Controversias en torno a la eugenesia

Controversias en torno a la eugenesia

Los positivistas tienen la teoría de que Platón fue el padre de la eugenesia con su filosofía política, expuesta “claramente” en la República. Lo que no saben es que el positivismo es, como pilar de la ideología moderna, fundamentalmente eugenésico. La economía usurpa el lugar de la política en nombre de la eugenesia. Y es que, más allá de la creencia científica en la evolución, el hombre moderno tiene el dogma del progreso como indicativo moral de bienestar. Paradoja del ideal eugenésico es que, para realizarse, llegue a los extremos del estado servil.

Todas las posibilidades que la ciencia abre para nosotros en el Estado moderno no existirían sin la eugenésica idea del progreso. Por eso los que aplauden la investigación genética lo hacen en nombre de sus beneficios políticos y económicos, no en nombre del gusto por saber. La donación de órganos puede definir para nosotros la frontera entre la humanidad y la monstruosidad, por ejemplo. Creemos que los hombres de antes no tenían que decidir si donarle un riñón a alguno de sus progenitores porque no podían decidir sobre sus cuerpos dado que no tenían tal avance técnico. Pero eso no resuelve el problema. ¿No es parte del ideal eugenésico el que sintamos pronto una nube negra sobre nuestra consciencia cuando escrutamos esta cuestión?

La decisión es más complicada, puesto que donar un órgano no nos da ninguna responsabilidad, en sentido estricto. No hay nada heroico ahí, porque no está en nuestro poder el evitar la muerte. Así, la resignación ya no parece un acto tan frío. La muerte de alguien más por insuficiencia renal no es algo que nosotros decidamos, y el que tengamos la posibilidad de donar una parte del organismo no abre más el espectro de nuestra decisión. Si el valor de la vida es tal, no deberíamos atrevernos a manipularla sólo porque vemos que nuestras posibilidades se abren. Es decir, que no importa el vínculo que el que reciba la donación tenga con nosotros, la cuestión es siempre la misma: la manipulación técnica de lo vivo.

Precisamente por la eugenesia no puede aceptarse que la modernidad sea una consecuencia de la secularización del cristianismo, si es que tal cosa existe. A la pregunta por el valor de la vida las respuestas son diametralmente opuestas, y no pueden reconciliarse en ningún momento. La respuesta del cristianismo no fue acoplándose a la tradición, sino que la tradición pudo crecer a partir de un hecho fundamental: la encarnación. Por eso no hay secularización. Y el cristiano ve que la caridad no tiene nada que ver con cuestiones semejantes a la donación de órganos. No puede mejorar lo que ya es bueno. Y sabe que él no es un cuerpo. La negación del suicidio va, en parte, de la mano con ello. Él no decide el valor de la vida. Puede decidir lo que hará en ella, pero decidirá sobre algo que ya le fue otorgado, y que no ha decidido previamente. Para el moderno es sensato “salvar” la vida con actos como ese, porque el valor de la vida está sólo en que se prolongue lo más que se pueda.

En algún lugar, C. S. Lewis decía que el amor a la familia llega al extremo de entrar en contradicción con la caridad. Es decir, que por él termina importando más lo que toca exclusivamente a mis deberes en familia. ¿No estará todo en el mismo circuito? Como hombres modernos, vemos la caridad en la salvación radical y material de la vida porque no nos creemos salvados de antemano. La muerte es un castigo y un dolor que es mejor evitar en nombre del amor, colándose la idea de la eugenesia como posibilidad de seguir en este valle de lágrimas. La caridad se disuelve aquí también en nombre de los afectos particulares y cercanos.  Se nos nubla que el acto caritativo es opuesto a la eugenesia en tanto que la caridad no hace de este valle de lágrimas el prado de los placeres. No es que la caridad sea el actuar conforme a naturaleza, porque no es un fruto del paganismo. Precisamente por ello, la resignación es distinta a la tranquilidad de los sabios epicúreos. La falta al amor no está en el fallo hacia la eugenesia.