Traslación universitaria

Recuerdo mis primeros conocimientos en torno a astronomía, esas clases donde hablamos incipientemente acerca de nuestro Sistema Solar. Fui afortunado por las decisiones de nuestros funcionarios y mi educación se consagró gracias a la tecnología. No hubo necesidad de esforzar la imaginación, Discovery Channel lo hizo por nosotros. Mediante el vídeo observamos que la corona del rey resplandecía frente a sus primeros súbditos. Todos los hombres de la Corte dedicaban una danza a su majestad, con perfecta armonía y orden. Nadie se maravillaba por este hecho, varios estábamos fascinados porque ahora las clases eran modernas. Quizá mucho de esto se debía a que éramos adolescentes más preocupados por asuntos terrestres, nos valía un carajo el Sistema Solar entre desamores y aprobar el año escolar.

El problema persiste todavía en grados posteriores. Aceptándolo sin saber por qué, creemos que la Tierra gira en sí misma y alrededor del Sol. Similarmente nos sucede con mucho de lo que estudiamos. Conforme avanzamos las quejas aumentan preguntándonos para qué sirve lo que aprendemos. La brecha de sabiduría se va haciendo estrecha en una variedad amplia de especializaciones. Al abogado le parece estorboso leer a los llamados filósofos discerniendo qué es la justicia. O el historiador se reserva de un oficio exacto con las matemáticas. La imagen perfecta del campo de conocimientos resulta la universidad, una construcción formada por diversas facultades y ciencias. Esta separación no impide un trabajo en conjunto, aunque el carácter de éste sea multidisciplinario. En otras palabras, cada profesional es experto en algo y prestan sus colaboraciones al resto.

Realmente no existe tanto desinterés o indiferencia por dicho conocimiento. Gracias a la llamada cultura general nos vemos exhortados a aprender más allá de lo que nos dedicamos. El profesionista reluce con mayor notoriedad si tiene este trasfondo adicional. Socialmente destaca de la plebe y parece una persona distinta y refinada del resto. En una instancia esto puede hacerlo meramente interesante, alguien digno con quien conversar, no obstante también puede brindarle facilidades en su carrera laboral (esa carrera donde todos quieren terminar campeones). La cultura llega a ser tan general que pierde prioridad en la vida, el conocimiento adicional sirve para curiosos irresponsables y accidentalmente parece traer un beneficio importante. Al final el historiador, abogado, ingeniero, filósofo, cualquier universitario sigue sin encontrar un sentido importante en comprender el movimiento de los astros en el Sistema Solar.

Esta actividad universitaria aparece marginada de la vida pública. Pese a la multitud de investigaciones publicadas o protestas organizadas en distintas formas, la incidencia de los universitarios sólo se reduce a su producción. De ahí que cobre fuerza el alegato del trabajo: un profesionista más nos salvará de la ruina, un estudiante que haya concluido sus estudios y encuentre un trabajo que despeje un futuro claro para el país. La relevancia de mantenernos en los carriles, aunque por momentos se engarcen, está en que alcancemos alguna superioridad. A partir de ello la universidad es considerada como instancia de progreso y su relación con la ciudad es mediada por el profesionista. En otras palabras, nos enorgullece la universidad mientras sus estudiantes presten servicio a la nación (los años no han podido disipar el tufo del siglo XX). El especialista cumple su cometido al concentrarse en lo que sabe y brilla opacamente por los datos inútiles de la cultura general. ¿Cabría pensar otra importancia para nuestra actividad intelectual?

Bocadillos de la plaza pública. La visita reciente del Papa Francisco continua causando impresiones y opiniones, a pesar de que hayan pasado varios días de ella. Lamentable la respuesta faraónica por parte de la Arquidiócesis de México.

II. Ayer varias organizaciones que amparan a los desaparecidos se reunieron en el Senado para colaborar en torno a la Ley General para Prevenir y Sancionar los Delitos en Materia de Desaparición de Personas. Algunas sugerencias nacidas de la experiencia terrible relucieron en sesión.

III. En la semana los taxis llamaron la atención. Primero en Guadalajara donde los chóferes protestaron ante la presencia de Uber en la ciudad. Entre varios detenidos y un zafarrancho urbano, consiguieron que se planeara la discusión de la ley de movilidad estatal. Por otro lado en Acapulco los taxistas protestaron ante el acoso del crimen organizado (un problema discreto en la entidad). Recientemente el gremio ha sufrido el asesinato de uno de sus líderes y tres compañeros, además de la extorsión y amenaza por los cárteles en crecimiento. Los taxistas también tienen voz.

