De la fuerza moral

De la fuerza moral

Se vuelve imperio la moral. No hay diferencia entre la voluntad suprema y lo moralmente correcto. ¿Quién distinguirá al ignorante del que sabe algo en la ambigüedad teológica del poder? Por eso la censura se ha disfrazado cómodamente. Esperamos, para denunciar la censura, un temblor injustificado, una amenaza palpable, casi un hecho violento. ¿Qué moralidad hay en esa confusión? La inmoralidad de la censura no la percibimos en relación con la verdad, sino con lo llamativo del acto. La moralidad es un disfraz de la ofuscación. Se convierte la moral en un nombre para lo aprobado, ya no para aquello que manifiestan las acciones. Así como la censura se disfraza, la democracia habrá de ser de nuevo administración de la aprobación. ¿Qué poder administrará dicha aprobación? La investidura moral. Se dirá que la moral es un fenómeno previo a la ley, que es más vigoroso el cuerpo político cuando se obedece a esa fuerza primitiva, que como no hay diferencia entre el mandatario y el pueblo, no es posible dividir ese impulso. ¿Por qué la moralidad es la salud de dicho cuerpo, si de verdad es previa a la ley? ¿Cómo impedir la contradicción entre la aprobación moral y la verdad práctica? La moralidad podrá producir unidad publicitaria, pero no logrará hacer justicia. No sólo por su desprecio de la ley, sino también por su ignorancia inevitable. La famosa autoridad moral servirá, como en todos los gobiernos caprichosos, para propagar la imagen. No es lo visible en las decisiones acertadas, sino aquello que determina toda decisión del poder cuando la democracia “existe” por fin. Dirán que no hay objeción suficiente, que pedir limitantes a las buenas intenciones morales es desconfianza inútil. No habrá acusación que valga en contra de una saludable moral. No habrá diferencia entre lo justo y la venganza, la cual puede disfrazarse de indignación. Se moverá esa fuerza vital, pero no sabremos discernir moralmente hacia su entraña. La moral será sólo una mentira eficiente.

 

Tacitus

Lectura de la lectura

Constantemente los educadores se ven aquejados por una pregunta: ¿cómo incentivar la lectura? Pues se supone, y no sin razón, que los libros acompañan y fortalecen la educación en cualquier especialidad. Hay libros de todos los temas, sobre cualquier aspecto, por muy específico que sea, que le ataña al alma humana. Así como existen personas de almas muy específicas, con muchas sutilezas, existen libros muy específicos y sutiles. Por ello, quizá, Cervantes humaniza a los libros en el famoso escrutinio a la biblioteca de Don Quijote. También hay libros cuya simplicidad sería difícil encontrar en la realidad. Los libros nos permiten conocernos así como conocer lo que nos atañe.

Pero para que la lectura sea central en la vida, no sólo se requiere volverse caballero andante, simplemente se necesita aprender a leer. Y no me refiero al acto de identificar las letras, juntarlas para ver palabras, cuyo significado presumiblemente deberíamos saber, y juntar las palabras entre sí para ver el sentido que tiene lo leído. Me refiero al acto de pensar lo que el autor de algún gran libro nos conduce a pensar; y, tal vez después de mucho reflexionar, a entender lo que ese autor entendió del modo en el que lo entendió. Este esfuerzo sólo vale cuando un texto nos dice algo importante, vital. Para llegar a entender los temas, los problemas, las preguntas, como un escritor los entendió, hay que leer de modo cuidadoso. Hay que preguntarse constantemente, en una novela, por ejemplo, por qué la narración comienza de una manera y va siendo conducida por ciertas escenas; por qué tales personajes son los centrales; por qué en tal escena aparecen los dos protagonistas juntos; por qué un capítulo se nos habla de uno de los dos personajes principales y el siguiente del segundo; entre otras muchas minucias que muestran el arte narrativo del escritor. Los educadores tienen una ardua tarea si quieren enseñar a leer; quizá hasta una doble tarea. Pues el principal educador es el libro.

