Opiniones

Todos podemos opinar. No importa qué o sobre qué, sino parece que lo más importante es opinar, sentir que algo se dice, que se forma parte del debate público, que mi voz es escuchada. Las redes ayudan a propagar esa idea. Antes escuchábamos muchas opiniones que se propagaban a muchas casas; ahora podemos decirlas creyendo que llegarán a muchas personas. Tampoco importa que esas opiniones se deslaven con el transcurso del tiempo, que ya no sean importantes no digamos al día siguiente, sino en las horas siguientes. Todavía resulta muchísimo menos importante el que se opine sobre de qué color es una prenda, si algo o alguien está arriba o abajo, si hubo un golpe de estado o no lo hubo en Bolivia, en las redes se homogeneizan las voces del mismo modo que todos los temas son iguales. No hay criterios para delimitar quién dice qué. Todos podemos opinar.

¿Las opiniones revelarán algo de la personalidad de los opinadores?, ¿quienes dicen que los pobres son pobres porque no se esfuerzan lo suficiente serán quienes cada día están más cerca de convertirse en millonarios (y eventualmente se convertirán en billonarios) con su propio dinero y sin violar ninguna ley?, ¿nuestra manera de comprendernos en el mundo actual, el mismo modo en el que vivimos, cambiará debido a que podemos decir lo que sea y a que estamos sometidos a tantos decires? Cambia el modo en el que se opina, pero no las opiniones; poder opinar no es saber opinar. Por eso, cuando no se quiere poner a prueba una opinión se dice «pues cada quién». Pero el no poner a prueba una opinión nos impide entender aquello sobre lo que estamos opinando (no resulta extraño que se nos vuelva odioso aquel que defiende una opinión).El no poner a prueba una opinión, nos dificulta saber si lo que se dice es verdadero o falso. ¿En qué nos afecta el no saber opinar, el ni siquiera estar dispuestos a escuchar y reflexionar la opinión ajena? Nos afecta, como ya se insinúa en la pregunta, a que creemos que lo único importante es lo que dice yo. Aunque claro, esa es mi opinión.

Yaddir

Ocho minutos

“Separados y silenciosos, esa noche hicimos un papel de convidados de piedra”

J. J. A.

Eran las ocho. Lucía, desconsolada, llamó a Juan, su amigo del alma. Eran pocas las veces que se habían visto, todas  gracias a Juan o al destino. Nunca antes Lucía le había hablado para que se vieran. Pero ellos se conocían bien. Él la conocía mejor que muchos, mejor que todos esos que habían sido de ella. Mejor que todos esos que creían conocerla bien. Esa llamada era la señal que él había estado esperando. ¡Qué emoción! –pensó. Era su oportunidad, la única, de decirle lo que sentía. Tenía poco tiempo, debía actuar rápido y actuar bien. Pensó, escribió, borró, volvió a escribir y memorizó cada palabra. Con ella había que ser cuidadoso. Llegó la hora. Ella –como siempre- llegó tardísimo, pero esta vez no cargaba su sonrisa de siempre; esta vez lloraba como si llorara al mundo entero. Mala suerte. Para eso el pobre de Juan no había ensayado. Ella lloraba pero también estaba muy equivocada,  ella y nadie más era la culpable de todo ese dolor. Juan lo sabía bien, pero no sabía qué decir.   Lo cierto es que en ese momento de tanta niebla a Lucía no le importaba la verdad; ella buscaba sólo palabras de aliento, un abrazo al menos, un poco de paz. Pero nada más.

¿Cuántas palabras caben en ocho minutos? ¿Cuántas promesas, ataques o propuestas? ¿Cuántas verdades y cuántas mentiras? ¿Caben perdones e invitaciones? Poco, o nada, queda de esos héroes que en un minuto rescataron al mundo. Nada ahora, más que un vago recuerdo, de aquéllos que cantaron las musas, de esos admirabilísimos seres que una vez todo el mundo deseó ser. Ojalá esos héroes estuvieran cerca, salvaran al mundo,  nos salvaran a todos, y si no, regaran así como el sol, gotas de tantita esperanza. Hoy se necesita más de un minuto para salvar al mundo. ¿Se puede hacerlo en ocho? Ya ni siquiera al mundo o a un continente, sino a un país. Uno chiquito, rotito y tantito dolido. Lleno “des” y más “des” (desconsuelo, desconfianza, descalificación, desconcierto y desdicha). Ni siquiera me refiero a salvarlo por completo, hablo de comenzar a o prometer salvarlo con eso que nos hace siempre tan humanos: las palabras. ¿Puede en ocho minutos resumirse y resolverse la realidad, la economía, el narcotráfico, y la corrupción? Yo creía que sí. Esperé los “qués”, “para qués” y los “cómos”. No llegaron.  Luego recordé lo ingenua que puedo ser. Pero tenía miedo de que en realidad, bien adentro, esperara mucho menos de lo que decía, quería o creía esperar. Tenía miedo de esperar y conformarme sólo con palabras bonitas, palabras de aliento. Tal vez estas palabras que se sienten como abrazos en el frío y besos en la soledad no son, no pueden ni deben ser –aun sufriendo el dolor más grande- nunca suficientes. Ha de empezarse o terminarse por allí, pero siempre debe buscarse un poco o muchísimo más.

PARA APUNTARLE BIEN: “Tal como lo había intuido, el rostro de María sonreía. Es decir, ya no sonreía, pero había estado sonriendo un décimo de segundo antes. Me ha sucedido a veces darme vuelta de pronto con la sensación de que me espiaban, no encontrar a nadie y sin embargo sentir que la soledad que me rodeaba era reciente y que algo fugaz había desaparecido, como si un leve temblor quedara vibrando en el ambiente. Era algo así” Ernesto Sabato lo dijo en El túnel.

