interior, en cambio, el artificio moral es imposible, pues al envejecido en eros, a quien es incapaz de amar, la excitabilidad y la violencia le son guarida, distancia necesaria, reclusión salvífica. Como artificio moral, la primera parte del relato otorga al lector una clara compañía; la segunda, en cambio, lo deja a la distancia, lo hace pensar, lo lleva a considerar su propia comprensión de la dignidad. Cuando en la segunda parte todo se vuelve exterior y el lector se niega a pensar la relación entre dignidad y excitabilidad, el relato mismo se vuelve un perro que cimbra la reja que es el libro, que hace al lector preguntarse si acaso piensa la moral con tanta exterioridad. Siete cuentos morales, una obra maestra, recibe al lector con lo que algunos podrían creer una incomodidad violenta.

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. Se cumplieron 48 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. El presidente electo se reunió con los padres de los desaparecidos y tras la reunión declaró que, con o sin sentencia, decretará la creación de una comisión de la verdad que investigará el caso. Al frente de la comisión estará Alejandro Encinas, cuya posición sobre el caso comenté el 21 de julio pasado. Cosa curiosa, que al ser por decreto y no por sentencia, la comisión no tendrá un carácter vinculante, por lo que el resultado de la investigación podría servir para doblegar al poder Judicial. No deja de llamar la atención que el futuro presidente diga, así sin pena, que lo hará con independencia de la resolución legal. 2. ¿La presencia de Carmen Aristegui en Radio Centro es una cachetada para José Gutiérrez Vivó? Tras el veto a Gutiérrez Vivó, Aristegui se benefició con su horario, su espacio y parte de su audiencia en MVS. Ahora la popular periodista llega a la empresa que ha mantenido alejado a don José. No me gusta pensar mal. 3. Ángel Gilberto Adame hace una segunda advertencia sobre la sucesión testamentaria del matrimonio Paz-Tramini.

Coletilla. “El movimiento estudiantil del 68, que cumplirá ya cincuenta años a la vuelta de la esquina, y los hechos de Tlatelolco, se han llenado de expertos que no estuvieron allí ni vieron nada: el mito gana terreno”. Luis González de Alba

Apuntes para la constitución moral

Apuntes para la constitución moral

 

 

Descubrí que la Constitución Moral del nuevo régimen se está planeando como un listado alfabético de valores y conceptos fáciles de memorizar y que serán repetidos por los niños en las escuelas durante las ceremonias cívicas. Filtro en exclusiva los primeros ocho valores de la Cuarta Transformación.

 

Autarquía. No puede haber gobierno rico con pueblo pobre; habrá gobierno para un pobre pueblo.

Benevolencia. La ley a fuerzas será la fuerza de la ley.

Confianza. El liderazgo es la austeridad de las razones.

Discreción. Hacer del error ajeno una reivindicación propia.

Estado. La simulación no será forma de gobierno, será el sistema.

Franqueza. Los corruptos son los otros.

Garantía. El líder no nos va a fallar; ¡le fallaremos!

Honestidad. Promoveremos el perdón, comenzando por el de nuestras propias faltas.

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. Mañana se cumplen 47 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Será el último aniversario en que no se tome el caso para la retórica oficial del nuevo régimen. En el siguiente aniversario, desde la tribuna se montará al asunto el senador Monreal. ¿Apostamos? 2. Guillermo Sheridan afirma que alguien nos ha enseñado que en México es posible hacer lo que sea y salirse con la suya. ¿Quién nos lo enseñó? Su Majestad, la Emperatriz del Pizarrón, Marquesa del Gis y Archiduquesa del Borrón y Cuenta Nueva Elba Esther Gordillo. 3. «La infancia debería ser un lugar feliz y luminoso. Ayer volví a ese sitio y hoy me levanté con el único propósito de escribir mi columna y empezar de nuevo con las primeras palabras que uno debería aprender a escribir: muchas gracias, maestro». Malva Flores sobre el recientemente fallecido Huberto Batis. 4. Ahora murió Arturo Díaz Mendoza. Hace algunos años, cuando el parkinson comenzaba a manifestarse, se le homenajeó en una emotiva función que incluía a sus hermanos y sobrinos. Mientras desde el pasillo de vestidores él veía la ejecución de la siguiente generación de los Mendoza, charlamos. Me dijo: «si dejo la vida arriba del ring, si me la parto en cada lucha, es como homenaje a mi padre y a mis hermanos, como ejemplo a los que siguen». Descanse en paz el Villano III.

