Atrapado en una espera interminable, me dispuse a hojear unas revistas para fingir que no estaba aburrido. Las revistas resultan entretenidas porque hablan de muchos temas que interesan, pero no pasan de presentar imágenes de la vida. Especifico que se trata de las revistas más vendidas, aquellas que destacan las opiniones que reafirman las opiniones de la mayoría, las que son como las charlas con los mismos conflictos cuya solución es lo último que importa. Vender un estilo de vida que se quiere comprar pero no se sabe cuáles son los pasos para tenerlo. Quizá las revistas especializadas, como las literarias o las de ciencia, no estén en el mismo tenor. Aunque las revistas especializadas en temas elevados, así como las revistas que presentan los temas top, ¿pondrán en duda la afirmación “eres lo que comes?”
Somos lo que comemos. Sí, tienen razón. No podríamos vivir si no comiéramos y bebiéramos (supongo que ambas actividades están incluidas en la frase). Pero dado que sobre el ser se puede predicar de distintas maneras, como ya Platón nos conduce a ver, el sentido de la frase no apunta únicamente a esa obviedad. Apunta, más bien, a la obviedad de los idolatras del cuerpo, quienes aceptan que lo mejor que puede hacer una persona es tener un cuerpo saludable y atractivo. ¿Para qué? Para que pueda causar atracción, sentir placer y satisfacer ese placer. Además, sin un cuerpo sano no se pueden vivir muchos años. Si no se viven muchos años, no se pueden experimentar constantes placeres. Pero comer alimentos saludables no nos vuelve buenas personas. Los asesinos pueden ser vegetarianos y balanceados. ¿Comer fibra, fruta, jugo de naranja, legumbres, verdura y un poco de carne nos hará progresar moralmente como humanidad? Por el contrario, tomar la frase “eres lo que comes” como un mandato de probidad nos puede conducir a tomar una falsa postura de superioridad moral, a denostar a quienes comen grasas en exceso y eso se refleja en su apariencia. ¿Queremos actuar bien o simplemente vernos bien?
Frases como “eres lo que comes” nos son disparadas con frecuencia y, pese a que parezcan ciertas, son falsas. Al menos nos dan una apariencia de lo que somos. Por eso pueden pasar como verdaderas. Eso quiere decir que aceptarlas con toda su radicalidad nos vuelven aparentemente felices. Sería preferible afirmar “eres lo que lees”.
Yaddir