MISERERES: Debates y Post-debates, quién ganó todavía es sorpresa. Muchas encuestas –como la del Reforma- dicen que fue la candidata. Otros no piensan lo mismo. Acá pueden ver dos opiniones distintas: http://www.adnpolitico.com/opinion/2012/06/11/opinion-josefina-fue-la-mejor-pero-amlo-gano-el-debate y http://www.adnpolitico.com/opinion/2012/06/10/el-segundo-debate-una-interpretacion-de-urgencia. Hasta ahora, las encuestas de la elección siguen pronosticando los mismos (tristes) resultados.

Para Thimocrates: Pido perdón porque ese día, legalmente, tú tenías razón; debí decir duopolio. Pero sigo pensando lo mismo, cada vez avanzan más las licitaciones para el monopolio sospechado y bien o mal llamado por muchos como yo. Aquí te dejo unas cosas para que veas por qué creo lo que creo (claro que podemos acabar por acordar que desacordamos, yo espero sólo que lo leas). Éste es un texto de Denise Dresser: http://www.elmanana.com/diario/post/1653513. Y ésta es la respuesta del periódico The guardian a Televisa después de las acusaciones que ya sabrás –donde hablan precisamente del monopolio y del manejo de los medios para propaganda electoral-: http://www.guardian.co.uk/world/2012/jun/08/mexico-televisa-files-genuine-qanda?CMP=twt_gu, http://www.guardian.co.uk/world/2012/jun/11/wikileaks-us-concerns-televisa-pena-nieto?CMP=twt_guhttp://www.guardian.co.uk/world/2012/jun/11/wikileaks-us-concerns-televisa-pena-nieto?CMP=twt_gu. Te dejo también un saludo, Rubio.

Demasiado

“Harold March was the sort of man who knows everything about politics

and  nothing about politicians. He also knew a great deal about art, letters, philosophy,

and general culture; about almost everything indeed, except the world he was living in.”

Chesterton

 

Aquellos ojos Emilio no los olvidaba. ¡Qué cosa tan bella! Sólo por ellos se levantaba y por la mañana llenaba su bolsillo de pequeñas invenciones baratas. Una noche –como todas- se había puesto a pensarlos, a recordarlos, a sus ojos y a ella. ¿Qué los hacía tan especiales? Debía ser lo grandes que estaban. Debían ser sus hermosas y enormes pestañas. Debía ser su color, ese azul profundo como del mar de sus sueños… ¡No! Era el brillo, ése que parecía agua en sus ojos. Ése que escondía quién sabe cuántas cosas, que guardaba secretos. Sí, sin duda eso era. Ojalá nunca contara esos secretos –pensaba Emilio-. Mejor que callara, no fuera a ser la de malas y se le esfumara el brillo. María se moría de hambre ¡qué horror tener hambre! No entendía por qué, había estado comiendo más que bien. Su panza rugía, su cabeza dolía; no podía más. Por fin llegó la hora, la deliciosa hora, su madre era excelente cocinera. Había crema de espárragos, chuletas de cerdo, puré de papa, espinacas, queso y coliflor. Luego su arroz con leche de todos los lunes. Se lo comió todo. Se lo comió tres veces. Se enfermó. Su madre se lo advirtió, ¡esto te pasa por atascada! –añadió. Román era un joven como todos, y como todos tenía algo especial. A él los dioses le dieron el don de escuchar el pensamiento; escuchaba a su madre, a su padre, a su hermana. ¡Qué maravilla! –pensaba al principio. Pero poco a poco se le acabó la dicha, se acabó el misterio. Después ya no fue bueno; el pobre supo demasiado. Supo que su padre amaba más a su hermana, que su madre no amaba a su padre, y que María no lo amaba a él. Tal vez los dioses no lo querían tanto. No fue feliz.

¿Qué tanto es tantito? ¿Qué tanto es demasiado? Demasiado es un extremo, como todos, peligroso. Demasiada comida, demasiada información. Saber, saber, saber. Saber quién sabe por qué. Saber sin pensar para qué. Hoy somos hombres que queremos, decimos querer o creemos saber demasiado. Invadimos y nos gusta que nos invadan el mundo (real y virtual). Me pregunto si descubrir todos los secretos es lo ideal.  Tal vez nos caiga de peso la demasiada información, no sé si esto es lo mejor. No nos vayamos a empachar, enfermar, aburrir o desilusionar. Mejor (saber) poco pero (pensarlo) bien.

PARA APUNTARLE BIEN: “Ya no llora. En cierto modo usted le ha sustituido. Las lágrimas del mundo son inmutables. Cuando alguien empieza a llorar, alguien deja de hacerlo en otra parte. Lo mismo sucede con la risa. No hablemos mal de nuestra época, no es peor que las pasadas. Pero tampoco hablemos bien. No hablemos.” –Pozzo. En Esperando a Godot (de Beckett).

MISERERES: Los números del mundo se mueven: la incertidumbre griega tiene a la economía mundial temblando. Hoy empieza la segunda mitad de las campañas. Siguen los muertos y más muertos. No hay que rutinizar la violencia (ahora fueron 49 muertos de un jalón en Cadereyta). Para esto de la violencia no parece haber unidad en las propuestas, ¿quién convoca a la unidad? No aparecemos. Acá hay un análisis del debate: http://www.sergioaguayo.org/html/columnas/Jugadaexitosa.html

Muerte

 

Oscurísimo

 

resplandor en el ojo

 

enceguecido.