Coletilla. Todo eso de la Protección Civil es muy raro y no lo entiendo. El otro día, caminando por la parte trasera de un supermercado, ahí donde guardan su basura y descargan lo que después será más basura, vi unas cajitas metálicas con un cristal en la puerta. En el cristal estaba escrita la siguiente leyenda: «Abrase en caso de incendio». ¿Apoco los incendios saben leer?

La confianza liberal

La confianza liberal

 

Confían los liberales, con la notable excepción de Christopher Domínguez Michael, en que la institucionalidad puede ser límite suficiente al afán autocrático del futuro administrador del país. Los liberales suelen recomendar a quien tendrá el poder en los meses siguientes la limitación de sí mismo a partir de la construcción de instituciones. Nuestros liberales nos recomiendan vigilar la construcción de instituciones, incluso colaborar en la misma. Nuestros liberales han asumido la derrota de un proyecto, renunciando al esfuerzo por consolidar una democracia liberal y admitiendo que la decisión democrática por una “cuarta transformación” es aceptable en tanto sea institucional. Creo que a nuestros liberales les falta imaginación.

         El futuro administrador ha fundado la posibilidad de su triunfo en el descrédito de las instituciones, y desde ahí exige la transformación de las mismas. Sin diagnóstico de por medio, el futuro administrador redujo la complejidad del país al problema de la corrupción, presentó a la corrupción como un problema moral y se presentó a sí mismo como la única solución posible al problema. Si él es origen de la solución, él será origen de la institución. De aceptar la recomendación de los liberales, atestiguaremos la edificación idolátrica del autócrata (berrinches a petición, ha dicho Maigo con muy buen tino). Promulgar leyes a modo, construir instituciones a la medida de la propia ambición, podría parecer legal, puede aparentar espíritu democrático, pero la posibilidad no es criterio político suficiente.

         Entre los planes que el futuro administrador ha hecho públicos, encuentro dos que pueden ejemplificar muy bien la aparente institucionalidad de las decisiones y el trasfondo autocrático de las intenciones. Como parte de la reordenación del aparato administrador del Estado, se ha planteado paralelamente la descentralización de las dependencias públicas, la liquidación de más de la mitad de los empleados de confianza y la retabulación de los salarios de los servidores públicos. Ante el cuestionamiento por la inconformidad de los trabajadores, el futuro secretario de Turismo respondió claro: si no les parece, que se vayan a la iniciativa privada. Quien no sea despedido, debe aceptar la retabulación del salario y la reubicación geográfica para conservar su empleo. De no aceptar alguna de las dos, será desempleado. En las actuales condiciones, tanto los despedidos como quienes sean presionados para renunciar pueden ser defendidos por sus sindicatos. Problema para la próxima administración serán los juicios laborales que el reordenamiento genere. Sin embargo, en el periodo en que se desarrollarán los juicios laborales, las dependencias en su nueva ubicación requerirán de nuevo personal. Ahí nacerán los nuevos sindicatos del nuevo régimen. Para evitar los “quinazos” (bueno, concesión para los millenials que creen que la historia comenzó en 2006: la caída de Elba al inicio del sexenio de Peña es análoga a la caída de La Quina al inicio del sexenio de Salinas, a esa caída se le llama “quinazo”. ¿Estamos?), el nuevo régimen descentralizará las dependencias: la reordenación es la máscara de la disolución de los sindicatos. ¿Será institucional? Ahí es donde le falta imaginación a nuestros liberales. Tanto los liberales como los adeptos al nuevo régimen han coincidido en las ventajas de la reordenación: están contra los sindicatos (pues suelen ser corruptos) y no tienen aprecio por la burocracia (por su proclividad a la corrupción, o por su improductividad). Tanto a los liberales como a los adeptos del nuevo régimen la reordenación les parece buena idea. Y podría serlo, si no tuviese una intención antidemocrática.

         El segundo de los planes es la presumida conciliación y pacificación que el nuevo régimen plantea. Hasta donde se ha dicho, el plan consiste en la convocatoria a diversos foros en que una pluralidad de opiniones encuentre una expresión común que delineará las acciones futuras. Sin embargo, las acciones futuras ya están decididas. Los foros no serán un encuentro plural de opiniones, sino la validación de la opinión del líder ante la presencia de quienes opinan diferente. El futuro administrador lo ha dicho: los vamos a convencer. Para él, dialogar es convencer. Los foros, y lo dijo certeramente Javier Sicilia esta semana, serán un espectáculo. Las decisiones las tomará el líder, pero se presentarán públicamente como resultado de la conciliación. ¡La conciliación de los vencidos! Si no se aceptan los lineamientos del líder, si no se coincide en el planteamiento, la voz minoritaria se apagará entre gritos. Allá tú si no te dejas convencer. Retórica indecisa entre el garrote y la oportunidad perdida. Por ello los liberales andan creyendo que se puede tomar la palabra del futuro administrador y confiar en su invitación al diálogo. Por ello creen que en lugar de criticarlo, en estos meses necesitan persuadirlo, aconsejarlo. A los liberales les falta imaginación. Cuando se descubran engañados y quieran denunciarlo públicamente, serán vituperados por la unanimidad mayoritaria. Engañados y vituperados, rumiarán sus frustraciones con banales dicterios al gobierno reaccionario.