La estrategia para incentivar la lectura en México, propuesta por el presidente y por Paco Ignacio Taibo II, quien oficialmente es gerente editorial, parte de dos ideas: los libros deben ser accesibles para todos y el estado debe controlar los precios de los libros. Contra la primera nadie estaría en desacuerdo, quizá sólo se le añadirían detalles de operación, que si conviene más poner bibliotecas en lugar de librerías o hacer algo así como una biblioteca andante; que si el papel debe ser muy barato o simplemente reciclado, entre otros muchos detalles. Pero si para lograr lo anterior se deben reducir los precios de los libros, de editoriales públicas y privadas, la injerencia del estado se anuncia poco halagüeña. Si para tener libros baratos, a partir de 10 pesos (aproximadamente cincuenta centavos de dólar), el estado debe subsidiar a las editoriales privadas y públicas, entonces el estado podría tener control de los contenidos que se publican. AMLO, el presidente de México, ha escrito bastantes libros que justifican sus ideas políticas. Paco Ignacio Taibo II es famoso por sus filias marxistas. Se podría prever que su estrategia esté teñida por la ideología, que quieran publicar, con la proyección de todas las editoriales que trabajan en México y en millonarios tirajes, la justificación a las ideas, proyectos y acciones del régimen. Quizá AMLO quiera que sus libros sean tan leídos como el Libro Rojo de Mao Zedong. A su vez, podrían decidir qué textos no se deben publicar por ir en contra de las ideas régimen; si algún periodista no se alinea con el patrón, se le podría castigar con la censura. Si esto pasa, ya no habría posibilidad de que hubiera lectura cuidadosa. La lectura serviría para adoctrinar. Ya no se podría educar mediante la lectura.

Yaddir

El artificio de la mendacidad

El artificio de la mendacidad

 

Siete cuentos morales es una obra maestra. A través de sus páginas el lector puede descubrir una inusual reflexión sobre el arte literario y reconocer una sabia mirada sobre la acción humana. En el más reciente libro de John Maxwell Coetzee el lector podrá encontrar un artificio por el que se muestra el problema de la moral, artificio tan cuidadosamente construido que vuelca sobre sí mismo y reflexiona sobre la artificialidad: la autoridad moral de Elizabeth Costello cuestiona sobre la moralidad literaria; la autora que incomoda a sus lectores se lee a sí misma para incomodarse. El lector termina Siete cuentos morales maravillosamente incómodo.

         El último capítulo, intitulado “El matadero de cristal”, es el panóptico de la curiosidad que opera por seis lentes distintas y correspondientes. En lo narrativo, el capítulo nos vuelve a presentar a una anciana Elizabeth Costello, pero ahora señaladamente accesible por la mirada ajena y la sospecha sobre la mirada. El hijo de la novelista australiana recibe los cuadernos de notas de su madre “para ver qué se puede hacer con eso”, y el capítulo nos muestra la búsqueda de sentido entre las notas. O dicho por tercera vez: el capítulo expone la capacidad lectora del hijo, al tiempo que muestra la dificultad de la lectura cuando un gran escritor no ha ordenado lo leíble. ¿Cómo entender a la incómoda Elizabeth Costello desde una mirada ajena? ¿Acaso no es el mismo problema la comprensión de cualquier personaje literario? ¿O no es el problema mismo de la literatura? ¿O será el problema de la vida? El lector podrá pensar sobre la actividad lectora en el panóptico de la curiosidad reflejado en la presentación coetzeana de la incomprensión literaria del lector ficticio de la escritora ficticia.

         A lo largo del último capítulo, la curiosidad es presentada a partir de dos actividades: la lectura y la visión. En el primer apartado, el hijo lee el origen de una perturbadora idea de la madre: construir en el centro de la ciudad un matadero de cristal para mostrar a todos el horror de los rastros. El hijo sentencia sin titubear: no será posible, pues nadie quisiera ver un matadero y es antihigiénico. La escritora cree que ambos motivos son suficientes para llevarlo a cabo. El lector, en tanto, también lo sabe: comprende la precaución burguesa del hijo, tanto como la crítica de la madre. Ni el lector, ni la madre, ni el hijo hacen nada: la idea del matadero de cristal parece quedar sólo como un desagradable proyecto. La primera sección del capítulo aparenta inconclusión.

         En la segunda parte, el hijo lee entre las notas de la madre el relato de un sacrificio que ella presenció. La escritora vio a un joven moreno llevando en brazos a un cabrito blanco, camino al matadero. La escritora resalta el contraste cromático de la escena y la armonía sentimental entre la tranquilidad del cabrito y la seguridad del joven. La muerte, parece decir, es sólo un problema operativo. Tranquilo va el cabrito camino al matadero; seguro administra la vida el que tiene el poder. La escritora lo mira todo aterrada: un sacrificio arrebata su tranquilidad, la muerte disipa toda seguridad. El hijo lee a la madre: tranquilamente reconoce un problema moral, seguro está que el relato es sólo literatura. El lector, ¿lleva en brazos el libro, es conducido por otro, o espera profesional en el patíbulo?

