Los santos de los últimos segundos

Pues resulta que les iba a contar un cuento acerca del fin del mundo, pero la ciencia se me adelantó en la semana.

Y mientras andaba yo bien perdido pensando en la inmortalidad del cangrejo, vine a enterarme que ahora son los mormones los que controlan la ciencia actual. En fin.

Lo malo es que, a diferencia de mi cuento, terminaron por contar un chiste que pues ni risa da, pero tampoco espanta (ni destruye al mundo, pa acabarla de chingar).

Anunciaron en una de esas mamadas de líderes mundiales preocupados por destruir el mundo con su súper fuerza de la imaginación, que el «reloj del apocalipsis» ya marcaba 120 segundos para el fin del mundo. La extinción total y verdadera del ser humano, la erradicación de toda la vida en todo el cosmos.

Y bueno, pues resulta que eso lo anunciaron los científicos más serios y más afamados del mundo (porque allí hay puros chingones famosos como la niñita prostituta esa que hace corajes, ¿no?). Lo malo, yo creo que se les olvidó con tanto bombo y platillo, es que la ciencia no señaló cuándo comenzar el conteo regresivo. Porque pues ya pasó al menos media semana, y el mundo, sigue igual de culero como lo encontré cuando nací.

Cachito mío

Amigos del pueblo sabio. Disculparán la broma de mal gusto que vengo a contarles en esta entrada, es solo que no puedo evitar que la risa corroa mis entrañas.

Por supuesto, ya sabemos que no hay nadie mejor que el pueblo para juzgar estos asuntos. Y es por ello que pasaré de hacer bromas obvias sobre la rifa de nuestro Avión Presidencial, así también, obviaré esta propuesta de instaurar la SS mejicana, y por último no me meteré en asuntos como ¿para qué verga quiere ese dinero nuestro presidente? ¿Va a pagar impuestos por la venta de boletos? ¿Puede él participar en la rifa? ¿Es como cuando Calderón quería vender petrobonos?. Porque es evidente que con la sabiduría del pueblo sabio, no necesitan que un bromista venga a señalarles estas cosas.

Así que iré directo al grano, porque a la muchedumbre solo le interesa una cosa: El dinero, y el tiempo es oro. Nuestro chingón presidente libertador y defensor de nuestros derechos de pobres (porque son los pobres los que por principio están primero) nos prometió para que votaran por él, que iba a cuidar nuestro dinero. Que iba a acabar con la corrupción. Y es con esta noticia del Avión Presidencial, donde, a pesar de que yo no apoyé su llegada a la presidencia; me ha persuadido de que esas promesas no serán en vano y efectivamente se están cumpliendo. Por supuesto, ustedes ya lo sabían, yo me vengo enterando. Ya que de haber sido sabio como ustedes, hubiera votado por él.

El plan es un tanto obvio, pero es bastante efectivo: ¡Vamos a ser una nación freemium!

Adiós a todas esas estructuras neoliberalistas tradicionales, izquierdosas y rojizas. ¡El siglo 22 está en el 21 y en Méjico!

Lo primero que debemos saber, es que sí es necesario que los politiquetes dejen de robarse nuestro dinero. ¿Cómo es esto? ¿Cómo se lo roban? Porque yo en mi vida me he visto atracado por un senador, aunque sí he sido víctima de los asaltantes que habitan las calles de la Ciudad de Méjico. Sin embargo, es sabido por el pueblo sabio y nuestro presidente que los políticos nos roban. ¿Qué nos roban? Nos roban nuestro dinero. ¿Qué dinero? El dinero de nuestros impuestos.

Sencillo, ¿no? Espero que me estén siguiendo hasta aquí, porque es este punto donde brilla la genialidad de nuestro soberano: La manera más efectiva de evitar que nos roben el dinero, no es devolviéndonos parte de nuestras contribuciones en forma de becas a los más necesitados, a los niños, a las mujeres y a los retrasados. No, por supuesto no hay que ser muy listo para darnos cuenta que cada quincena pagamos más de 500 pesos de impuestos, como para que nos lo “devuelvan” en forma de apoyos para las personas de la tercera edad. Para decirlo un poco más claro: si pagamos 1000 pesos al mes de impuestos, ¿por qué a los jóvenes becados les dan solo 300? Es obvio que ahí hay gato encerrado. ¿No? Sigan conmigo.

Si queremos que no nos roben nuestro dinero, la solución es sencilla, obvia y me siento tonto por no haberla pensado antes: ¡dejemos de pagar impuestos! De esa manera, nuestros políticos no tendrán nada que robarnos. De esa manera podemos darle 500 pesos a nuestros hijos y gastarnos los otros 500 en chelas. De que se las compre un político a que nos la compremos nosotros… Bueno, yo sé lo que preferiríamos.

Y ya sé que habrá algún santurrón que me acuse (mal) de anarquista, y que venga a decirme que nuestros impuestos pagan los servicios básicos como el agua, el café, el gas, los chicles y el chapopote de las carreteras. Sí, y es ahí donde se puede apreciar la magnanimidad de la mente genial de nuestro presidente. ¿Cómo hacer para que el gobierno pueda costear esos servicios si no reciben dinero de impuestos y al mismo tiempo evitar que los políticos nos roben? ¡Sencillo! ¡Vamos a rifar la nación!