         Sugieren los liberales que el futuro administrador ha de levantar diques institucionales y constitucionales a su propio poder, pero no imaginan que para él la constitución y la institución serán expresión de su propio poderío. A los liberales les falta imaginación, tienen demasiada confianza en el fair play para ver la realidad de lo político. ¿Qué necesitamos imaginar para la crítica del nuevo régimen?

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño.1. El jueves siguiente se cumplen 46 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. En la siguiente administración, Alejandro Encinas será el encargado de dar seguimiento al caso. Cabe recordar que el 9 de noviembre de 2014, en Xalapa, un grupo de jóvenes reclamó a Encinas por su apoyo a José Luis Abarca. Poco después los entonces perredistas y ahora morenistas comenzaron a modificar el discurso para exculpar a Abarca, señalar otro culpable y tomar el control de las protestas por el caso. El 9 de septiembre de 2015, desde la tribuna del Senado, Encinas concluyó que la PGR mintió en la investigación del caso, por lo que sentenció: fue el Estado. ¿Hay alguna duda del camino que la investigación tomará? 2. Ya lo dije: la nueva administración intentará controlar a la oposición. Señalé que sus candidatos azules eran dos: Miguel Márquez y Marko Cortés. El primero declinó en la semana. El segundo será, además, el candidato del Yunque (acercamiento permitido por la senadora electa Alejandra Reynoso). ¿Cómo es que Morena y el Yunque podrían apoyar a un mismo candidato? El Frente Nacional por la Familia es la respuesta. 3. Una vez más el reportero Humberto Padgett ha hecho un gran trabajo. En preparación de su próximo libro entrevistó a 47 presos de casos representativos en la historia reciente: el asesino del padre Machorro en la Catedral de México, un delincuente devenido actor, una luchadora que terminó en asesina. 4. ¿Dónde estáis, indignados de la patria mía? Un partido político creó un fideicomiso que utilizó para financiar ilegalmente sus campañas, y no es todo: el fideicomiso se anunció para ayudar a los damnificados del terremoto del año pasado, pero los recursos se desviaron al partido. ¿Cómo ven, indignados, marchamos? ¿Pedimos que se les quite el registro? Ah, claro, el partido es Morena y, ya lo hemos dicho, la indignación es selectiva. Ahí está su cambio. 5. De risa loca. Hace dos semanas comenté que el Dr. Lorenzo Meyer anda acomodando la historia para endulzar los oídos del sátrapa del momento. Y como ejemplo ponía que en el afán de simular la popularidad del movimiento de AMLO omitía sospechosamente ciertos movimientos populares, entre ellos el EZLN. Ahora, dice el historiador que el morenismo es el verdadero zapatismo. Viéndolo con humor, ¿no resulta hasta tierno?

Coletilla. En uno de sus últimos homenajes platiqué con Max Linares, creador de una de las máscaras más bellas de la lucha libre mexicana. “Viendo los achaques y padecimientos de una vida dedicada a la lucha, ¿se arrepiente?”, le pregunté. “Por un momento sí, pero los recuerdos, el cariño de la gente y las nuevas generaciones hacen valer cada golpe”, me contestó. “Amigos, compañeros y discípulos, ¿lo valen?”, añadí. Sonriendo me dijo que sí. Algo envidio al Rayo de Jalisco, que en paz descanse.

Cierre de campaña

Cierre de campaña

 

Revisito libremente siete versos de las sátiras de Cayo Lucilio, quien advirtió a tiempo la terrible realidad política que enfrentó Cicerón: la decadencia de la república. Son los versos 1228 al 1234, tomados de la edición de Fridericus Marx editada en 1904.

 

A la sinvergüenza que facturó

sus colorados tintes

 

Ahora, de la mañana a la noche,

lo mismo entre la fiesta que el trabajo,

todos los senadores por igual

se jactan en el foro, amotinados,

expertos todos en eso de engañar,

estafando con palabras de arte,

por hombres buenos querrían pasar.

Trampas, fraudes, triquiñuelas y moches:

enemigos todos; puros derroches.

