Dios te salve, María

El servicio a Dios es servicio al prójimo, quien pretende disociar a uno del otro no comprende que el hombre está hecho a imagen y semejanza del creador. Y menos aún ve que el Dios que nos salva se hizo a sí mismo hombre para enseñarnos desde su llegada cómo es que hay que vivir entre los hombres.

El hombre, vive siempre entre hombres. Aún siendo una voz que grita en el desierto, éste es una voz que clama para llegar a los oídos de otros hombres; de aquellos que están dispuestos a salir del abismo que supone el ensimismamiento, y así ver a los demás como hermanos en una misma fe.

Pero, la salvación no se consuma sólo con el nacimiento del Mesías en el pesebre, también es necesaria la acción del hombre, pues como ser con libre albedrío siempre tiene abierta la posibilidad de condenarse, al negarse a sí mismo la gracia del servicio a quienes son sus hermanos en Cristo.

La caída del hombre tiene como punto de partida a su libre albedrío, de modo que su salvación también tendrá como punto de partida a su poder de elección. El hombre elige ser salvado al atender a la voz que llama a su corazón, ya sea que ésta provenga del desierto y lo invite al arrepentimiento o bien que venga directamente de los cielos anunciando gracia y solicitando un poco de fe.

Quien no cree en la voz del desierto dificilmente reconoce en Cristo al salvador, del que se ha de dar testimonio mediante las acciones; y quien no atiende a la voz del mensajero enviado desde el trono celestial pierde la voz y la capacidad de oír, es decir, se cierra en sí mismo y debe esperar para dar cuenta de los milagros que hace Dios en el silencio.

Por otra parte, quien en Dios cree atiende a la voz que saluda y apunta a la gracia encontrada en el saludado, y acepta gustoso lo que se le encomienda, y gustoso sirve a quien se encuentra en su mismo estado, este es el caso de María, quien sorprendida al saberse agraciada, acepta agradecida la tarea que que le corresponde en el plan de la salvación, y acude a atender a quien en su estado se encuentra.

Como peregrinos en la tierra todos estamos en un mismo estado y si bien no somos llamados a servir con un mensajero del cielo, que no es necesario una vez que el Mésías ha pisado la tierra y ha vivido entre los hombres; sí somos llamados a dar testimonio de fe en el más seco de los desiertos.

Maigo.

Una voz en el desierto

Sólo puede haber una voz en el desierto, porque sólo en el desierto se suplica en silencio y se atiende a un mismo clamor. El corazón suplica al tiempo que agradece, se lava y se prepara para oír la respuesta que anhela; y testifica y anuncia la grandeza que por vía del humilde ha de llegar.

Sólo puede haber una voz en el desierto, porque pocos ven desierto en la abundancia; y menos, para ser exactos uno, es quien vive la esperanza, que negada con miles de argumentos por muchos sabios es abandonada.

Sólo puede haber una voz en el desierto: es esa que habla através de Juan, del hombre y del profeta; es la voz que bautiza con el agua,es la voz que se posa con el fuego, es la voz que salva al hombre, que lo crea y que lo llama.

Maigo.

Entre el fuego y el agua

Bajo el calor del sol ardiente y junto al agua que da la vida, se encuentra, cual caña mecida por el viento, el hombre: siempre sediento, siempre necesitado, a veces solo y casi todo el tiempo estéril. El calor abraza y el agua refresca, y de momento parece más deseable la segunda respecto del primero, pero quitando al calor, el frío, que convierte en piedras a los corazones, no se hace esperar y el agua se estanca, y endurece tanto como las rocas, se requiere de ambos para que el hombre viva y pueda sentir la brisa que lo mece suavemente y le permite ver que no está solo, que hay otras cañas esperando para dar fruto.

Es muy difícil aceptar la fragilidad y la necesidad, en especial cuando lo que parece gobernar al hombre es su carácter individual. Sin embargo; a pesar de estas dificultades hay quienes consiguen moverse con el viento y cantar a los demás sin que ese movimiento exija abandonarse en medio del bullicio que hay en un mundo solitario.