Allá por el 2008 si no es que antes, Radiohead lanzó su disco In Rainbows que fue lanzado “gratis” y quien quisiera donar dinero, pues lo hacía. Resultó que a final de cuentas, antes de ser lanzado ese disco, ya había recaudado más dinero que su álbum anterior. Y la mayoría de las personas que lo descargó no pagó nada por él. Estoy seguro que es el modelo que nuestro presidente quiere instarurar para quitar los impuestos, y por ende, la corrupción (porque todos sabemos que la corrupción es cosa de dinero).

¿Eso qué tiene que ver? Pues es sencillo, siempre se puede rifar el avión presidencial (aunque no le pertenezca al gobierno). Nada impide que se rife, el día de mañana, un pedazo de tierra, un pedazo de agua, el Río de los Remedios, una parte de la compañía de energía eléctrica, CONAGUA, La SAGARPA, La CNDH, el campo mejicano, los aeropuertos, los elotes, los servidores públicos, los puertos, las palmeras, los cocos, y el aire sin contaminación. ¿Y por qué no? ¡Imaginen ganar la rifa de alguno de estos objetos fantásticos! Por solo 500 pesos no tendrías que volver a pagar agua jamás. Y tu billete iría a parar a manos de un campeón de boxeo a modo de trofeo. ¡Todo el mundo gana!

¿Quieres que se tape el bache de tu colonia? Que el gobierno lo rife. Con el dinero lo tapa y ya es tuyo para hacer lo que quieras con él. ¿Quieres que se subsidie la gasolina? ¡Gánate la rifa! Por quinientos pesos, será tuya y podrás darla gratis si te place ¡No más gasolinazos jamás! ¿Quieres que se realice un proyecto de infraestructura? ¡Mándalo a kickstarter! Dejemos que la gente vote con su dinero. Al fin, como ya no se malgastará en impuestos…

Sí, nuestro presidente es genial. Y al menos yo, ya tengo mi plan de qué hacer con mi avión presidencial. Porque por supuesto, voy a terminar por participar en la rifa. ¿¡Se imaginan que me ganar el avión!? De inmediato se lo vendería al Presidente por 1000 pesos, para que lo vuelva a rifar y yo pueda comprar mi boleto de nuevo y salga con ganancia.

Creo que ya he mostrado lo magnífico de este plan que nuestro presidente tenía tan guardado. A final de cuentas, ya no nos van a robar nuestro dinero. Si no quieres, no entras en la rifa y ya. Solo pagarán los que quieran que les roben los políticos corruptos (que ya serán nulos porque eso dijo el presidente) y los que quieran adueñarse de un pedazo de nación.

Y así, bueno, cada quién tendrá lo que quiera y lo que pueda pagar, pero nos va a alcanzar para todo, porque ya no estaremos pagando impuestos. Seremos felices con nuestras adquisiciones y ninguno de esos cochinos políticos rateros nos van a venir a quitar lo que hemos ganado con el sudor de nuestra frente y nuestra suerte.

Ya solo nos quedará ver cómo hacerle para arreglar la inseguridad en las calles, porque seguro los ladrones que andan rondándola, nos quitarán lo que ganemos en la rifa.

En fin, una vez llegado ese momento, supongo que mis amigas me seguirán cuidando, no como el Estado. Y todos viviremos mejor con nuestro cachito de Méjico a nuestros pies.

Cosas risibles

Hay chistes buenos y malos, chistes de política, de abogados o de sacerdotes, chistes colorados y de humor negro, chistes infantiles, sexistas y hasta los hay de Pepito. De todo tipo. Pero ¿qué es, con exactitud, un chiste? En México, los chistes son pequeños relatos que bien pueden ser, o no, fantasiosos y que dicen de algún suceso o dicho que produce risa, ya bien sea por su ambientación, su exageración, su franqueza o su ridiculización. La cuestión es que en nuestro país la gente ríe demasiado de demasiadas cosas, con una risa que quién sabe de dónde salga pues parecería consecuente que la situación actual entre la que vivimos dejase poco lugar para la risa. Con tanta muerte, pobreza, violencia o demás situaciones lamentables en las que está la población mexicana, resultaría casi ofensiva una risa estruendosa. No obstante, lo verdaderamente extraño es que se compongan chistes hasta de las situaciones más extremas y entonces, el mexicano sigue riendo. Todos sabemos chistes del padre Marcial Maciel, por ejemplo, o de la caída de las Torres Gemelas; hemos escuchado, y reído, de chistes de sicarios o de presidentes corruptos e incluso del mismo Cristo. Hasta la muerte nos inspira a reír. El 2 de noviembre aquí se celebra –asunto ya raro–  a los muertos entre flores, chocolates y la lectura de “calaveras” que, las más de las veces, eluden situaciones graciosas de la “flaca”.

Mantenernos riendo al parecer ha funcionado, al menos la tasa de suicido es mucho más baja en México que en países como Japón,  Francia o Canadá. Sobre la economía, el Banco Mundial de acuerdo al PIB, nos coloca por encima de países como Corea del Sur, Holanda o Rusia. Bebemos, en el país, menos alcohol que en lugares como Argentina, Portugal o Australia. Y las situaciones parecen medianamente fluir, aunque en realidad no sé qué tan bueno sea que como país superemos o afrontemos las adversidades haciendo algún comentario gracioso de lo que sucedió, sucede o vaya a suceder. Viéndolo bien, no resultan tan graciosas algunas cosas que sumándoles un poco de aquí y un poco de allá, terminan siendo el chiste del momento.

¿Eludir o sencillamente no tomar las cosas tan a pecho? Quién sabe. Pero cierto es que, al fin mexicana, una buena carcajada es el mejor remedio para olvidar (sólo)  momentáneamente la crisis, el desamor y a veces, hasta el crimen.

La cigarra