 

Coletilla. Anótenme tres puntos, que sí que clasifico. Primer punto. El pasado 21 de abril comenté, tras el olvido de la investigación de Roberto Zamarripa, que para estas fechas se intentaría revivir el caso de Ayotzinapa, pues era sospechoso que los políticamente correctos ya se hubiesen olvidado del asunto. En días recientes se revivió el caso por la resolución de un tribunal conforme a la estrategia de defensa que esbocé el 21 de enero de 2017. El martes siguiente se cumplen 45 meses de la desaparición de los normalistas. Los detenidos pronto estarán libres, la investigación oficial se retomará hasta la administración siguiente y concluirá con que “fue el Estado”. Segundo punto. El 18 de noviembre de 2017 señalé el conflicto de interés entre el presupuesto para la cultura, el financiamiento de Fundación Azteca y la relación entre Esteban Moctezuma Barragán y Andrés Manuel López Obrador. Esta semana el grupo de periodismo independiente 5°ElementoLab presentó una investigación extensa sobre el caso. Tercero, el 27 de septiembre de 2014 desarrollé la etimología de «competente», pero mi amigo Cantumimbra lo olvidó y el lunes la presentó nuevamente, pero ahora en el contexto de una situación política.

La amargura tiene futuro

La amargura tiene futuro

 

Parece que la crónica y los artículos periodísticos están condenados a la caducidad, pues su sentido y su oportunidad se afianzan al transcurrir de los días, tanto como su finalidad da la apariencia de —como dijo Eduardo Nicol— “empantanarse en lo anecdótico”. Y esa apariencia debería tornar exagerada cuando ante un libro de artículos periodísticos y crónicas estamos. ¿Qué sentido tendría para los renglones torcidos de la cotidianidad aspirar a la perseverancia de las líneas de los libros? ¿Cómo justificar la conformación del horizonte limitado de las horas en la palabra perdurable de los libros? Se alegará que el valor literario eterniza lo efímero, aunque no lo sabremos si leer no sabemos; o que desde Lisias los libros se han atado a la circunstancia, lo que se agrava cuando nuestra circunstancia es que no leemos; o que los libros son productos de mercado —y piratería—, aunque de ello no saquemos nada claro. De ahí que resulte asombroso encontrar un extenso libro de crónicas y artículos periodísticos cuya oportunidad está en el futuro. Me refiero al nuevo libro de Guillermo Sheridan Paseos por la calle de la amargura y otros rumbos mexicanos [Debate, 2018].

         Dividido en siete secciones, Paseos por la calle de la amargura reúne las crónicas y los artículos periodísticos que Sheridan ha ofrecido en los últimos años. Por sus páginas lo mismo caminan emperifollados los rasgos “culturales” de la corrupción mexicana, que asoman esperpénticos los miembros de la nobleza sindical, o convidan impúdicos radicales de toda laya e intelectuales comprometidos de boina y morralito, mientras liban indecentes a un nuevo ídolo los revolucionarios de café y bayoneta acompañados de los esperanzados de mitin y redes ciudadanas, o caminan desprevenidos creyentes, espías afortunados, poetas agraciados y uno que otro despistado. Más de quinientas páginas de letras circunstanciales reunidas en un libro indispensable para nuestro futuro.

         Paseos por la calle de la amargura mira al futuro como indiscutible semillero de ideas e investigaciones. Será indispensable, por ejemplo, para entender la correspondencia entre Octavio Paz y Carlos Fuentes (cuya edición está próxima a aparecer gracias al trabajo de Malva Flores), y entendiéndola será necesario para pensar las posibilidades de la amistad literaria (y ese investigador futuro deberá, también, abrevar de otro estudio sherideano, pero sobre la amistad de Alfonso Reyes y Julio Torri, contenido en Señales debidas [Fondo de Cultura Económica, 2011]). O bien, para orientarse en el tejido de las historias de la intelectualidad en el 68, sus relaciones con el incomprensible Gustavo Díaz Ordaz o con el gobierno populista del presunto asesino Luis Echeverría Álvarez. Se entenderá que dichas historias nos serán indispensables ante gobiernos populistas o incomprensibles gobernantes.

