Sobre el desgaste ondulatorio en la vía de las libertades
Quizás el sitio con mayor pluralidad en la ciudad de México sea el metro; no por ello, empero, es el lugar más convivencial. Dentro de sus límites, el metro congrega una efusión de variedades, acoge todos los gustos, resiste a casi todas las actividades, es el producto mejor logrado para enmarcar la espontaneidad caótica. Al mismo tiempo es funcional y efectivo; al menos en cuanto lo permite su propia imperfección. El metro podría ser, después del PRI, nuestra más exacta imperfección. Por ello, como con el PRI, el metro es para algunos disfrutable. El metro, glosando a Vargas Llosa, es nuestra anarquía imperfecta.
Defender al metro porque lo admite casi todo y pretender que esa es una defensa democrática es tan absurdo como pretender que la poligamia es la organización más igualitaria de una sociedad y que esa es una defensa democrática. Si bien la democracia es imposible sin la pluralidad, la sola pluralidad no hace democracia. Mejorar al metro cancelando la pluralidad que permite en vista a la efectividad es empeorarlo; aferrarnos a la pluralidad derruyendo las reglas es el modo más efectivo de acabar con la efectividad relativa del metro, empeorándolo igualmente. El metro no se puede mejorar ni con trenes más rápidos ni con modas más estrafalarias; ni vigorizando sus reglas ni extenuándolas. Al metro, como a la democracia, sólo se le puede mejorar con la convivencialidad.
El metro, como sistema de transporte, pierde mucho lo mismo si se cancela una línea, que si se limita la entrada a alguna moda; no es posible, empero, dejar andar un tren del metro en malas condiciones o fingir que los autolíticos son una pluralidad más de todas las que admite el metro. Llorar, levantar con ira el puño, cerrar afiebrados las calles y denunciar maquiavélicos complotes por la sola defensa de la pluralidad es tan excesivo como pedir un vagón del metro para cada moda, un horario para cada actividad y un servicio eficiente para los gustos de todos. Para que el metro funcione en su imperfección son necesarias las reglas. Para que la pluralidad sobreviva a las reglas es necesario cumplirlas sin alimentar la inquina social. La pluralidad, para ser buena, debería trabajar por la convivencialidad.
Námaste Heptákis
Garita. La audiencia donde podría determinarse la libertad de José Manuel Mireles ha sido programada dos días después de la elección a gobernador de Michoacán. Entre los dos posibles ganadores, el amarillo dijo que actuaría en coordinación con el gobierno federal en cuanto al tema de las autodefensas; la azul dijo que escucharía las recomendaciones del gobierno federal, pero haría valer su autonomía.
Escenas del terruño. El equipo de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha ofrecido su primer reporte sobre los desaparecidos de Ayotzinapa; por desgracia el reporte ni añade algo a lo que ya sabemos, ni cambia en algo la situación. Estamos a unos días de que se cumplan seis meses de aquel suceso y el caso ha dejado de estar en la discusión pública. Ni siquiera el aviso de un evento entre los padres de los desaparecidos y el EZLN en mayo próximo reavivó la discusión. El caso no debe olvidarse.
Coletilla. “Cuando los jóvenes apasionados resultan ahuyentados por la vulgaridad de la democracia, Platón puede indicarles que también el valor, el orgullo y la voluntad de gobernar pueden conducir al despotismo de una élite espiritualmente corrupta, en lugar de llevar a un gobierno justo; y cuando los demócratas elogian la libertad y la igualdad, olvidando que el gobierno requiere formación espiritual y disciplina intelectual, puede advertirles que se encuentran en el camino de la tiranía”. Eric Voegelin