El desprecio a su máxima potencia II (tres mentiras)
El hombre verdaderamente ruin lucha para encontrar su lugar en este mundo. Él no duda del bien, le duele saber que el hombre lo tilda de payaso envilecido. ¡¿Por qué me tratan así?! Y al ver que no hay respuesta y que sus hermanos no se preocupan por su futuro, sus lágrimas se vuelven incendio. ‘Quieren maldad, y yo quiero verlos por debajo de mis pies.’ El bufón pone todas sus fuerzas tanto intelectuales como volitivas para aprender bien el negocio con el cual comprar las lágrimas, la dignidad de los demás que lo ven como a una cucaracha: ¡El dinero, el placer, ése será mi negocio! Así vendrá hasta mi más recalcitrante reprochador a pedirme posada en mi palacio de lubricidad… Los demás serán mis payasos. Pienso en Feodor Pavlovitch Karamazov, en Joaquín “el Chapo” Guzmán y en los policías y militares que dados de baja por varios delitos, se unen a las filas del narco con más fuerza.
El hombre malvado al escuchar el terrible silencio que lo condena a sentir pena y rabia de sí mismo, en ese mismo momento se inventa la más grande mentira que pudo haber nacido: El hombre es más despreciable, pues no me quiere dar otra oportunidad. Nótese que este payaso malherido no niega del bien, sino que hace una parodia de él ya que sufre por saberse alejado, caído de su gracia; se construye su propio palacio, donde es un benefactor de la humanidad. <<Mi bondad es inmediata, no hay misterio en ella. El dolor por el sufrimiento aquí no existe, yo respondo de eso. Quieres progresar, pues deja todos esos cuentos de Dios, crece como hombre, tu incapacidad reside no en tu falta de inteligencia sino de decisión y de valor para servirte por ti mismo de ella sin la tutela del otro. Si hay que matar a algunos es por el progreso de muchos, vale más la vida de unos jóvenes talentosos que la de una vieja usurera>> Pienso en Raskolnikov y Kant.
El malvado está herido y busca sanación pronta, incluso si para eso tiene que morir. Morir para demostrar que el hombre tiene un fin enaltecido. Aliosha pudo haberse convertido en socialista, pues su fogosidad ante el mal mundano, lo llevaba a buscar un refugio para su alma. No ven que el sacrificio de la vida buscando la verdad es más fructífero que las explosiones. Pero el malvado o terrorista no busca un refugio, busca eliminarlo todo. Desde que miente con respecto de la naturaleza del hombre, ya niega el bien. Pero una vez destruidos todos por el atrevimiento del hombre superior ¿Qué nos quedará? No se piense que hablo de abstracciones. Pienso en la maldad suprema, en el nihilismo, en ese apetito de destrucción en aras de dominarlo todo, pienso en “El comandante Toro” que se dice es más malvado que su antecesor, y se espera –terrible espera– su sucesor será aún más despiadado.
Pienso que el malvado no niega a Dios, pero sí lo mata para ocupar su lugar ¿No parece más idealista este hombre que los propios santos? Ellos sabían su lugar en el mundo, eran realistas, pues no buscaban la superación del hombre hasta dios, sino su purificación por medio de la conciencia. Ésta nos hace saber que hemos pecado, pero nos ayuda a reconocer que hay lugares a los que podemos llegar sin fingirnos agradables, porque se nos ama por sufrir nuestro pecado. Sufrimos por alejarnos de los otros al mentir respecto de Dios, el hombre y la libertad, pero así, más que encontrar nuestro lugar en el mundo, nos perdemos de la compañía del otro, del que es Todo.
Javel
Brasas: El hecho del mal es consecuencia de la libertad y como un acto de rebeldía […] expresión de una actitud titánica de rebasar los límites permitidos y de transgredir exaltando el delito o alegrándose de las acciones destructivas.
José Antonio Merino
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