Señor Carmesí

Amistad y tragedia

Amistad y tragedia

 

Las grandes amistades, dicen, son las amistades fuertes, pues son las que resisten los embates del destino. La contingencia humana encuentra en la amistad regazo: consuelo y abrigo en la tempestad se piden del amigo. La amistad, concluyen, es oasis de confianza, un claro en el diario mundo cuitado, templo de cálida esperanza. Frente a la tragedia del mundo, la amistad nos permite seguir adelante. Evidentemente, hablo aquí de la comprensión de la amistad desde el sentimiento trágico de la vida, esto es, desde la más creíble de las opciones para oponernos al progreso. Porque desde el sentimiento trágico de la vida es muy claro que la amistad utilitaria de los progresistas es un abuso del hecho amistoso y un desprestigio de la condición humana: la amistad utilitaria es indignante. La dignidad humana, dice la contraparte del progreso, se muestra preclara en el torreón de la amistad en que resistimos el declive del mundo. En la tragedia, la amistad es aliento renovado.

La confianza es el fundamento de la amistad trágica, al tiempo que es también su límite y el origen de sus males. Para el hombre con sentimiento trágico de la vida es clara y evidente la falsedad del fundamento de la amistad utilitaria, así como es evidente y claro que dos son amigos hasta que expresan su humanidad en la confianza común, en esa inacordada concordia por la que algún día nos descubrimos amigos, en ese andar juntos el camino en que lo importante no es cuidarnos del otro, sino con el otro. Cuando el hombre con sentimiento trágico de la vida sitúa a la confianza como principio de la amistad está a un paso de comprender la amistad política: lo importante no es el bien personal, o el acuerdo en torno a la conveniencia de los bienes personales, sino el bien común. La amistad política es el cuidado del bien común. El bien común se pierde cuando en el seno de la amistad política nace la desconfianza. Cuando los hombres con sentimiento trágico de la vida desconfían unos de otros imposibilitan sus amistades. La desconfianza arruina la amistad; la enemistad siempre es un resentimiento; la guerra es la expresión sentimental de los resentidos.

La desconfianza pone fin a las amistades trágicas y muestra la inevitable comprensión sentimental de la amistad desde la visión trágica. Situar a la confianza como fundamento de la amistad implica, además, la imposibilidad metafísica de la amistad misma. Desde la comprensión trágica de la existencia es imposible reconocer algún fundamento natural de la amistad, así como es inevitable reconocer a la amistad como una realización fortuita y siempre frustránea. La amistad es fortuita porque la confianza es sentimental; es frustránea porque el hombre nunca puede disponer de las condiciones para su felicidad. Carece de fundamento metafísico porque es imposible el consentimiento de la existencia: para el trágico no puede ser buena la vida, cuanto más es buena la suerte. Por ello, la visión trágica no puede aceptar el cambio en la amistad. La amistad trágica es estática; cualquier cambio es una traición a la confianza. Ante la confianza traicionada no hay nada que hacer con la amistad: bajo el cielo de la tormenta sentimental de la desconfianza no hay perdón posible que germine en la tierra. La amistad trágica es consuelo temporal de nuestra existencia finita. La amistad trágica es fatal, irrenovable, irresistible por irresistente. La amistad trágica tampoco puede renovarse en las fuentes; no abre un lugar al arrepentimiento. Por ello, desde la visión trágica, las grandes amistades son las que parecen más fuertes, porque ocultan nuestra propia pequeñez. Los amigos trágicos están condenados a compartir su infelicidad. La infelicidad también nos aleja de lo que somos. La tragedia también es una forma del progreso.