         La tercera parte presenta al hijo leyendo un fragmento que su madre escribió sobre Heidegger. En primera instancia, resalta que al hijo le interesa el fragmento por mera curiosidad, pues reconoce no haber leído a Heidegger, ha oído que es muy complicado y quisiera ver qué podría decir su madre sobre él. El asunto se complica cuando la Costello reflexiona sobre el amor de Heidegger, cuando considera que su amorío con Hannah Arendt es la exhibición suficiente de la incorrección de su pensamiento. Para Costello, la imagen del profesor exultante en la cama con su alumna es prueba suficiente de la reducción del mundo: la mundanidad se reduce al instante extático. La escritora produjo una imagen para juzgar lo que leyó, pero la imagen surgió incompleta. El hijo lee la imagen incompleta de la madre, no imagina razones para la incompletitud; lo razonable es suponer que se trata de un boceto que cualquier día podría ser terminado. La mundanidad de Costello se produce literariamente, la del hijo moralmente. El lector, ¿ve más allá de la imagen de Costello, o imagina las razones del juicio del hijo? ¿Acaso es por el lector que la imagen, el relato y la lectura no se completan?

         La cuarta parte presenta la lectura del hijo a una página del diario de la novelista. Ahí, la australiana relata su asistencia a una conferencia en que el especialista narró a detalle un experimento cartesiano con un conejo. Perturbada, la Costello apuró su salida de la conferencia y en el vestíbulo del auditorio se hincó a pedir perdón y clemencia por el maltrato animal; en su alma permeaban perturbadores versos de Blake. El hijo concluye la lectura del relato y anota en alguna de las hojas que se ha comprobado científicamente que en las condiciones del experimento cartesiano, el conejo no experimenta sufrimiento. Nuevamente contrastan los involucrados. La Costello se niega a presenciar la conferencia-matadero y produce literariamente su mundanidad: la poesía de Blake abre el camino a la plegaria que el placer sexual cerró a Heidegger, espectador del matadero. El hijo, espectador de la ebullición de los placeres de Arendt y Heidegger, confirma seguro ‒y con aval científico‒ los límites de su mundo: la información se administra con la confianza imperturbable ante lo incompleto, i.e. progresivamente; el progreso nos da razones para ocultar el matadero. ¿Y el lector? Hay lectores que creen que el Juicio Final nunca estará cerca; los mataderos, por higiene, no están en el centro de la ciudad.

         La quinta parte presenta al hijo leyendo la nota más extensa del paquete, que es una reseña inconclusa sobre los animales y el modo en que el hombre se relaciona con ellos. En el texto, Costello se sorprende por el argumento del libro. La empatía, dice el libro, es una producción humana que podría datarse a finales del siglo XVIII, tras la instauración del subjetivismo moderno. Siendo así, nuestra consideración empática del dolor animal no asegura la comprensión del sufriente, sino que confirma la construcción por la que operamos nuestra conceptualización del dolor ajeno. Obviamente, leer una idea semejante hace que la escritora vea cuestionada su mundanidad literaria. ¿Acaso no es el escritor quien produce un artificio para operar las subjetividades? ¿Conoce el novelista a los sujetos que crea? ¿Cervantes podría ser empático con Alonso, Flaubert con Emma o Mann con Hans? ¿Y qué de Coetzee con Costello pensando sobre esto? ¿Y el lector? ¿Leer es ser operado por el artificio literario para operar las subjetividades dispuestas por el productor del artificio? ¿Acaso para ser lector se requiere que un gran novelista produzca en nosotros su artificio? ¿Podemos leer algo no ordenado por un gran autor? ¿El lector es una producción humana? Costello aprende en el libro que la salida al abismo de la producción moderna se encuentra en la angelología de Santo Tomás de Aquino, quien podía comprender la superioridad del hombre sobre las bestias por la inteligencia, tanto como la inferioridad de la intelección humana respecto a la inteligencia angélica. La jerarquía bestia<hombre<ángel no se funda en ningún principio empático, ni en producción alguna, sino en la comprensión de lo real y el reconocimiento de la propia labor especulativa. Costello reconoce ahí una lección de modestia. Coetzee no nos dice lo que de ello piensa el hijo. ¿Lo sabe el lector, o al leer esto no sabe ya ni en qué piensa?