         Dos son las secciones del libro en que la investigación del pasado destaca por su oportunidad presente y futura: los documentos de la CIA que conciernen a la operación política y literaria en México, y los fundamentos ideológicos de la normal rural de Ayotzinapa. En cuanto a los primeros, Sheridan destaca la confusión recurrente en las investigaciones del caso JFK y de los hechos del 2 de octubre de 1968, derivada de los testimonios imaginativos, paranoicos y fantásticos de Elena Garro; así como la grilla ideológica en los reportes de inteligencia, con más de una consecuencia interesante en la historia literaria: Rulfo, la revista Diálogos, Emir Rodríguez Monegal, el MURO y el caso del espía más estúpido del mundo (ahora articulista de un diario combativo y ménade de la tropicalidad). Sobre Ayotzinapa, Sheridan vuelve a la pregunta olvidada: ¿quién envió a los normalistas a Iguala? Por las pistas que deja para una investigación futura se va componiendo el mosaico de la ideología dirigente de Ayotzinapa, su historia política, sus relaciones con otros grupos de activistas, okupas y ultras, la descripción de sus técnicas, estrategias (o falta de ellas) y modos, así como el bosquejo de su acción posible ante un escenario gobernado por la que se dice izquierda. Libro de oportunidad presente y futura.

         El logro más importante de Paseos por la calle de la amargura, empero, es la selección de las crónicas. Si bien las crónicas traslucen sus observaciones por el filo del minutero, la perspicacia en su mirada y el buen tino de su inteligencia permiten a Sheridan ofrecer una tipología de los rumbos mexicanos. Nuevo Teofrasto, su catálogo de caracteres de la mexicanidad menándrica (y colonias bananeras anexas) reúne los temas y los tópicos que quisiera perseguir toda policía moral. Oportunidad futura para un libro que, en la dictadura moral, nos permitirá reconocer la caricatura de la honestidad valiente, la hipocresía de la república amorosa, el absurdo de la fascinación por el líder. El nuevo libro de Guillermo Sheridan es una presencia necesaria en nuestro futuro, alegría indispensable para cuando la patria deambule por la calle de la amargura.

 

Námaste Heptákis

 

Coletilla. Alguien se aplicó con una buena estrategia para la campaña de Meade y en la semana ganó perdiendo. El consenso general se mueve entre dos polos: se equivocó al señalar a Nestora, o acertó al poner en el centro a las víctimas. Yo no comparto ninguna de las dos opiniones. Alguien en el equipo de Meade vio con claridad que tras el debate, hoy es la fecha importante porque se cumplen 44 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, y es quizá la última oportunidad de usar el caso para la campaña. El uso lo tenía pensado el equipo de López Obrador, quien ayer se presentó en Iguala. ¿Cómo detenerlo? El equipo de Meade puso en discusión el caso de Nestora Salgado y con ello no sólo impidió la presencia de la “comandanta” en el mitin de Iguala, sino la publicación de la nota que pedía el lopezobradorismo y con ello contuvo el uso del caso para la campaña. Mientras, todos los sesudos analistas se fueron con la finta.

Mirada de Paz III

Mirada de Paz III

 

A veinte años del fallecimiento

de Octavio Paz

 

Nunca volvemos al mismo sitio tras leer un buen poema. Leer poesía colorea heraclítea la realidad, de ahí que nos sorprendan los nombres que da el poeta. En el poema se nombra lo real aparentando algo más y mirando en la apariencia refulge misterioso lo que de real se había olvidado: la mirada del poeta es espejo del hombre que refleja y especula, que muestra y demuestra, que al decir nos dice y diciendo nos enseña a decir. De ahí que el buen poeta que dirige bien su mirada a otros buenos poetas nos resulte tan clarificador. De ahí que sea indudable la vocación magistral del poeta Octavio Paz leyendo a otros poetas. La mirada de Paz se posa en las obras, atraviesa los versos, entona los acentos, especula, muestra, señala y nombra; nosotros, lectores del lector, nos la habemos entre nombres, entre señales, miramos el juego de miradas en la casa de espejos que son los grandes libros esperando que quizás alguna nos vea de modo tal que algo se nos haga claro. Del buen poema, quizá, volvemos con alguna claridad.

         Octavio Paz describió del siguiente modo al joven poeta José Carlos Becerra: “Me sorprendieron su calor, su capacidad para admirar y maravillarse, la inocencia de su mirada y sus facciones un poco infantiles. A veces la pasión centelleaba en sus ojos y lo transformaba. Hombre combustible, el entusiasmo lo encendía y la indiferencia lo apagaba. […] José Carlos lo oía todo con los ojos brillantes. Descubría el mundo ―y el mundo lo descubría. […] No el mundo, sino el yo: la marea verbal mece al joven poeta que, en un estado de duermevela, se dice a sí mismo más que a la realidad que tiene enfrente”. La mirada de Paz se posa en la mirada de Becerra para reconocer entre sus versos la incandescencia del mundo; el lector, mirando la mirada que mira la mirada, recorre el mundo de José Carlos Becerra admirándose de un fuego nunca visto, guiado sólo por un humo sospechado, confrontado con el recuerdo y la nostalgia del entusiasmo.

