Hay tiranos que se alegran al servir a otros, ya sea defendiéndolos debido a lo parecido de sus gustos o bien sirviéndolos para evitar perder el poder alcanzado sobre sus súbditos.
Herodes Antipas decía sentirse tranquilo en su palacio, hasta que se daba cuenta de los servicios que debía a los romanos y a todo aquello que lo esclavizaba y lo encadenaba a cumplir con las promesas que no quería, por una danza mató al Bautista, y tiempo después juzgó a la ligera cegado por la risa y las bellezas de su corte volviéndose incapaz de reconocer la inocencia en quien, a diferencia de él, era libre de verdad.
Maigo