         El último apartado del último capítulo es el único donde el hijo no aparece leyendo, sino solamente conversando telefónicamente con su madre. Ella comenta dos cosas. Primero, que algo le pasa, pues padece olvidos y ya no puede completar sus escritos. Ella explica al hijo que eso es natural: siendo material el cerebro habrá un desgaste inevitable. Explicación suficiente para el hijo; ingenioso artificio por el que la escritora oculta el asunto principal y cambia de tema. Segundo, que vio por televisión un documental sobre la administración industrial de los pollos. La televisión opera como el matadero de cristal, aunque no al centro de la ciudad, sino de la casa; es un matadero que ya no perturba, sino que confirma la seguridad del progreso y su moralidad. Costello, en cambio, con su mundanidad literaria construye el artificio por el que se podría volver a la plegaria. Costello, la perturbadora, escribe para que imaginemos las otras mentes. El artificio literario podría mostrarnos la crueldad del cristalino matadero que se nos ha vuelto la moral. Una obra maestra como Siete cuentos morales es el camino por el que Coetzee nos ayuda a pensar el artificio de la mendacidad. Nada más.

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. El sábado pasado, el presidente declaró que ya no se pertenece pues es del Pueblo. El doctor Lorenzo Meyer escribió el pasado domingo que el presidente es comparable a Hércules. El culiatornillado Porfirio Muñoz Ledo declaró el lunes que el presidente es un iluminado. El martes, José Blanco celebró que tenemos un presidente en servicio de los humanos, primero de los pobres. Y así… 2. Ante los familiares de los normalistas de Ayotzinapa, el presidente pontificó: la verdad es revolucionaria, la mentira es reaccionaria y del diablo. 3. Saldo de la primera semana: tres periodistas perdieron su espacio en radio (Eduardo Ruiz-Healy, Carlos Loret de Mola y Ana Francisca Vega). ¿Cuándo será la marcha sobre Reforma para denunciar la censura? Ah, claro, la indignación es selectiva y vivimos nuevos tiempos. 4. Christopher Domínguez Michael ha escrito la mejor crítica sobre la posible designación del nuevo director del Fondo de Cultura Económica.

Coletilla. José Antonio Aguilar Rivera da cuenta de un milagro académico: tesis de maestría de un político mexicano que creció milagrosamente y fue publicada como libro con elogios y bendiciones por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Usted, compatriota, financió un plagio.

Lugares del otro

Lugares del otro

 

La ingratitud demerita la vida; algunos compromisos la frivolizan. Comprometerse no es malo en sí mismo, sino que es bueno en tanto el compromiso nos reúna en lo mejor. Problema de algunos comprometidos es que reducen su experiencia al cumplimiento fácil: prometen con desparpajo, elogian con liviandad, confunden la simplonería de la obediencia imbécil con la convicción esforzada de una acción notable. El problema no es el compromiso, sino comprometerse para reposar plácidamente en la insulsez. Comprometerse con la frivolidad hace a la vida ingrata.

         Frívola y comprometida ha sido la nota con la que Elena Poniatowska homenajeó a Fernando del Paso. Véase el primer párrafo: “Más que ningún otro escritor, por medio de La Jornada Fernando del Paso manifestó su indignación ante injusticias sociales y participó con su pluma en los acontecimientos políticos y sociales, entre ellos el apoyo definitivo a Andrés Manuel López Obrador en los meses que precedieron a la elección del 1º de julio”. No sorprende la simplonería de matraquero, sino que quien se dice escritora decida homenajear a un colega por algo muy distinto de las letras. Reducir al escritor a comparsa del movimiento político, soliviantar el acto creativo por la jactancia de la convicción abajofirmante, confundir la crítica literaria con el pase de lista, no es indigno de la Poni, sino ingrato para don Fernando. ¡Aprovechemos la fama efímera e inmediata del escritor fallecido para propalar nuestro mensaje! ¡Utilicemos la muerte de del Paso para nuestra causa! ¡Aprovechemos que el cadáver no se ha enfriado para sumarlo a la Cuarta Transformación! “Hágase todo para conservar el poder”, se rumora con sevicia en los pasillos del nuevo régimen. Vamos, jóvenes, gánense los favores del poderoso siguiendo el ejemplo de la falsaria. Mientras, los demás podemos leer, podemos esforzarnos por tomar en serio a Fernando del Paso, que es tomarnos en serio y tomar en serio al otro.

         Leo uno de los “Sonetos para un cuerpo ajeno y propio”.

Cuerpo de lento, tardo entendimiento:

tarde te has descubierto, cuerpo amado;

largo tu sueño ha sido y desdichado,

breve tu amor, tu aprendizaje lento.