         Leo el poema intitulado El otoño recorre las islas:

A veces tu ausencia forma parte de mi mirada,

mis manos contienen la lejanía de las tuyas

y el otoño es la única postura que mi frente puede tomar para pensar en ti.

 

A veces te descubro en el rostro que no tuviste y en la aparición que no merecías,

a veces es una calle al anochecer donde no habremos ya de volver a citarnos,

mientras el tiempo transcurre entre un movimiento de mi corazón y un movimiento de la noche.

 

A veces tu ausencia aparece lentamente en tu sonrisa igual que una mancha de aceite en el agua,

y es la hora de encender ciertas luces

y caminar por la casa

evitando el estallido de ciertos rincones.

 

En tus ojos hay barcas amarradas, pero yo ya no habré de soltarlas,

en tu pecho hubo tardes que al final del verano

todavía miré encenderse.

 

Y éstas son aún mis reuniones contigo,

el deshielo que en la noche

deshace tu máscara y la pierde.

Poema de nostalgia y serenidad. José Carlos Becerra señala a la soledad con el nombre del otoño y transfigura en ello el drama de la ruptura amorosa en la contemplación sosegada del orden. A nuestras vidas, afanadas y surtas, señeras y habitables, de amor y desamor, las recorre el otoño: vemos resquebrajarse las hojas de la costumbre, los vientos barriendo nuestras seguridades, en su desnudo las ramas intimidando la esperanza y la luna coqueta de octubre asoma con un sediento sabor a promesa. El poeta nos brinda un espejo orleando nuestra nostalgia.

         Al inicio del poema miramos la mirada del poeta reconociendo en su luz la soledad. El solitario mira al mundo desde la ausencia del amado. No puede asirlo, el mundo escapa: lejanía contenida, recuerdo que roza las manos hormigueantes. El otoño es la postura que anticipa los días fríos de soledad, la fragilidad triste de las ramas resecas, el encorvado dolor de quien extraña. Miramos al poeta viendo al mundo con su soledad a cuestas. De ahí que encuentre ese rostro entre los rostros, tal apariencia entre las apariciones, los lugares del nunca, los tiempos truncos del futuro, las noches en que late fosca la soledad presente.

         En mejores días, el poeta se mira sonriente, cristalino; ahí la ausencia lánguida se filtra amenazando ignición. El poeta lo sabe, por ello lo acepta: “es la hora de encender ciertas luces”. Recorre cuidadoso los espacios, escabulle los vistazos entre escondrijos, puntos ciegos y resguardos. Pasa lista de lo hallado, inventario de lo que sigue en pie. Finalmente acepta: nunca más hacerse al amor como a la mar. El ausente ha dejado de ser puerto seguro. Se mira hacia lo lejos la señal de las naves encendidas. ¡Somos islas!

         Concluye José Carlos Becerra con una sabía ironía: “éstas son aún mis reuniones contigo”. Que las islas se sepan islas, que se prevengan de la inundación en el deshielo de la noche. Ya perderán su seguridad, su confianza. Ya despertarán cuando amaine para encontrar su máscara deshecha. Ya mirarán la ausencia en la mirada, el otoño recorriendo las islas.

         Octavio Paz miró en la poesía de José Carlos Becerra un humor incendiario. Becerra no negó la realidad del mundo, sino que la vio para iluminarla con su mirada, para encender lo sombrío de la experiencia, para incendiar la experiencia de lo sombrío. Sombras iluminadas entre la certidumbre y la duda. “La certidumbre se alimenta de la duda ―mejor dicho, la duda es la prueba, la llama, donde se quema la certidumbre. Los dedos en la llama”. Becerra mira al fuego e incendia, al incendiar ilumina: la claridad del lector es un incendio que permea por los recovecos del alma. Concluye Paz que los poemas de Becerra “lo revelan como un hombre que vivió cara a la muerte y que, frente a ella, quiso rescatar los misterios del tiempo humano y oír el rumor de los cuerpos encontrados en la memoria, en el chasquido de la nada”. ¿No es precisamente la soledad un misterio del tiempo en que la nada sorprende a la memoria? En el juego de miradas de los poetas el fuego ha mostrado su orden.

