Circe

No es casualidad que en la isla donde habita la hija de Helios, los seres muten a su verdadera forma.

El sol devela la verdad, y con la hechicera, hija del sol, los que parecen ser hombres, acaban mostrando a la luz su naturaleza porcina, sólo bastan algunas comodidades y dulces promesas para ello.

Circe, bien puede ser imagen de la modernidad, ya que al prometer banquetes y delicias saca a la luz la verdadera forma del hombre moderno, quien busca en qué entretenerse mientras, le llega la muerte, que busca pasar el tiempo, para ya no tener que buscar su hogar, y que recuerda que buscaba algo en su vida cuando ve pasar a su lado a quien mantiene su forma humana.

Por efectos de la presencia de la doncella, los compañeros del vagabundo Odiseo, mutaron en cerdos, y por las acciones del nostálgico rey de Ítaca, los cerdos se convirtieron en hombres … que como tales murieron, o al menos eso se cuenta.

 

Maigo.

Sin fronteras

Los viajes siempre han tenido un significado muy importante. Anteriormente eran embates que ponían a prueba los esfuerzos humanos. Odiseo estuvo a la deriva durante años. Cada viaje era un desafío para los marineros; no sabían si regresarían a su hogar. Los oleajes  y tormentas marítimas escapan al dominio o predicción humana. Nadie sabía ni quedaba a salvo de las decisiones de Poseidón. Ahora los viajes representan una apoteosis humana. Los radares y parafernalia satelital auxilian a los hombres en sus travesías. Los muros han sido derribados, las enemistades quedaron desvanecidas, y los aviones aterrizan en las terminales. Los dioses no designan la guerra; los diplomáticos se sientan a negociar la batalla entre los hombres.

Los viajes se han normalizado, aunque no las anécdotas derivadas de ellos. Pese a no ser tan baratos para volverse cotidianos, es fácil conseguir un boleto. Ya no es una afición exclusiva. Sea por tierra o entre los vientos, en las últimas décadas la clase turista se ha engrosado. Turistear es lo contrario a residir. No sólo pasa mayor tiempo en un lugar el residente, sino que su modo de vida lo decide ahí. El turista es un observador entusiasta. Con las costumbres sólo se deleita, al igual que lo hace con los costas hermosas o los sitios extravagantes. Las ciudades y sus peculiaridades le provocan suspiros de asombro. Dicen que no hay mejor dinero gastado que viajar o invertirlo en experiencias. De ahí que viajar se vuelva atractivo para los estudiantes; la oquedad de la juventud párvula se completa con las experiencias. Con los años y las remembranzas, la fruta verde empalidece.

Es un puesto privilegiado ser el contemplador. El gozo por el retablo se saborea mejor teniendo cierta distancia. Sucede lo mismo con el estudiante en el extranjero. Además del placer de estar más preparado, haber hecho más carrera profesional, tendrá historias fascinantes para relatar cuando vuelva. Su conocimiento se habrá engrosado con todo lo que vio. Escabullirse entre los callejones le hará sentir empatía por el pueblo y sus prejuicios son los primeros en resentir el efecto. Bajo el día soleado, el golpe sosegado de la brisa anuncia aventuras en el horizonte. La nave explora y explora hasta arribar a puertos seguros; las andanzas son felices en el archipiélago de Circe.