Un Tirano en Epifanía

Cuentan que cuando unos sabios de oriente se presentaron ante Herodes, éste respondió a su pregunta sobre la ubicación del Mesías con cierta indiferencia, algunos pensaron que incluso hasta con incredulidad y desestima de las noticias que el cielo daba al mundo.

Pero ese rey mundano, que hasta sonriente y bromista indicaba su incredulidad en la llegada del Mesías, decidió poner trampas a los sabios que al niño Dios buscaban. Les sugirió regresaran cuando lo hubieran encontrado, con la intensión de ir también a adorarlo. Herodes se negaba así a ir con los sabios rumbo a Belén, pero en su corazón su miedo de que hubiera un niño rey en Israel fue suficiente para que sin ir mostrara que efectivamente creía en él.

El rey Herodes mandó matar a los pequeños que en Belén vivían. Desde su trono mostró que la incredulidad que mostraba ante unos era el veneno que por dentro le consumía. Desde la distancia mandó acabar con los inocentes y sus acciones hablaron por él más que las palabras pronunciadas ante otros reyes.

¿Cuántos Herodes tiranos no habrá en nuestros días, que desestiman lo que dicen los sabios y que sonríen en sus cortes mientras que por dentro se consumen condenando a las verdades que de dientes para fuera desestiman?

Maigo.

El trabajo del león

Yavé tomó, pues, al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.

Gen. 2,15

Los seres vivos se mantienen a sí mismos gracias al trabajo que realizan, el león es león porque caza a la cebra, y esto se nota claramente cuando vemos que cuando el primero ya no es capaz para salir de cacería lo único que puede esperar es la muerte, es decir, dejar de ser.

Pero afirmar simple y llanamente que el león es león sólo cuando caza a la cebra nos puede llevar a consideraciones absurdas, quizá hasta contradictorias. No faltará quien considere que el trabajo del león ha de ser continuo para que este se mantenga siendo lo que es, de modo que no podemos decir que éste consista sólo en salir de cacería; el animal en cuestión también necesita comer lo que atrapa y necesita dormir y hacer otros movimientos que no tienen como finalidad la cacería de otro animal.

Quienes piensan así el trabajo del león tienen bastante razón, pues éste ha de ser continuo ya que el león no es en un momento lo que deja de ser después, si pensamos que la habilidad para atrapar cebras es lo que hace a un león ser león, entonces habría que dejar fuera a los cachorros y a los leones viejos y enfermos que se dedican a otra cosa.

Definitivamente lo que hace a un león ser león debe ser algo mucho más complejo que el simple acto de cazar, el cual nos puede servir sólo en tanto que muestra al animal del que ahora se habla enseñando al mundo el uso de sus mejores facultades, las cuales sirven para que éste se mantenga con vida.

La finalidad de los movimientos del león, es la de mantener con vida al león que se mueve, ninguno de sus movimientos se puede entender completamente si dejamos de lado dicha finalidad, al grado de que si vemos a uno de estos grandes felinos corriendo tras un equino sin comprender que lo hace para alimentarse, lo único que vemos es una mancha amarilla desplazándose tras una mancha rallada.

Si complejos son los movimientos de los leones, qué no será con los de los hombres, la finalidad de los movimientos de los primeros se muestra con claridad en cada uno de los miembros de esa especie de animales, pero los movimientos erráticos y muchas veces contradictorios del hombre nos hacen dudar con frecuencia de la finalidad de los mismos.

Sin esa finalidad clara, es más que obvio que los movimientos de criatura tan singular como el hombre serán sumamente oscuros. Pero, qué es lo que hace que los movimientos de los hombres resulten tan extraños y peculiares.

Para empezar, el hombre es el único animal que puede terminar con su vida por elección, y esto depende de aquello que considere mucho más valioso que la vida misma, que bien puede ser el honor, la riqueza o el saber, de hecho, es el único ser que puede elegir, aún cuando la gama de elecciones es sumamente limitada, nadie puede elegir dejar de ser hombre y comenzar a ser un simple animal, aunque lo intente, lo que veremos en ese caso será a un hombre disfrazado de lo que no puede ser.

El hombre piensa, y de ahí que muchos consideren que pensar es lo que hace del hombre propiamente hombre, dejando a este como trabajo el cultivo del pensamiento, pero no todos los que nacen como hombres llevan a cabo dicho cultivo y muchas veces esto ocurre o bien porque el hombre elige no hacerlo o bien porque las circunstancias de la vida no se lo permiten.

Si pensamos en que el trabajo del primer hombre fue nombrar a los animales en el paraíso, podemos también pensar que en cuanto éste es condenado a trabajar y deja de tener tiempo para seguir nombrando creaturas, entonces deja de ser lo que originalmente era, por lo que se aprecia que difiere en mucho el trabajo del león que debe buscar su subsistencia del trabajo del hombre que debe hacer otra cosa además de sobrevivir.

El hombre tiene dos trabajos en la vida, uno consiste en ser aquello para lo que ha sido creado, trabajo que se ha olvidado en la medida en que se debe cumplir antes con el otro, con el que llegó por medio del castigo, que es aquel que lo mantiene con vida y que le permite hacer su primera y más importante labor, que por lo pronto es pensar en qué consiste la misma.

Maigo.