 

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. El jueves siguiente se cumplen 43 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Tras la revelación, por Roberto Zamarripa, de las conversaciones de miembros de Guerreros Unidos, la discusión sobre el tema ha sido nula. ¿Será que algunos están callando en la esperanza de que se olvide y vuelvan en un par de meses con el puño en alto a culpar al Estado? 2. Las unanimidades políticas siempre son sospechosas. Me extraña, por ello, que nadie se pregunte cómo fue posible el «consenso» en la propuesta de eliminación del fuero en la Cámara de Diputados. Más que afán celebratorio, sospecho afán persecutorio. Creo que surge de la adicción a los escándalos mediáticos. 3.  Importante atender a las modificaciones a la Ley de Asociaciones Religiosas. Piénsese que se beneficiarán principalmente los grupos reunidos en torno al Frente por la Familia y al PES. 4. Buena nota de La Jornada: los jóvenes prefieren las dictaduras. ¿Será que eso explica la reacción de la juventud en redes ante la encuesta entre jóvenes que Reforma publicó en la semana? 5. No tengo pruebas, pero la presurosa lectura que se ha hecho de los dichos no me cuadra con los hechos pasados. No creo que el adinerado ingeniero juegue tan mal con el que las encuestas ponen tan arriba. No creo que el candidato necesitado de apoyo decida pelearse con uno de sus promotores tradicionales. Creo que en realidad fue un teatrito para las galeras y que nos lo dice el único punto en que ambos estuvieron de acuerdo. Según Carlos Slim, el problema del nuevo aeropuerto es que el modelo de inversión no fue una concesión al sector privado, por lo que la posible cancelación del proyecto genera incertidumbre; según López Obrador, el nuevo aeropuerto no sería problema si fuera una concesión al sector privado. Especulando, porque especular es bien sabroso (Jorge G. Castañeda dixit), si gana Andrés Manuel y sigue adelante con la idea de cancelar la construcción del nuevo aeropuerto se planteará una solución negociada por la que Carlos Slim se quedará con la concesión. ¿No tiene eso más sentido?

Coletilla. Julio Hubard recuerda a Octavio Paz: el hombre en crisis.

Mirada de Paz II

Mirada de Paz II

 

A veinte años del fallecimiento

de Octavio Paz

 

La crítica es, lo sabemos desde Jorge Cuesta, la actividad política de la inteligencia. La crítica literaria, de modo semejante, siempre es una posición pública sobre el hecho literario. El poeta que lee a otros poetas presenta lo poético públicamente, políticamente. En la mirada del poeta que lee a otros poetas encontramos también una crítica política. Así podemos verlo, por ejemplo, en la lectura que el poeta Octavio Paz hizo de la poesía de Efraín Huerta.

         Dice Paz: “A mi generación, que fue la de Efraín Huerta, le tocó vivir el crecimiento de nuestra ciudad hasta, en menos de cuarenta años, verla convertida en lo que ahora es: una realidad que desafía a la realidad […] Fuimos amigos y nunca dejamos de serlo […] Más tarde las pasiones políticas nos separaron y nos opusieron pero no lograron enemistarnos. Vi en él siempre al Efraín de nuestra adolescencia: al poeta apasionado e irónico, al amigo un poco silencioso y afable. En su trato Efraín era cortés y discreto, como buen mexicano. La violencia de algunos de sus poemas y epigramas contrastaba con su finura personal […] Hay un Efraín Huerta poco conocido, oculto por lecturas más fervorosas que atentas”. La crítica literaria de Paz busca hacer visible al poeta apasionado. La fama de Huerta creció como la ciudad: distorsionando la realidad. La lectura del amigo debería darnos ojos para leer bien a Huerta. ¿Será?

         Leo el poema “Ternura”, del poemario Estrella en alto de 1956.

Lo que más breve sea:

la paloma, la flor,

la luna en las pupilas;

lo que tenga la nota más suave:

el ala con la rosa,

los ojos de la estrella;

lo tierno, lo sencillo,

lo que al mirarse tiembla,

lo que se toca y salva

como salvan los ángeles,

como salva el verano

a las almas impuras;

lo que nos da ventura e igualdad

y hace que nuestra vida

tenga el mismo sabor

del cielo y la montaña.

Eso que si besa purifica.

Eso, amiga: tus manos.

El poema todo proviene de la vista. Quien habla en el poema mira unas manos. Manos son, pero no por su materia, tampoco por su acción, sino por una posibilidad propia de ellas: la ternura. Lo tierno aparece en la tercera de las cinco partes del poema. La tercera parte, y central, articula la mirada y el alma, lo que mira y lo que no se mira, con un toque inmaterial. Las manos son el medio inmediato del toque; las manos tiernas son ángeles.

         Visto en su conjunto, el poema desciende por un camino que conduce a las manos en que se mira la ternura invisible. Los pasos del camino descendente son lo breve, lo suave, lo que salva, la vida, las manos. Sólo las manos carecen de la levedad de breve, suave, salva y vida. Pero se trata de aliviadas manos que en ternura purifican. Huerta llega a la tierna caricia de las manos por un camino silencioso y afable.

