Amanece la voz

Amanece la voz

La noche es agua que uno bebe por la brisa.

Un silencio agita mi boca entumecida,

y la mirada embotada cae como una hoja,

presurosa en su leve desprender.

Pasa la hora en que la hierba calla.

Escucho sólo la entraña de mi voz,

preñada por el mundo.

¿Cuántos abrazos miden esta hora?

El amor fatuo es una hoguera diminuta

de milagros sedientos, de vientos mendigos.

Aun cada caricia es una hoja que se seca,

que se derrama por el aire de una mano.

Extrañando un tacto reverdezco.

Nuestra muerte es señal de eternidad.

Pasa una sombra y cruje la hojarasca.

Un parpadeo alumbra la sospecha dócil

de que la noche es el vidrio frágil del sueño

esperando a partirse, como esa cama de hojas.

Cuando su brazo se alce quedará el agua,

la sed furtiva y transparente,

que pide luz para gozar la noche.

 

Tacitus

Baños de sal

No hizo falta que tomara un baño al día siguiente, pues bastó con el que le habían procurado sus lágrimas la noche anterior…

Hiro postal