Cuentos de cuarentena I

Carta a Lucía

Querida Lucía, escribo para enviarte un coordial saludo y para matar el tiempo en medio de tantas cosas que tengo por hacer. Imaginate cómo es que estoy de aburrida cuando en lugar de estar atenta a las redes sociales y a lo que en ellas acontece no me queda más remedio que sentarme a escribirte a ti.

Aunque lo hago más sabiendas de que no leerás mi carta hasta el final, porque admitásmolo, a mí me da tanta flojera escribirte como a ti te da flojera leerme, pero lo cierto es que ya me canse de estar tanto tiempo frente a la pantalla, me arden los ojos y comienzo a sospechar que no me está dejando nada bueno pasar el día viendo videos de gatitos.

No hace mucho se fue la luz en mi casa y por lo mismo el Modem se apagó, como no traía datos en el celular no me quedó  de otra más que sentir la impotencia de no poder hacer nada, así que comencé a escribir, quizá por eso ahora me llama la atención redactar esto y enviartelo.

Hace mucho tiempo que ya no nos reunimos, el encierro me está matando de abuirrimiento, antes podíamos ir a los conciertos y cafés, ahora ni eso, lo que me parece bastante chocoso porque no tengo material para fotografiar y subir, las reacciones en mis redes bajaron y junto con ello también mis ánimos.

Me enteré de que han muerto familiares cercanos tuyos, es una lástima que no haya podido acompañarte, estoy segura de que te pareció bastante aburrido tener que estar sola con el trabajal que implican las excequias para que nadie vea tu enorme capacidad para organizar eventos sociales y cosas así.

Tal vez estoy siendo impertinente amiga, pero no sé cómo más he de soportar tanto tiempo encerrada en mí misma y sin la posibilidad de convivir con otros, fuera de tus entretenciones sociales ¿Cómo has estado? ¿Te sientes tan aburrida como yo? ¿He de confesar que no sólo el aburrimiento me invade, también alguna sensación de vacío y lo peor del caso es que la experiencia de compra no me llena.

Sin más por el momento me despido con la esperanza de que todo esto acabe pronto, el aburrimiento es tal que ya parece que me escribo a mí misma para tener algo de coherencia entre toda esta locura.

Atte: Lucía

Maigo

De la esposa de Eetes a su infante niña

Lloras porque temes que algún día muera, ya has visto que cuando eso pasa nunca se regresa, no te puedo garantizar siquiera amanecer o poder despertarte para llevarteSigue leyendo «De la esposa de Eetes a su infante niña»

Carta abierta a una amiga llamada Elba.

Elba:

El placer que me ha dado la última conversación que tuvimos, me ha llevado irremediablemente a reflexionar sobre la naturaleza de la amistad, en especial de nuestra amistad. Las escribo ahora procurando ser breve, pues más que claridad al respecto no he dejado de sentirme maravillada ante algo que bien podríamos pensar como milagroso, pues entrelazar dos almas en una amistad como la que tenemos, es algo que parece propio de la divinidad.

Las condiciones espacio-temporales que en algún momento nos reunieron para conversar han sido superadas, sin que veamos con claridad cómo se da esto, al grado de que aún cuando el tiempo pasa, estando cada una de nosotras en espacios diferentes, como seres unidos amistosamente nos reconocemos al volver a vernos para seguir conversando. ¿No te maravilla cómo un hecho que se viste con esa apariencia de cotidianidad muestre  que tal separación es meramente circunstancial?

Bien vemos entre algunas personas mayores, que pueden ser tomadas como ejemplo de vida, que la posibilidad de conversar entre ellas, y por tanto su amistad, se conserva porque ésta no se fundamenta en la búsqueda de lo efímero o en el recuento de lo que se hizo en común, de ahí que no sea del todo claro que la amistad pueda explicarse por la atracción de lo semejante con lo semejante, o de lo disímil entre sí. Nuestras similitudes y diferencias dan cuenta de ello.

Amor podría llamarse a ese algo, pues en tanto que éste es misterioso nos deja la tarea de pensar el hecho de que conversar con el amigo que no se ha visto en mucho tiempo es algo que se logra cuando esa amistad se fundamenta en lo que siendo invisible, inmaterial e intemporal perdura, a pesar del espacio y de los eventuales desacuerdos que ponen en peligro los lazos que algún momento se formaron.

Me despido, sabiendo que he pecado de parquedad, pero de momento no encuentro las palabras que apropiadamente expliquen de manera satisfactoria al fundamento de lo amigable. Por lo pronto, te deseo un feliz cumpleaños, larga vida y la prudencia para llevarla.