 

Solo en tu desolado pensamiento

y al rencor de ti mismo abandonado

tarde aprendiste a amarte, tarde has dado

muerte a tu olvido y a tu vida aliento.

 

Lento cuerpo sin nombre y sin edades,

cuerpo de lentitud impronunciable:

deja que larga, dulce, lentamente,

 

y cuerpo a cuerpo, acariciadamente,

en una soledad inacabable

se junten nuestras lentas soledades.

Primera lectura: el personaje del poema habla del cuerpo ajeno. El cuerpo ajeno, tan deseado, tarda en entender, en saberse deseado. ¿Cómo es que no logra ver la retinal incandescencia con que lo atrapo? ¿Cómo le pueden pasar desapercibidas mis manos heladas por la distancia? ¿Cómo es que no ha aprendido a ver la excitación que se levanta en los cuidados, o el anhelo que despierta en los esmeros? Tu aprendizaje lento. Para la segunda estrofa la lejanía se distiende solitaria. Nos sabemos separados, distintos. Tarde aprendiste a amarte y la tardanza clausuró tu soledad. Por el mundo buscas, cuerpo ajeno, lo que no conseguimos juntos, pero nada funciona, todos son cuerpo sin nombre y sin edades. Tardaste tanto en aprender a amar que sofocaste el misterio de los otros. Donde no hay otro, donde no hay más, todos son largamente iguales y la soledad inacabable. El cuerpo ajeno, cerrado en sí mismo, carga su ajenidad como castigo: solo sabe del amor enajenante.

         Segunda lectura: el personaje del poema habla de su propio cuerpo. Aquí el poema tiene pasado y a quien habla en el poema por fin se le ha presentado el cuerpo como propio. El que habla reconoce el suyo como un cuerpo de lento, tardo entendimiento. Es lento porque se descubrió a destiempo. Amándose tanto a uno mismo, el cuerpo inventa su leyenda de la tierra ignota (largo tu sueño ha sido y desdichado), fabula en sus deseos terribles amazonas que destruyen a viajeros osados y hábiles conquistadores (en tu desolado pensamiento y al rencor de ti mismo abandonado), fatiga sus virtudes simulando los vicios (muerte a tu olvido y a tu vida aliento), e incluso implora escandaloso por el fin del autoengaño (deja que larga, dulce…) Quien habla en el poema se ha apropiado de su cuerpo sólo cuando ha llegado a saber que, ajeno a las caricias y alimentando el mito de su rectitud, ha terminado en una soledad inacabable. El cuerpo propio, aferrado a su propio mito, cincela con culpas su soledad: solo sabe del amor vergonzante.

         Tercera lectura: el poema muestra la apropiación de los cuerpos. En la intimidad maravillante descubro mi cuerpo de lento, tardo entendimiento, pues las caricias rebasan las explicaciones: el deleite del cuerpo que acaricia se diluye en la delectación del cuerpo acariciado. “Tarde te has descubierto, cuerpo amado”, no es una sentencia del tiempo, sino la perturbación misma de la expectación: no hay caricia plena que respete los planes. “Largo tu sueño ha sido y desdichado”, aquí sí aparece el tiempo: afán de perdurar, miedo a descubrir un nuevo anhelo acechante en la tibieza de una caricia nueva. Breve tu amor para mi esperanza. Tu aprendizaje lento para mis ansias. En la hoguera de la excitación fulgura el descubrimiento: solo en tu desolado pensamiento. En la caricia plena, el pensamiento desolado: Eros es locura. Y al rencor de ti mismo abandonado: palinodia. Tarde aprendiste a amarte: condena del moralista. Tarde has dado muerte a tu olvido y a tu vida aliento: “si yo no conozco a Fedro es que me he olvidado de mí mismo” (Fedro 228a). Mas el olvido, la locura, relampaguea en eternidad: lento cuerpo sin nombre y sin edades. Suplicio de las alas, besos demorados, caricias que se esfuerzan dolorosas por perdurar: cuerpo de lentitud impronunciable. Límite de la palabra: luz. Los cuerpos se encuentran larga, dulce, lentamente. Larga la extensión de la piel explorada a besos. Cálida dulzura de férvidas caricias. Lentamente, y cuerpo a cuerpo, acariciadamente, apropiación mutua, comunidad. En la intimidad, los amantes quisieran ser una soledad inacabable, reunión de nuestras lentas soledades. El amor como vida nueva; amar como gratitud de la vida. Gratuidad y promesa: compromiso de amor. La vida se amerita por amor.