 

Námaste Heptákis

 

Los desaparecidos. Ya se han cumplido 17 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. El abogado de los padres de los desaparecidos informó que en el poder legislativo les fue negada la solicitud de hablar en tribuna porque en la hoja de petición no aparecen las firmas de al menos un familiar de cada uno de los 43 desaparecidos; los trámites como escudo de injusticia.
Por otra parte, ya se cumplió un mes de la desaparición forzada de cinco jóvenes en Tierra Blanca, Veracruz. El pasado 29 de febrero, el subsecretario de derechos humanos de la Segob, Roberto Campa, informó a los padres la detención de un testigo del homicidio de los cinco jóvenes. Hasta donde se sabe, la desaparición se debió a una venganza. Los jóvenes fueron levantados por la policía y posteriormente entregados a miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación en el rancho El Limón, donde fueron torturados y asesinados. Posteriormente, los cuerpos fueron calcinados y los restos triturados y enterrados en dicho lugar. Falta presentar las pruebas. Y en información derivada del caso, Milenio informó el pasado 3 de marzo que dos de los policías involucrados en la desaparición forzada de los cinco jóvenes de Tierra Blanca han sido señalados por un testigo como responsables de la desaparición y homicidio de otros dos jóvenes el pasado 12 de diciembre. Los desaparecidos no deben ser olvidados.

Escenas del terruño. 1. Según estima la asociación Unidos contra la Trata, al menos 50 mil niños son esclavos sexuales en la frontera norte de México; añádanse otros 20 mil en el resto del país. 2. No es nuevo señalar como fraudulento al Partido Verde, pero su más reciente delito es cosa que debe ser documentada. Aumentemos notas a la lista de la impunidad verde, el vivo retrato de la política joven mexicana. 3. Léase la importante reflexión de Jesús Silva-Herzog Márquez sobre el escarnio público de las infracciones cívicas. 4. La censura a la actividad periodística de Joaquín López-Dóriga sigue… tres semanas y contando. 5. A juicio de Enrique Krauze son notorios los rasgos fascistas en el discurso de Donald Trump. 6. Según datos del periódico Reforma, durante el mes de febrero se promedió un total de 15 ejecuciones al día.

Coletilla. «Dios no concede a la naturaleza un poder capaz de vencer la noble voluntad que existe en la castidad». Isaac de Nínive

La esperanza en el progreso

La esperanza en el progreso

La cultura del progreso pervierte la esperanza: la emplaza en un futuro posible y oculta su necesidad ante el inmediato fin de los tiempos. La esperanza en el progreso siempre deja tiempo para lo importante, pues nunca permite el imperio de lo importante. La esperanza en el progreso disocia la acción y la palabra: podemos prometernos la esperanza, podemos esperar la explicación, pero no podemos comprometernos con una explicación esperanzada. Disociadas la acción y la palabra, nada impide la irresponsabilidad; al contrario, la responsabilidad es futura en cuanto libre resolución o en cuanto fatídica aceptación. La esperanza en el progreso termina en tragedia.

Ahora que el Papa Francisco visita México podemos mirar azorados la perversión de la esperanza operada por el progreso. En las primeras impresiones caras a la mexicanidad, Francisco se gana la aceptación de la gente porque “es tan sencillo que rompe el protocolo”. Dejemos por ahora de lado la sospecha de que admirar al pontífice por romper el protocolo sólo sea una adherencia al gusto por la transgresión, y pensemos que es en verdad sospechoso que admiremos la ruptura del protocolo sin que nos admiremos de que el protocolo se haya instaurado. La “sencillez” de Francisco es presentada tras la valla protocolaria como un espectáculo venido de lejos, como un espécimen parahumano que hoy podemos mirar para después ver alguna otra cosa. Admirar la ruptura del protocolo sin admirarnos de la instauración del mismo es ocultarnos nuestra disposición al espectáculo, la disociación operada en nuestra vida entre la acción y la palabra: podemos admirar al raro individuo que se caracteriza por su “sencillez” porque sabemos que nosotros no queremos aspirar a esa característica. Desde la valla protocolaria parece anunciarse que las palabras de Francisco no encontrarán oídos, pero harán lindos adornos en los piercing de la conciencia.

