Ante las fauces del león

Sobre la existencia de mártires siendo devorados en el coliseo hay muchas dudas, algunos consideran que lo ahí ocurrido es falso, que son exageraciones de propaganda mal sana destinada a engañar a la gente sencilla.

Otros, en cambio consideran que la muerte por los leones y los suplicios del circo fue real, y que muchos murieron por defender su fe, hay santos en el calendario y libros atestados de muestras de firmeza y fidelidad incomprensibles para el pragmático.

De exactitudes históricas, respecto a persecuciones y castigos por amar al prójimo y abstenerse del militar servicio en tiempos de los emperadores, creo que no se trata la visión de los mártires.

Más bien creo que esas vidas que se nos cuentan y esos modos de muerte tan confiados nos dan cuenta de la posibilidad de gozo en medio de las dificultades más dolorosas y terribles.

No sé con exactitud cuántos de los que fueron arrojados a los leones, en los tiempos gloriosos del imperio romano lo fueron por ser cristianos, pero me parece que la visión de alguien que es capaz de sentir gozo y alegría, aún estando ante las fauces de un león hambriento, es digna de loa.

Vivimos tiempos complejos, el desierto crece, el silencio se apodera de nosotros con el ruido que no nos deja ni pensar, lo íntimo se vuelve público, y lo que debe ser público se esconde de la vista, además de que algunos cínicos sonríen y nos confunden con su desgraciado gesto, vivimos tiempos complejos porque no sabemos cómo vivimos.

Estamos ante las fauces de leones hambrientos, nos hace falta recordar que salvados ya fuimos y que hay muchas formas de vivir los últimos momentos en este circo en el que nos encontramos condenados.

Bien nos haría recordar, trayendo nuevamente al corazón, a ese sustento que mantenía en pie la fe de los primeros mártires.

Estamos ante las fauces del león

¡Culpables!

Tras el incendio de Roma, Nerón culpó a los Cristianos. Con todo y que el pueblo romano se dio cuenta de la frivolidad del emperador, aceptó perseguir y matar a los culpados, pues debían descargar su ira en contra de aquellos que entraban como víctimas al circo.

Buscar culpables para justificar la impotencia, ante tragedias como la acaecida en Roma en el año 64 D.C,  es algo propio de los que se piensan como gobernantes siendo Tiranos y que buscan dirigir la ira del pueblo contra parte de sus mismos gobernados.

¡Ay Nerón, decidiste hacer historia de la peor manera posible!

Maigo

Devolver lo robado

Cuentan los conocedores que tras el gran incendio de Roma, Nerón se apropió de un terreno enorme cerca de un palacio que tenía.

En ese lugar mandó construir un lago y jardines que serían el lugar perfecto para que una estatua enorme, con la enaltecía a su persona, adornara los terrenos cercanos a la capital de un imperio que ya tenía formado desde hace algunos años.

Tras la muerte de Nerón, Galba, Otón y Vitelio, el buen Vespaciano decidió regresar al pueblo lo robado por el emperador incendiario, y construyó un enorme edificio en el que murieron miles de cristianos.

Pero no sólo mártires pertenecientes a la nueva fe morían en el Anfiteatro Flavio, cuentan los más curiosos que entre sus paredes también murieron muchos romanos, algunos siendo presos, injustamente juzgados y otros más al negarse a aplaudir los espectáculos.

Vespaciano regresó terrenos que fueron al pueblo robados y con la devolución llegaron miles de víctimas y despojados, les quitaron la vida y su dignidad por no ser ciudadanos.

Hay vespacianos modernos que dicen regresar lo que antes se había ya quitado, pero en lugar de devolverlo construyen Coliseos muy similares al romano.

Maigo.