         Sólo por el amor, cabe decir, podemos comprometernos con lo mejor. Los compromisos viles frivolizan la vida. La frivolidad de la vida siempre es un injusto desprecio del otro. Cuando se trata con frivolidad a la muerte, la injusticia tiene su lugar asegurado. Ojalá aseguremos un lugar justo en nuestra memoria a Fernando del Paso: un espléndido hombre de letras que valoró como compromiso mayor a la literatura, a la belleza y a la creatividad. Quizás el mérito del escritor sea la justicia.

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. El pasado 7 de julio comenté que la negociación sería la siguiente: Puebla para el PAN, pero Marko Cortés como dirigente. ¿No que no? 2. Vaya batalla que dio la senadora Kenia López en la discusión de la Ley de la Fiscalía General. La mayoría en el Senado no sólo se mofó de la propuesta de la panista para crear una Fiscalía Especial para Feminicidios (la expresión sardónica de Martí Batres no debería ser olvidada), sino que una de sus miembros declaró más que sibilina: “no se requiere una Fiscalía especial para las mujeres porque todas las mujeres somos diferentes, unas por una cosa, otras por otra cosa”. ¡Chíngale! 3. ¿De veras en el PRI andan leyendo mucho a Maquiavelo? No parece. El asunto es así: ¿qué enemigo le conviene más al nuevo régimen? Murat ofrece negociar con la CNTE; del Mazo ofrece una oposición a modo; lo que Chong ofrezca no se necesita, pues Morena tiene mayoría. ¿Quién vale más: Esteban o Delfina? El problema no es la grilla interna del PRI, sino la del nuevo régimen. ¿Ser temido o ser amado?

Coletilla. Esta semana, Radio Educación inició transmisiones en FM. También esta semana nos enteramos que en el gobierno que viene la radio pública se administrará desde Gobernación. Sí, los encargados de la política interna tendrán el control de las estaciones que no son comerciales. ¿Alguien va a convocar a la marcha por la libertad de la radio pública y contra la censura?

El mito de los versos y los versos de la fábula

El mito de los versos

y los versos de la fábula

 

Creo que hemos sido muy afortunados por extraviar las versificaciones socráticas de Esopo; quizá la más pequeña pérdida y la ganancia más grande. Si el Fedón es una fábula, su moraleja probablemente sería que tarde o temprano los grandes hombres reciben un llamado y que en correspondencia con él escriben. La respuesta al llamado, podría añadirse, es también una asunción histórica: el pensamiento se concreta en la escritura como la piedad abre mundo en la materialidad del templo. La correspondencia al llamado, quiere decirse, es histórica. Y cuando por estas razones se anda, no falta quien nos recuerde que “poéticamente habita el hombre”: la historia y el mundo, el acontecimiento del pensar. Si el Fedón es una fábula… claro, si Platón fuese un moralista, el Bien unas uvas verdes y Sócrates una zorra… La gran fortuna de la pérdida, en cambio, es lo que nos permite pensar al Fedón como un mito. Específicamente pienso en el Fedón como el mito de la perseverancia del pensar. De tener las fábulas terminaría pronto cualquier reflexión sobre el socratismo y el problema de Sócrates sería sólo un tópico filológico. De tener las fábulas, los Simias y los Cebes podrían elegir entre doctrinas y no habría necesidad alguna de salvar el lógos. De tener las fábulas probablemente no hubiese nadie exento de considerar a los Diálogos como intentos fracasados. No teniéndolos, podemos debatirnos sobre si el Fedón es una fábula o un mito. Como mito de la perseverancia del pensamiento no es seguro que el filósofo asuma la historia o considere al preguntar como piedad del pensar. Como mito de la perseverancia del pensamiento el filósofo estaría en problema constante con la historia: no puede habitar en la polis sin cuestionar su ethos, no puede aceptar los juicios sumarios de los ciudadanos sin preguntarse por lo justo, no puede estar a la altura de la historia quien ni siquiera conoce su propia altura –medida en pulgas, evidentemente-. A más del problema de la temporalidad del pensar, la intemporalidad de la idea y la eternidad de la sophía. Como mito de la perseverancia del pensamiento, es decir, como imagen de la autognosis, imposible sería que el filósofo asuma al preguntar como la piedad del pensar, antes bien se cuestionaría su piedad, intentaría defenderla públicamente y quizá descubriría en ello un nuevo mito: ¿cómo podría ser un llamado el minotauro?, “¿qué significa la presencia del dios Asclepio en Atenas?”, ¿la fábula de la moralidad de la muerte o el mito de la perseverancia del pensar?: el problema que es Sócrates.

