De dos enemigos de la lectura

El principal enemigo del libro es la digitalización. Extraño es expresar esto de modo digital. No se trata, pues, de la digitalización de los libros, sino de los modos de expresión. La expresión en redes nos acostumbra a leer como en las redes, a escribir como en las redes; la comprensión tiene que ser rápida, breve, de datos fáciles, casi maquinal. No saber qué hacer con el tiempo libre parece una natural consecuencia de las costumbres que han instaurado las redes. No podemos entender un libro si al acabar una página leemos una página de otro libro y al acabar esa segunda página nos pasamos a la página de un tercer libro para que al acabar ésta nos pasemos a una cuarta página de otro libro y así hasta haber olvidado completamente la última frase de la primera página.

Pero si de enemigos contra los libros se trata, la falta de oportunidades para adquirir libros es peor que el dominio de las redes sociales, pues da un pretexto para que crezca ésta. Los remates de libros son una excelente oportunidad para comprar buenos textos: las editoriales rematan los ejemplares que ya no se vendieron después de mucho pasearlos para perder la menor cantidad de dinero posible y mantenerse en boga; los compradores adquirimos material que a precios de lista sería casi imposible comprar sin pasar hambres o frío. Si faltan estas oportunidades, las industrias de los lectores y de los libreros enflaquecerían; si estas oportunidades están mal organizadas, las ventas se reducirían y también podrían desaparecer las referidas industrias. Un ejemplo de mala organización sería que los espacios que les dan a las editoriales fueran pequeños, o que pusieran las editoriales en distintos lugares al azar, en carpas por ejemplo, sin que éstas fueran temáticas o que predominara variedad de algún tipo por carpa. Poner muchas carpas por separado y dispuestas en desorden en lugar de que las editoriales estén ordenadas en hileras, en dos pisos claramente identificables, dificulta al comprador saber qué locales le faltan por visitar o darse cuenta de cuál visitó. Peor aún es hacer el evento en temporada de lluvias: los libros se mojan y las personas no quieren salir de sus casas. Supongo que a ningún gobierno se le ocurriría hacer un evento librero con tantos defectos si, supongamos, lo que principalmente le importa es promover la lectura.

Yaddir