         La caricia tierna siempre es breve: como el mensaje en la paloma, que apenas vuelve confirma en su pequeñez la inmensidad del mundo; como la vida de la flor, que apenas esplendente se marchita inapelable; como esa mirada atónita de los amantes en la desvelada noche. La caricia tierna siempre es suave: decidida y natural como el chupamirto, expectante y sorprendida como quien con la mirada confirma su entrega. La caricia tierna salva estremeciendo, como el espíritu sobre las aguas, como la pila del bautismo, como cuando los amantes son una misma nota… De ahí la vida, de ahí que la caricia tierna nos iguale en ventura. En el amor, la pareja de amantes se aventura a la vida. Sólo así volvemos a las manos, tras recorrerlas recorriendo en la imaginación su camino. Volvemos a las manos a admirarlas, a desearlas. Volvemos por fin a las manos puras.

         Octavio Paz consideró que Efraín Huerta era en realidad un poeta fino al que es necesario rescatar de la batahola antipoética. Si bien el influjo infrarrealista tiene una constancia en la arena política, eso no significa que el lector de poesía deba aceptar el canon antipoético de una postura política. Afirma Paz: “Nada más alejado de los gustos poéticos y del temperamento de Huerta que el didactismo de la literatura doctrinaria […] El poeta acaba siempre por vencer al ideólogo”. Manos impuras las del ideólogo que distorsiona la mirada para hacerse de un lugar en la plaza pública. Manos impuras las del lector que permite que su ideología anuble su experiencia del poema. Manos puras las del amante entregado, las del lector cuidadoso, las que acompañan a la mirada en la ternura apasionada de los mejores días.

 

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. A continuación un enigma. Primero. El jueves 12 de abril, en Reforma, Roberto Zamarripa presentó un reportaje en que se revela el contenido de conversaciones privadas entre miembros de Guerreros Unidos en torno a los hechos de la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala. Entre los datos se tiene que: no serían 43, sino hasta 60 desaparecidos aquella noche; que los normalistas de Ayotzinapa fueron confundidos con miembros de Los Rojos por los sicarios de Guerreros Unidos; que Guerreros Unidos recibió la ayuda de policías de Iguala, Cocula y Huitzuco. Además, se añadió que la PGR y la CIDH ya habían recibido la información. Segundo. El viernes 13 de abril, en Reforma, Sergio Sarmiento apuntó en torno al reportaje de Zamarripa: “Esos mensajes confirman en lo esencial la llamada verdad histórica. Los normalistas fueron identificados como integrantes de Los Rojos. Fueron privados de la libertad con apoyo de policías municipales y entregados a Guerreros Unidos. Al parecer fueron asesinados”. Tercero. También el viernes 13 de abril, también en Reforma, Carmen Aristegui también escribió sobre el reportaje de Zamarripa, afirmando: “En el expediente quedaron registradas comunicaciones en las que se muestra la manera en que coordinaron, desde allá, la intervención de policías en Guerrero para frenar el presunto avance, para tomar la plaza, de otro grupo delictivo conocido como Los Rojos. En una trágica confusión, dieron por hecho que los jóvenes estudiantes formaban parte de una operación comandada por Los Rojos que pretendía tomar la plaza. Estas comunicaciones muestran de qué manera se ordenó la actuación de policías para atacar con armas de fuego a los estudiantes”. Y ahora el misterio. ¿Por qué habrá olvidado la señora Aristegui ponerle sujeto a quienes “dieron por hecho que los jóvenes estudiantes formaban parte…”? ¿Por qué dejó en la vaguedad el “se ordenó la actuación de policías”? ¿De dónde sale su acusación de complicidad “desde las altas esferas”? Claro, doña Carmen cree que si la realidad no corresponde con sus prejuicios, peor para la realidad.

Obituario. Dijo ayer Enrique Krauze: “Ha muerto Joy Laville. Llenó de belleza y luz la pintura de México. Llenó de amor la vida de nosotros, sus amigos. Ahora se reencuentra con Jorge Ibargüengoitia, en algún lugar”. Hoy la recuerda bellísimamente Jorge F. Hernández.

Coletilla. “La redacción no tiende a intensificar la vida; la escritura tiene como finalidad esa tarea. La redacción difícilmente permitirá que la palabra posea más de un sentido; para la escritura la palabra es por naturaleza polisemántica: dice y calla a la vez; revela y oculta. La redacción es confiable y previsible; la escritura nunca lo es, se goza en el delirio, en la oscuridad, en el misterio y el desorden, por más transparente que parezca”. Sergio Pitol, el hombre salvado por los libros.