 

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. Fernando García Ramírez presenta las notas de los diarios locales de Tabasco correspondientes al 8 de junio de 1969 en que se da cuenta de la muerte de José Ramón López Obrador. El acta ministerial del asunto, por cierto, desapareció en el periodo de gobierno de Enrique González Pedrero, periodo en que Andrés Manuel López Obrador era priista y connotado colaborador del gobernador. 2. Se equivocan quienes (como Julio Hernández en La Jornada o Hugo Corzo en El Heraldo de México) ven en la primera resolución de las dos sucesiones de la CDMX una continuidad peñista-eruvielista. La apuesta eruvielista tenía que ver con el apoyo ecatepequense (véase la relación entre Eruviel Ávila y Onésimo Cepeda en el perfil del primero realizado por Humberto Padgett en Los suspirantes 2018), la del actual gobernador del EdoMex y su equipo (que comenté la semana pasada) estaba relacionada con Francisco Javier Chavolla, a quien el mismo día de la sucesión pusieron cuña: Maximino Martínez. A mi juicio, la decisión de Francisco busca una independencia política antes de la otra sucesión: los que se adelantaron enviando señales se equivocaron, quienes las leen tras la decisión caen en cuenta de su error. Francisco jugó muy bien sus cartas. 3. Con la excepción de Federico Arreola, nulo fue el apoyo a José Luis Camacho Acevedo ante las amenazas de un funcionario de la Segob. Claro, como el amenazante ahora es antiteleviso, los políticamente correctos voltearon a otro lado. Ya sabe, ya lo he dicho: la indignación es selectiva. 4. La izquierda unamita ya está en las preposadas, ¿o cómo explicar que nadie proteste porque la UNAM vaya a titular a los diputados sin examen de ingreso y sólo por ser diputados?

Coletilla. Christopher Domínguez Michael presentó una reflexión interesante a partir de las ideas de la novelista japonesa Minae Mizumura. Acusado de europeizante, clasista y misógino por los políticamente correctos, nuestro crítico responde con decencia, inteligencia y valentía.

 

Espejo a media noche

Espejo a media noche

 

Al amainar la lluvia, la gota de un suspiro inunda neblinosa la tristeza. De pronto el claro: sólo vaho paciente a la intemperie. Y apenas media noche…

 

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. Héctor de Mauleón presentó la historia del «Comandante Fierro», el hombre detrás del aumento de la violencia en Colima. 2. Algunos dirán que es estilo personal, yo creo que se trata de convicción democrática: periodista censurado que sale de una estación de radio y que en lugar de ponerse al centro a protagonizar el drama persecutorio aprovecha la atención pública para reflexionar sobre el estado actual del periodismo, de la radio y las condiciones políticas que favorecen la censura. Lean a Leonardo Curzio. 3. Entre las iniciativas rousseaunianas tras el terremoto del pasado 19 de septiembre, cabe destacar doblemente una de ellas dedicada a verificar la información compartida en redes sociales de manera que fuese posible distinguir las fake news de las notas reales. Me llamó la atención que al grupo de verificadores no le interesara verificar las versiones que afirmaban «el rebasamiento del gobierno». Las sospechas se me hicieron más fuertes al leer el sábado 23 las dos notas principales de La Jornada, una en que se mentía sobre la esposa del señor que ostenta el puesto de gobernador de Morelos y otra «nota» editorializada como «el gobierno rebasado ante la tragedia». Proceso del 24 siguió con lo mismo. Para los días siguientes los verificadores no se interesaron en verificar la información. Y el pasado 11 de octubre, cuando un señor adinerado presentó el informe de sus donaciones (o para ser más preciso: de lo que sus empresas recaudaron en donaciones), la sentencia del multimillonario fue que en el sismo «el gobierno se vio rebasado», que por ello «la sociedad se organizó sola». Y no sólo se dejó su afirmación sin verificar -como ya había pasado en enero-, sino que al día siguiente me encontré con toda una carta de amor revolucionario en el sitio progre de una romántica irresoluta. A qué don Carlos, tan transparente en sus donaciones y tan opaco en sus campañas mediáticas. 4. ¿Ya vieron el programa de La ciudad de las ideas? ¿Ya vieron la promoción «humanista» del Yunque? ¿Y vieron que entre los invitados está un empresario que, ¡chin!, es aliado de AMLO? Insisto: no se trata de ganar, sino de posicionar la agenda.

