Epifanía de Pandemia

Para Israel

En medio del dolor, creo que sigue brillando la esperanza de encontrar la salvación en la hermandad, y en dar a Dios alabanza.

En medio de un pueblo pequeño, custodio de la tumba de Raquel, los sabios pretendían llevar regalos sin imaginar que el regalo era para ellos, pues vieron al Mesías guiados por la estrella de Belén.

Unos encontraron paz al seguir la estrella, reconocieron humildemente al rey en el pequeño, al dios hecho hombre en el ser fragil y al sumo sacerdote en la inocencia de los balbuceos del inocente niño.

Otros,en cambio, llevados por su avaricia persiguieron al inocente y lo hicieron culpable de haber nacido, se llenaron de soberbia y se pensaron inmunes a los designios divinos, en vez de paz prefirieron la división y culparon a unos niños de un crimen atroz, los condenaron a morir para evitar un magnicidio.

Con el paso del tiempo los condenadores de infantes de manera infame murieron y sus descendientes que a sus tronos se aferraron, junto a esos mismos tronos sucumbieron.

No crea el lector que mi esperanza se encuentra en la caída del Tirano, mi esperanza se funda en poder ver nuevamente al otro y llamarlo hermano.

Maigo

Un Tirano en Epifanía

Cuentan que cuando unos sabios de oriente se presentaron ante Herodes, éste respondió a su pregunta sobre la ubicación del Mesías con cierta indiferencia, algunos pensaron que incluso hasta con incredulidad y desestima de las noticias que el cielo daba al mundo.

Pero ese rey mundano, que hasta sonriente y bromista indicaba su incredulidad en la llegada del Mesías, decidió poner trampas a los sabios que al niño Dios buscaban. Les sugirió regresaran cuando lo hubieran encontrado, con la intensión de ir también a adorarlo. Herodes se negaba así a ir con los sabios rumbo a Belén, pero en su corazón su miedo de que hubiera un niño rey en Israel fue suficiente para que sin ir mostrara que efectivamente creía en él.

El rey Herodes mandó matar a los pequeños que en Belén vivían. Desde su trono mostró que la incredulidad que mostraba ante unos era el veneno que por dentro le consumía. Desde la distancia mandó acabar con los inocentes y sus acciones hablaron por él más que las palabras pronunciadas ante otros reyes.

¿Cuántos Herodes tiranos no habrá en nuestros días, que desestiman lo que dicen los sabios y que sonríen en sus cortes mientras que por dentro se consumen condenando a las verdades que de dientes para fuera desestiman?

Maigo.

Vísperas de Reyes

La grandeza de la Epifanía consistía en saber reconocer al Mesías: recostado en un humilde pesebre, siendo un niño indefenso y nacido lejos de donde se ostenta el poder humano; tal pareciera que sólo los sabios eran capaces de tal tarea.

Pero pocos son los sabios, que reconocen en el niño al milagro de la salvación, menos los sensatos que siguen los pasos de los sabios y rinden a ese niño la debida adoración, y muchos más los insensatos perdidos en la llegada de los sabios y capaces de ver solamente al oro y al incienso que estos llevan en las manos, olvidando a la mirra y su mortal significado.

Poco se sabe de la vida de los sabios, los evangelios callan sobre lo ocurrido en sus corazones tras encontrar al niño buscado, pero lo que sí sabemos es que no regresaron por el camino que llegaron, aunque eso no les impidió regresar al hogar que alguna vez dejaron.

Gloriosa Epifanía la que ocurrió en Belén, triste la nuestra que entre juguetes pierde al milagro que necesitamos para convertirnos en hermanos de Jesús, el niño que vino al mundo sin la esperanza puesta en los regalos.

 

 

Maigo.

Epifanía en silencio

Un sabio guarda silencio y escucha. Los sabios de oriente no hablan tanto, escuchan a las estrellas titilar y humildemente van a adorar al rey niño que es Dios hecho hombre.

Maigo.