La revolución que ha causado internet a nuestras vidas ha sido rápida y notoria. Pokemon Go es el mejor ejemplo de gente transformada por algo irreal, aunque realmente camina por lugares reales cuando usa la aplicación. Lo más irreal con lo que se entretenían las personas anteriormente era al escuchar historias, contarlas, leerlas o escribirlas. Si no mal recuerdo y logro observar a mi alrededor, esto todavía sucede. Incluso se puede leer y compartir información mediante un celular (donde los pokemons comparten espacio con los libros y las conversaciones) o cualquier otro aparato perfeccionado cada año (si es que la perfección puede ser efímera). La tecnología también ha cambiado nuestros hábitos de lectura.
La lectura nos habitúa a ciertos modos de comportarnos; modifica nuestro carácter. ¿Se puede hablar de un hábito de lectura cuando leemos bits? Un hábito es algo que tarda en implementarse en el alma; no logramos leer durante dos horas seguidas si antes no relacionamos letras con palabras, palabras con palabras para formar una oración o enunciado, y párrafos con párrafos. Si bien todos los formatos electrónicos tienen como modelo la forma de una página física y el lector realiza los mismos procesos complicados al leer en una computadora, el tamaño de la superficie puede variar notablemente (desde un celular de tres pulgadas hasta una pantalla de 60 pulgadas), además no se cambia de página como en el libro físico y no se puede subrayar. ¿Se puede lograr el mismo nivel de concentración con algo que sólo se ve en lugar de algo que puede verse, tocarse y hasta olerse?, ¿se recuerda de la misma manera lo que sólo se ve que lo que se acompaña con diversos sentidos? Asimismo, el lector de bits se encuentra con el dilema de leer lo que alguien ha tardado muchísimo en pensar y redactar o lo que su contacto acaba de postear; peor le pasa cuando está leyendo y suenan notificaciones de algo que podría ser más interesante que los refranes que Sancho comparte en el Quijote. Es cierto que esto se puede evitar si se acuden a las tablitas diseñadas exclusivamente para guardar libros y archivos de texto. Lamentablemente, entre tantos textos, algunos se quedarán estancados, debido al olvido de su dueño, entre tantos millones de bits; es decir, estos aparatos fomentan la colección de textos, no su lectura cuidadosa. Lo anterior no quiere decir que el internet y la tecnología estén confabulando planes maléficos contra los libros físicos, sólo pretendo enfatizar que dificultan nuestros hábitos de lectura.
Los contenidos breves e intensos del internet han acelerado la modificación de cómo leemos un texto, lo cual afecta directamente a cómo lo entendemos y cómo llevamos nuestra vida. Nos gusta lo impactante, lo breve, lo que no requiere una lenta y larga reflexión. Inhalamos contenidos, no los degustamos. Si esto es cierto, todo ejercicio de escritura se ha ido modificando y los escritores deben pensar cómo combatir o aprovechar tales cambios. Un ejemplo claro del aprovechamiento de la tecnología es el uso de los blogs, el cual puede ser bien usado y fomentar la lectura entre los internautas. Claro que debe pensarse cuidadosamente el modo adecuado de escribir en un blog. Aunque habrá quienes se opongan a su uso o digan que no importa el modo en el cual se debe escribir, pues lo importante es manifestarse mediante las palabras en diferentes sitios. Todo depende qué les interese escribir, a quiénes se quiere escribir, por qué y para qué se quiere escribir. Es un asunto bastante complejo; más si no logramos responder a lo siguiente: ¿cómo capturar la atención de un maestro pokemon?
Yaddir