Coletilla. Segundo encuentro «Libertad por el saber«. En esta ocasión dedicado a las revoluciones: mexicana, cubana, rusa, pero también a Darwin, Lutero, Bach… Y si no pueden ir al Colegio Nacional, hay transmisión en vivo. Y si no pueden verlo en vivo, podrán verlo en Youtube después del evento.

Sonando un ruido

Sonando un ruido

 

Hace dos semanas presenté aquí una colección de versiones sobre el haiku más famoso. Invité a que se intentaran más versiones. Cantumimbra presentó la suya. Me interesa ver si el haiku puede llevarse a otras formas. Intenté ripiosamente que la rana saltara en un soneto de arte menor. ¿Habrá sonado el ruido?

 

Límpido lago lacio

de sereno reflejo:

es del día espejo,

de la noche palacio.

 

Calmo lago añejo,

del silencio prefacio

y del alma tridacio;

en la calma consejo.

 

¡Raudo ruido la rana!

Es súbito cadejo.

Chabisque que allana

 

por chucano batracio.

Chasca, rana truhana,

en el charco pancracio.

 

Sigue la invitación abierta, lector, para que hagas sonar el ruido y pruebes llevar el haiku más famoso a otras formas. Quizá descubramos algo.

 

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. Hoy se cumplen 35 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Los funcionarios de la PGR se habían comprometido a presentar los resultados de la investigación en agosto… les queda una semana. Los padres de los desaparecidos, por su parte, advirtieron que de no recibir información importante en agosto, incrementarán el número y la intensidad de sus protestas antes del tercer aniversario anual. 2. El 1 de octubre de 2016 señalé a Juan Dabdoub como líder del Frente Nacional por la Familia. Y afirmé hace dos semanas que para la gente del Frente, además de la imposible candidatura de José Luis Luege en el PAN, era buena noticia la posible candidatura de Ricardo Monreal en Morena. Ayer, Juan Dabdoud manifestó en Twitter: «Haremos todo por evitar que Claudia Sheinbaum llegue a la Jefatura de la CDMX, el gobierno de la ciudad no puede caer en manos sionistas», «La elección de Claudia Sheinbaum nos confirma que Morena es un partido al servicio del judeo-comunismo. Nada nuevo bajo el sol» y «Acabo de hablar con el Licenciado Ricardo Monreal, lo invité a impugnar la encuesta de su partido. Es de los pocos hombres buenos de Morena». ¿No que no? Lo dicho, el gobierno de Ricardo Monreal sería muy buena noticia para el Frente Nacional por la Familia. 3. «¿Vale la pena arriesgar la vida por un reportaje así?», le preguntaron al reportero. «Es por comodidad, por vivir con la tranquilidad de no cerrar los ojos, los oídos, ni la boca ante la brutalidad, la estupidez y la cobardía», respondió el periodista Humberto Padgett, autor de Los muchachos perdidos [Debate, 2012] un impresionante panorama de las vidas e historias del tribunal para menores, quien fue golpeado y amenazado en la Ciudad Universitaria de la UNAM por los narcomenudistas que ahí operan. Curioso: censura, amenaza y narcotráfico, pero no se ve a la izquierda universitaria protestando, o los progres unamitas en una campaña para acabar con la venta y el consumo de drogas en sus instalaciones. El país será un socavón, pero nunca el Paraíso del Pedregal. Hipocresía universitaria. 4. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) ha publicado un estudio sobre las carreras profesionales más rentables en México. Los tres primeros lugares (sentido descendente) son: ingeniería química, estadística y finanzas-banca-seguros. Y creo que tiene toda la razón. En un país en que el narco está pasando del cultivo al procesamiento es alta la rentabilidad de la ingeniería química. En un país en que la administración pública ha asumido que nada puede resolverse, pero de todo pueden ofrecerse cifras, debe ser alta la rentabilidad de la estadística. Y, aufhebungen!, el narco necesita lavar dinero para que las estadísticas ofrezcan mejor rostro, ¿no? Los especialistas en finanzas, banca y seguros tienen alta rentabilidad. ¿Habrá algún estudio que nos informe sobre nuestra competitividad narca? 5. «Lo bueno cuenta y queremos que siga contando» dice la frase promocional del quinto informe de gobierno del Lic. Enrique Peña Nieto. En la semana, se dieron a conocer los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública: en todos los estados de la república han repuntado los índices de homicidios. Seguimos contando, Señor Presidente.

Coletilla. “Mantenía en su casa un orden tan estricto que resultaba de una violencia inaguantable”. Ignacio Solares