para ti,
a quien estoy esperando
Mi vida es como una gota de rocío, y tú la hoja que me arrancará el amanecer.
Námaste Heptákis
Parte de guerra 2012. 7385 ejecutados al 14 de septiembre.
Voces de la caravana. «Imaginen a un niño que devuelve al océano algunas estrellas de mar que quedan a la orilla de la playa.
– ¿Qué haces?- le dice al niño su papá.
– Lanzo estrellitas de mar- contesta el niño.
– ¿Para qué? Mira: ¡Son miles! Nunca vas a acabar. Unas cuantas no hacen la diferencia.
– Mira esta estrellita de mar, papá. Mírala bien, para esta yo ya hice la diferencia.
Eso está haciendo esta Caravana. Una pequeña diferencia». Enrique Morones, 9 de septiembre.
“Nosotros, a pesar del dolor que esta guerra nos ha infringido, no hemos hecho de nuestro sufrimiento un motivo para el odio y la derrota. Lo hemos transformado en amor y en una larga búsqueda de paz. Pero si ustedes no toman nuestro camino y pasan por alto la urgencia de este momento diciendo que esto no es asunto suyo, nos habrán dejado muy solos y un día también ese sufrimiento terminará por alcanzarlos. […] Soñamos que juntos podremos salvar la democracia y darle un nuevo y más profundo cauce, el de una democracia que ponga por encima de cualquier interés la dignidad y la libertad de los seres humanos. Esta es nuestra esperanza. Esta es también la fe con la que durante un mes hemos caminado por territorio estadounidense y regresamos a México. Con ella encendemos una vela en la oscuridad que nos envuelve y aguardamos, en la esperanza, que muchas más se enciendan hasta que la luz termine por cubrir las tinieblas”. Javier Sicilia, 12 de septiembre.
Obituario. Diariamente, en pequeñas cápsulas radiofónicas, Ernesto de la Peña nos invitaba a reflexionar sobre los misterios de la vida. Testimonio y celebración era el nombre de su sección, y la nombraba perfectamente. Testimonio y celebración es un buen título piadoso que hunde sus raíces en la savia del humanismo erasmiano. Testimonio y celebración sería igualmente aceptable como un buen título de la labor pública de Ernesto de la Peña. Su presencia en los medios culturales fue siempre testimonial: testimoniaba la entrega al saber, la delicia de la cordura que se deleita en el arte, la moderación poética del arrebato musical; en suma, testimoniaba la presencia de lo divino en lo humano y de lo humano en lo divino. Ernesto de la Peña nos enseñó en sus cápsulas, en sus programas y selecciones musicales, en sus poesías y ensayos, el testimonio de lo perfecto en la pequeñez del mundo, de lo perfecto en el instante, de lo perfecto en lo temporal humano. Y al testimoniar, el maestro de la Peña celebraba: celebró el genio humano a través de la palabra, celebró la gracia natural a través de la música, celebró a la Creación a través de la cordialidad de su obra: “tal vez Dios es el deseo incumplido de los que no tenemos fe”. La obra de don Ernesto de la Peña, su presencia pública, fue testimonio y celebración de la sabiduría. Descanse en paz.