Me parece que El Bautista, fue uno de esos pocos que se atrevieron a cantar al otro desde una soledad muy distante al individualismo, mostrando con su vida que el hombre vive entre el fuego del sol ardiente y el agua que da la vida, sufriendo calor y sed y aliviándose con la refrescante esperanza de que algún día el desierto dará fruto en abundancia.

 Maigo

 

 

El silencio en el desierto

Por lo regular pensamos en el desierto como un sitio terrible: árido, frío durante las noches, excesivamente caluroso en las horas en las que más resplandece el sol y extremadamente seco. Quienes estamos acostumbrados a las comodidades que proporciona una buena sombra, y un árbol cercano del que podemos obtener cuanto fruto nos apetezca, no tenemos imagen más aterradora que la de un desierto creciente y capaz de hacernos perder entre sus inmensidades todo aquello que nos proporciona alguna seguridad.

Pero, no todo en esta vida son las sombras frescas y las aguas, a veces cristalinas y a veces cenagosas, que las alimentan. El desierto también tiene una peculiar belleza, posee una hermosura que pocos saben apreciar pues hay quien en el silencio del desierto siente la necesidad de ver hacia el cielo y de escuchar su propio silencio, tal como ocurriera con muchos anacoretas y santos; en su aridez ve su incapacidad para crear la vida que muchos pretenden poseer como sucede con quien se percata de los límites de su sapiencia;  y en los extremos de calor y frío, hay quien ve un reflejo claro de los movimientos que padece el alma, la cual entre amaneceres y ocasos se reconoce como un ser necesitado y ansioso por recibir una fuente de agua viva que no sólo apague su sed, sino que también cambie su vida.

Si dejáramos de temer tanto al desierto quizá prestaríamos más atención al desolador silencio que nos acompaña y nos perderíamos menos entre el ruido con el que fingimos estar escoltados.

 

 

Lobos solitarios

Hay quienes como Hobbes se esconden tras su caperuza, buscando inútilmente el escondite perfecto mientras son devorados por el lobo que habita en el desierto de su corazón.

Maigo

Entre el mar y el desierto.

Anoche, bajo la pálida luz de una luna plateada, vi a un anciano que lloraba. En silencio sus ojos derramaban gotas de agua salada como la del mar. Pero la carencia de sonido hacía que la distancia entre lo que salía de sus ojos y el anchuroso ponto fuera mayor. El mar no llora -me dije al ver los ojos del anciano- aunque es salado, acuoso y llama la atención como las lágrimas que silentes mojan la mejilla arrugada que hoy concentra mi atención.

El hombre sostenía en sus brazos un chiquillo, que al igual que él, lloraba, pero su llanto era muy diferente, era sonoro y casi carente de lágrimas, sólo el dolor se reflejaba en sus ojos que nada sacaban al exterior. El llanto del niño era seco como seco es un desierto, pero era sumamente escandaloso y esto alejaba al llanto infantil de las calmas soledades del desierto.

Pero algo vi entre el desierto y el mar que acercaba, a estos gigantes, unía mediante un abrazo al niño y al anciano, que fundía al desierto con los mares y a la carencia de lágrimas con la copiosa presencia de las mismas. Miré más de cerca y noté que ese algo era el dolor, y cuando pude ver la desesperanza en los ojos que lloraban frente a los míos, por más que mi cabeza se hizo hacia atrás y se agitaba como el viento, no pude evitar que el llanto brotara, y que en él se reflejaran los llorosos ojos en los que me había visto.

Maigo.