La expectativa –que no esperanza- de los críticos sobre los discursos del Papa en las regiones que visitará son, una vez más, avisos de la falsificación de la esperanza. Visitará Ecatepec –el municipio más poblado y violento del país-, Chiapas –el ícono de la marginación y la desigualdad mexicana-, Morelia –el modelo de la corrupción narcopolítica- y Ciudad Juárez –la zona limítrofe del progreso, el lugar donde la vida es mercancía-. Francisco ha dicho que hablará fuerte. No traicionemos la esperanza. Todo político habla fuerte en Ecatepec, Chiapas, Morelia y Ciudad Juárez. Todos se espantan de la marginación ecatepequense, y todos se indignan por sus condiciones de vida. Todos miran preocupados a Chiapas, y cabizbajos dicen que los indígenas no deben vivir así. Todos se indignan con la colusión del narcotráfico y la política en Michoacán, y dicen que las cosas no deben ser así. Todos miran a Ciudad Juárez con esperanza… Porque la gente decente de nuestros días, y los políticos saben actuar muy bien como gente decente, se indigna ante lo indignante y manifiesta febrilmente su indignación de modos por demás creativos; la gente decente en verdad cree que el hashtag es sustituto del arrepentimiento y el like es una merced del perdón. Toda la gente decente espera que el Papa diga cosas muy duras y terribles, diga que las cosas no deben ser así, diga frases espectaculares con las que después podamos saturar el twitter… y que luego se vaya, y lo podamos culpar, porque sólo trajo palabras, porque sólo trajo buenas intenciones, porque México seguirá igual tras su visita. Y culparemos a los medios por hacer de la visita un espectáculo, y a los políticos por participar en la feria de la redención, y los críticos saldrán y nos dirán que nos lo dijeron. Pero eso pasará porque, nuevamente, hemos dejado de ver que en nuestra vida se ha disociado la acción de la palabra: confundiremos las palabras de Francisco con los decretos de los políticos; pervertiremos los símbolos papales con las poses fotogénicas de las creaturas de la publicidad. Los discursos del Papa Francisco sólo podrían abrigar la esperanza si al escucharlos superamos la escisión entre palabra y acción.

Quisiera decir que el Papa Francisco mostrará la verdad de la esperanza, pero tengo la impresión que la esperanza que de él se quiere no es para hoy, sino para pasado mañana. Hoy es fiesta; mañana, destino. Y el Papa lo sabe.

 

Námaste Heptákis

 

Los desaparecidos. Ya se han cumplido 16 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. En torno al caso es nuevamente el ruido y la grilla lo que satura todo. En la semana se presentaron las conclusiones del Equipo Argentino de Antropología Forense, que en breve dicen: no se puede concluir científicamente que la noche del 26 de septiembre se haya producido un incendio suficiente para calcinar 43 cuerpos en el basurero de Cocula. Contrario a lo que tanto se ha dicho, la conclusión del EAAF no desmorona la investigación oficial, sino que complementa lo que después del 27 de enero de 2015 se ha investigado en torno al caso. Según lo declarado por Gildardo López Astudillo, El Gil, a los normalistas se les dividió en tres grupos: unos fueron trasladados en patrullas de Iguala, otros en patrullas de Cocula y otros partieron con rumbo a Taxco. Los primeros dos grupos fueron conducidos al basurero de Cocula. Según la declaración de Bernabé Sotelo Salinas, El Peluco, los normalistas fueron conducidos al basurero esposados y apilados en una camioneta de tres y media toneladas, los que llegaron muertos «fueron arrojados al fondo del basurero», al resto se les mató a golpes y posteriormente se les calcinó; se reunieron las cenizas en una bolsa que posteriormente se tiró en el cauce del río San Juan. Según El Gil, el tercer grupo llegó al rancho de Víctor Hugo Benítez Palacios, El Tilo (todavía prófugo), donde fueron disueltos en ácido. En el basurero de Cocula, por tanto, no se calcinó a los 43; lo cual coincide con la conclusión del EAAF. Sabemos que uno de los 43 fue desollado vivo; los restos de uno más se identificaron entre las muestras del río San Juan. O la identificación genética es falsa, o hubo incendio en Cocula y al menos ahí se calcinó a uno. Según la declaración inicial de Sidronio Casarrubias Salgado, en la camioneta que llegó a Cocula iban como mínimo 19 estudiantes, no más de 25; el resto formarían el tercer grupo. No veo el desmoronamiento de una investigación todavía en curso.
Por otra parte, ya se cumplió un mes de la desaparición forzada de cinco jóvenes en Tierra Blanca, Veracruz, hay un poco de luz sobre el caso. El seguimiento lo ha hecho Ciro Gómez Leyva.
Además, Juan Pablo Becerra Acosta aumenta los testimonios sobre los desaparecidos de Ciudad Cuauhtémoc.
Y por último, a la lista de desaparecidos hay que añadir el caso de Sinaloa.