Maigo.

Pequeña y Exagerada Retahíla contra ‘Facebook’

Por A. Cortés:

Imaginemos tres personas que maquinan un juego: usarán tres pequeños cuartos vacíos, cada uno se sentará en el suelo del suyo y luego escribirá un fragmento de conversación rayando en una de sus paredes. Cuando los tres hayan terminado de escribir, cambiarán de cuarto rotando hacia la derecha, yéndose el último de ellos al primer cuarto y, luego, leerán los mensajes de sus compañeros y los contestarán con breves frases debajo. El procedimiento se repetirá y el juego se seguirá por lo menos dos horas diarias. ¿Divertido?

Bueno, ahora imaginemos que estas tres personas se cansan. Para hacer más entretenida su actividad (a la que llaman imaginativamente ¾), llevan a cada habitación un juego de mesa diferente. Además de escribir se ocupan de mover una pieza por ocasión y, cada cual a solas, juega lentamente 3 divertidos Turistas (o lo que sea) y se imagina a los otros tres jugando con él. Pero es claro que seguirá la insatisfacción porque no hay mucho que hacer aún, así que terminan llevando bolsas muy grandes llenas de payasadas y montones de cosas más para cambiar, mover, señalar, comentar, colorear y menear. Los cuartos ya están atiborrados de estas variadas herramientas y coloridos enseres.

Ahora podemos con facilidad imaginar a uno de ellos llegando en la mañana a donde están los tres cuartos para comenzar el ya habitual ejercicio. Ve a los otros y sin saludar se apresura a entrar para rayar en el muro un “Hola, amigos”. Toma la foto que el segundo dejó en el suelo y le escribe “jajaja” debajo. Mueve las bolsas buscando algo nuevo y ve un zapato que dejó el tercero, se quita el suyo y hace de ellos un par. Lo mete en la bolsa. Deja un video, saca una papa de la bolsa de papas que ya están poniéndose chiclosas, se fuma un cigarro, y le da su soplo respectivo al viejo balón desinflado que lleva ya tres semanas siendo devuelto a su redonda forma. En cuanto salen los tres, todos muy ilusionados de pensar en lo que dirán los otros cuando vean cómo dejaron la habitación, sólo se dicen “ahorita ves”, y se van con aire triunfante.

Pintado así, éste es un juego que sólo tomaría en serio un loco. Bueno, pues eso es facebook.

Sus amantes me dirán que soy un exagerado, y ya quiero que lo hagan. La verdad es que no creo que haya mucho que exagerar; de por sí el facebook ya es muy exagerado. Y es que es cierto que sirve para “encontrarse” con viejos conocidos –para eso sirven también y mejor los cafés- o, bueno, para contactarlos –para eso no se necesita conectarse diario-; pero la verdad es que tratar de encontrarle mucha utilidad y tratar de pintarlo como necesario no puede hacerse con éxito, porque es un juguetote y sirve para jugar.

El peor problema no es ése, porque nada de malo tiene jugar. El problema es lo propenso que es para que se olvide su carácter de juguete. Se le llama “red social”, y ya la sociedad es una red. Entonces, ¿qué clase de relación social se lleva allí? No es lo mismo ver a alguien que ver su foto, y los muy metidos en el asunto lo pasan por alto creyendo que por escribir un mensaje que el otro leerá ya están platicando. Tampoco es falso que se pueda tener una buena conversación epistolar, pero esto es diferente porque olvida (o ayuda a olvidar, más bien) que se puede platicar cara a cara. No estoy diciendo por eso que sea malo tener una cuenta de facebook, lo malo es lo fácil y subrepticiamente que se convierte en vicio.

Ése es el problema de este juguete: sirve para jugar a que uno se relaciona con otros. Sirve para jugar a platicar, y como todo lo dicho es público, se vuelve difícil que se platique en serio (de hecho se ve mal a quien se pone a hablar muy en serio en facebook, y con razón). Al rato ya se nos olvidó que era “de a mentiras” y ya no nos ocupamos ni de encontrarnos con otros ni de tratar con ellos cuestiones importantes, porque en nuestro nuevo mundo virtual nadie habla de cosas serias. Y cuando los más enviciados ven a otras personas frente a frente, hablan de “lo que pasó” en facebook. ¿No es ésta una inversión horrorosa?

Saber distinguir entre una cara y una foto es algo que cualquier humano sano debe poder hacer. Si se nos olvida cómo, ¿qué diremos que nos está pasando?