Estiaje

“El arte, como el amor, es otro orden sagrado de la vida, arisco e irreducible…

Es, también, válvula por donde escapa el dolor, desquite contra la amarga existencia”

A. R.  

 

Aguas bajas por falta de lluvias. Así últimamente diagnostican a muchas partes del país. No llueve, no llueve y no llueve. Los animales mueren, se secan por no tener qué beber ni comer. Las plantas lo mismo, y el hombre también. No hay con qué bañarse o lavar, nada qué cultivar, nada qué vender, nada de dónde comer y beber. El desierto se anuncia y corre con pies de plomo pero con una rapidez como si fuera del aire. Va, viene, cae a caudales como lo hizo alguna vez el agua. Los bosques se volvieron estepas y las estepas desiertos. Desierto y más desierto. Todo del mismo color. Todo tan igual, tan extremo;  el frío, el calor, la sed, el hambre, la desesperación y la desesperanza. ¡Qué horror!…Pero nomás tantito. No todo, ni siquiera ahí, ha de ser tan malo. Aun ahí hay algo de vida, y tal vez la más extraordinaria. Pues es vida que parece soportarlo todo, que le gana al calor y al frío infernal. La que almacena, aprovecha, disfruta y alaba las pocas gotas de agua como ninguna otra. Aun ahí hay flores y de los colores más raros, vivos y hermosos. Vida, plantas y animales aferrados a lo único que les pertenece: la vida. Y viviendo en lo extremo, al extremo, la defienden de todo peligro, con espinas y capas de piel que pueden parecer raros, feos y dolorosos, pero que, viéndolos bien, aunque raros, son hermosos. Pienso que no sólo unas partes, sino México entero vive un tiempo de sequía y estiaje. Tal vez la desesperación, el calor, el frío, el mismo color, la arena en los ojos, no nos dejan ver bien. Nos hacen olvidar toda esa vida fuerte y hermosa. La política, arenosa, extrema y peligrosa -así como la temporada de estiaje-  nos deja con sed y desesperanza. Nos llena de tierra los ojos y de lodo los pies, no nos deja ver más allá de ella. Nos impide ver que hay cultura, arte, literatura. Que está toda esta gente aferrada a la vida, esforzándose y luchando cada día. Vida que está en cada panadero, carpintero, quesero, agricultor y zapatero. Aquí, como en el desierto, hay flores y frutos, y de los mejores. No olvidemos que hasta en el desierto brillaron los milagros.

PARA APUNTARLE BIEN: Este texto lo hice después de leer dos textos de Zaid (alentadores en tiempos que no lo son tanto): México avanza y Extraña felicidad. Acá están: http://letraslibres.com/blogs/articulos-recientes/mexico-avanza, http://letraslibres.com/blogs/articulos-recientes/extrana-felicidad . También les pongo una parte del capítulo ocho de Hard Times de Dickens:

“Never wonder! Herein lay the spring of the mechanical art and mystery of educating the reason without stooping to the cultivation of the sentiments and affections. Never wonder…All the bodies agreed that they were never to wonder…It was a disheartening circumstance, but a melancholy fact, that even these readers persisted in wondering. They wondered about human nature, human passions, human hopes and fears, the struggles, triumphs and defeats, the cares and joys and sorrows, the lives and deaths of common men and women! They sometimes, after fifteen hours’ work, sat down to read mere fables about men and women, more or less like themselves, and about children, more or less like their own.”

MISERERES: Mañana se terminan la temporada de campañas, y con ella los anuncios, espectaculares, plumas, estampas y flyers. Algunos ya decidimos votar, otros anular o abstenerse. Yo sigo insistiendo que el voto no anulado, sigue siendo la mejor opción.”El voto en blanco es una tentación legítima, pero no es una buena idea. Lo razonable es votar por los que estorben menos el desarrollo de la autonomía social” –dice Zaid en su última columna. Aunque no estoy de acuerdo con algunas cosas que dice, con esto sí. Acá su columna: http://www.letraslibres.com/blogs/articulos-recientes/voto-razonado. Y otra de Sheridan (igual respecto al voto): http://letraslibres.com/blogs/el-minutario/el-voto-como-anatomia. En este blog pueden ver al darle click muchos más textos sobre el voto de personalidades más o menos estudiosas de la política mexicana. De verdad léanlos; http://gerardoesquivel.blogspot.mx/2012/06/votos-razonados.html. Según las encuestas, el PRI regresa. Acá un artículo interesante sobre esto: http://www.guardian.co.uk/world/2012/jun/24/mexico-perfect-dictatorship-comeback