Escenas del terruño. 1. Que, según Carlos Puig, la coordinación de seguridad para Guerrero es un anuncio vacío, sin seguimiento, sin plan y sin fin. Según mi conteo, hasta el 12 de febrero –día 43 del año- el número de ejecutados en Guerrero es de 206. 2. De acuerdo a la Consulta Infantil y Juvenil que en las elecciones pasadas realizó el INE, el 24% de los niños michoacanos -entre 6 y 9 años- no confía en la policía, y el 18.5% tampoco confía en el ejército. Entre los niños michoacanos -de 10 a 13 años-, 32.3% no confía en la policía, 28.1% no confía en el ejército y 56.3% no confía en los gobernantes; y el 3.1% de los encuestados declaró que son obligados a participar en actividades ilegales. Entre los adolescentes michoacanos -de 14 a 17 años-, el 83.5% no confía en la policía, 75.8% no confía en el ejército y el 95.1% no confía en los gobernantes; además de que la cifra de quienes son obligados a delinquir sube a 4.4%. Un dato más para la lista del drama de los niños sicarios. 3. Que, según León Krauze, las elecciones de Estados Unidos ponen en juego el idealismo y la real politik. 4. Aunque hoy todos tienen puesta a atención en la visita del Papa Francisco, la creatividad periodística de Animal Político redirige la atención de la misa en Ecatepec al Ecatepec de la Santa Muerte. Imperdible el excelente reportaje de Manu Ureste.

Coletilla. Tras la reunión del Papa Francisco con el Patriarca de todas las Rusias Cirilo I se va rumorando la posibilidad de una próxima visita papal a Rusia; el problema de la realización de esa hipotética visita va mucho más allá de la geopolítica y los caprichos de Vladimir Putin. Si quieres, estimado lector, tener un panorama del significado (y la complejidad) de una visita papal a Rusia te recomiendo leer La Gran Controversia del historiador franco-mexicano Jean Meyer.

Atardeciendo en la muerte

Atardeciendo en la muerte

Si el suicidio es oposición radical al progreso, la eutanasia es su afirmación más plena. Cesar la vida humana ante la inevitabilidad del sufrimiento en la enfermedad es, desde el primer vistazo, la confirmación de la confianza en el poder humano: el hombre puede decidir sobre su propia vida. Dicha confianza reivindica el progreso porque las razones últimas de la decisión radican en la contraparte del primer vistazo: la eutanasia es consecuencia de la posibilidad de desarrollar las compensaciones necesarias para recuperar la salud y de la imposibilidad actual de dicho desarrollo. La eutanasia es una decisión racional acorde al poder humano actual. La eutanasia nos indica una meta a la que aún no ha llegado el progreso. En ese sentido, la eutanasia es afirmación de la ignorancia. En este sentido es que la eutanasia es la afirmación más plena del progreso.

Evidentemente sería insensato afirmar que la eutanasia, como afirmación más plena del progreso, es el fin del progreso; aunque hay insensatos que así lo afirman. La eutanasia es afirmación del progreso en tanto el progreso no es un proceso concluido. Es más, la eutanasia es necesaria para que haya progreso. Si el progreso concluye, la eutanasia torna innecesaria: sólo queda el suicidio. Si el progreso concluye mal, sólo nos restará destruirnos. Mientras el progreso no concluya, tendremos a la eutanasia como salida de emergencia.

Frente a la eutanasia, lo común es defender el sufrimiento, revalorarlo, despertar al sentimiento trágico de la vida. Lo común ante la tragedia, además, es no tomarla en serio: o bien se le descalifica porque no es renuncia plena al progreso, o bien se le toma en un sentido lato y emocional. A la tragedia se le toma en serio, en cambio, cuando se le considera como continuidad agónica. La continuidad agónica realmente toma en serio el sufrimiento en la vida, así como en realidad reconoce la falsedad de las promesas del progreso. La continuidad agónica rechaza la eutanasia a partir de un apotegma: al sufrir se aprende. La eutanasia es una afirmación de la ignorancia. La continuidad agónica defiende el sufrimiento en la medida en que sabe que el conocimiento es bueno. La continuidad agónica perderá el sentido en el momento en que pierda su vocación por el saber, cuando no se pueda progresar en el conocimiento.

