Decía Michel de Montaigne “La impostura tiene su verdadero objeto en las cosas desconocidas”. La frase se podría aplicar al ámbito político, pues poco se puede saber de una decisión política importante si no entendemos las consecuencias, el por qué se hace en determinado momento, a quiénes les beneficia y a quiénes les perjudica. Aunque en buena parte de los casos sí se pueden conocer las motivaciones de los principales actores políticos, como cuando reaccionan los rivales de quienes toman la decisión. También podría aplicarse a cualquier área del conocimiento cuya complejidad impida que la mayoría de las personas la entiendan con claridad, como es el caso de las investigaciones científicas. Es complicado saber qué tan perjudiciales podrían ser los organismos genéticamente modificables si no entendemos qué le hacen a los alimentos cuando afirman que los modifican. El ensayista francés usa la frase para explicar la falta de prudencia de quienes le atribuyen designios divinos a las victorias o derrotas de los ejércitos. Al igual que puede dársele un uso político a la religión, también se le puede dar el mismo uso a la ciencia, pues en un caso el conocimiento es de difícil acceso y en el otro es restringido. En el caso de las decisiones políticas quizá no aplique el mismo nivel de impostura, pues son más cercanas a nuestra reflexión cotidiana y de alguna manera estamos acostumbrados a actuar políticamente. Pero podría haber mayor problema para llegar a entender las intenciones de la decisión, pues más personas podrían creer que saben la verdad inamovible sobre qué político es mejor que otro. Al cundir la variedad de opiniones, cunde la confusión. Aunque también cunde la confusión cuando no se entiende de lo que se habla, como en el referido ejemplo de los organismos genéticamente modificados, pues si el asunto es polémico y tiene varias explicaciones, se pueden suscitar discusiones que rayan más en los pleitos que apenas se podrían considerar políticos que en los análisis científicos. Si la ciencia puede ser polémica, mucho más lo es la divinidad. Esto no lleva a Montaigne a disuadir de su reflexión, sino a tomarla con más cuidado y a darle la importancia que merece, pues, al fin y al cabo, su influencia en la acción humana es mayor que la proporcionada por la ciencia o la política.
Yaddir