Frente a la eutanasia también se encuentra la religión revelada, en la que incidentalmente se defiende al sufrimiento. En el argumento exotérico de la religión revelada, la eutanasia es inaceptable porque es una suplantación de la propiedad de la vida. En ese nivel, la discusión con el progreso y con el sentimiento trágico es genuinamente imposible: para uno la vida es nuestra, para el otro no lo es y en la revelación sólo lo es porque nos ha sido dada. La brecha abierta por el dón es infranqueable por la eutanasia: la negación del amor es la puerta al infierno. La afirmación del sufrimiento, por su parte, no puede condicionar al conocimiento, cuando es el conocimiento el que nos lleva a afirmarla: la revelación nos muestra la razón del sufrimiento. El dón se recibe como vocación. Ahí donde los trágicos dudan y perseveran, los creyentes confirman y perseveran; de un lado temor y temblor, del otro alegría y amor. La religión revelada afirma la alegría de saberse llamado y el amor por el que un día conoceremos cuanto hemos sido conocidos. La brecha abierta por el dón es infranqueable por el sufrimiento: el amor nos abre al perdón y el perdón al consuelo. Por la revelación, la eutanasia se muestra inconsolable. La tragedia sólo es sostenible si es imposible el fin de los tiempos, y la afirmación de la imposibilidad sólo puede venir de la negación de la revelación; pero la tragedia no puede negar la revelación en tanto no la conozca, o de lo contrario renuncia a su vocación por el saber; conocer la revelación es afirmarla, y con su afirmación se niega la tragedia. La tragedia sólo es sostenible como eutanasia. La tragedia también puede ser una cara del progreso.

 

Námaste Heptákis

 

Los desaparecidos. Ya se han cumplido 16 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. En torno al caso, la reportera Miriam Moreno, quien había dado a conocer información que contradice los alegatos del GIEI sobre el quinto autobús, informó el pasado martes 26 que ha localizado el quinto autobús en un estacionamiento de Cuatla, Morelos. El autobús se encuentra ahí desde el 11 de septiembre de 2015, con sellos de aseguramiento de la PGR. A la fecha, el GIEI no ha hecho peritaje alguno en el autobús. Lo que sí ha hecho el GIEI es seguir denunciando una supuesta campaña en su contra. Aumentarán sus denuncias si, como asegura Héctor de Mauleón, pronto se tendrá más información que contradiga su versión del caso. Por otra parte, hoy se cumplen 20 días de la desaparición forzada de cinco jóvenes en Tierra Blanca, Veracruz. En el lapso de la investigación, han aparecido 20 cuerpos que no han sido identificados. La esposa de uno de los detenidos la semana pasada, supuestamente involucrados en la desaparición de los jóvenes y señalados como miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación, denuncia la fabricación de pruebas por parte de los funcionarios. Ayer, uno de los padres, en entrevista con Ciro Gómez Leyva, dejó ver claramente el drama de la situación: «aquí estamos, esperando y viviendo; si a esto se le puede llamar vivir». Además, esta semana el diario Milenio informó sobre los desaparecidos de Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua. Los desaparecidos no deben ser olvidados.

Escenas del terruño. 1. Hoy se cumplen seis años de la ejecución de 17 jóvenes en Villas de Salvárcar. En su momento, Felipe Calderón llamó «malandros» a las víctimas. Ahora, cuando ejecutan a alguien, muchos se calderonizan. 2. En los primeros 30 días del año, la ciudad de Acapulco acumuló un total de 77 ejecuciones. Además, hay versiones que señalan la quema de un salón de clases en una primaria por parte de un comando armado; quemazón realizada frente al grupo de niños que ahí estudiaba. 3. Es indignante, triste y descorazonador. En las tres semanas de clases que han pasado hasta hoy, una secundaria técnica del municipio mexiquense de Naucalpan registra tres decesos, uno por semana. Las tres eran niñas de 14 años. Las tres fueron secuestradas, violadas, calcinadas y desmembradas. Los restos de las tres fueron dejados, una semana tras otra, en el Bosque de los Remedios. «Dicen que es pleito entre cárteles», me dijo el miércoles quien encontró los primeros restos. No hay, siquiera, un posicionamiento oficial.

Coletilla. Para terminar como con un abrazo, querido lector, y disculpándome por tan deprimentes informaciones en las líneas anteriores, te comparto una piadosa sugerencia de la pluma de Jorge F. Hernández.