La tentación por que salga la rebosante sabiduría de las aulas universitarias es mayor que el deseo por alcanzar dicha sabiduría. El mundo tiene muchos problemas, hay que resolverlos. El mejor método para resolverlos es analizando los problemas, diseccionándolos, subdividiéndolos y mandarlos a sus correspondientes áreas. En su correspondiente área el problema se subdividirá más y más. Estará tan subdividido que, si se llega a perder e irse a otra área, ya no se sabrá a qué sección perteneció en un inicio. Ya no se sabrá para qué se dividió, por ejemplo, en derecha e izquierda a las inclinaciones políticas. A lo mejor la división obedeció a una manera en la que se asumía un grupo para obtener adeptos frente a los del grupo contrario; o decidieron que como la gente volteaba al pasar la calle a la derecha y a la izquierda, supusieron que eran inclinaciones naturales al ser humano en su afán por orientarse en el mundo. A mí me da por pensar que las inclinaciones políticas se diferencian entre izquierda y derecha porque la mayor parte de las personas escribe con la mano derecha, entonces se vinculaba a la derecha con lo tradicional, con la usanza común, lo ya establecido y a la izquierda se les veía como lo diferente, lo nuevo, lo revolucionario. Fue una división simbólica, que básicamente diferenciaba a quienes querían manifestar que preferían conservar el régimen así como estaba y a quienes querían cambiarlo de manera radical. Pero ahora todos tecleamos con la mano derecha y la izquierda indistintamente. ¿Siguen siendo actuales dichas divisiones?
¿Para qué discutir entre las inclinaciones de derechas y las inclinaciones de izquierdas? La pregunta me surge luego de ver una discusión en Facebook entre profesores del área de humanidades. Tras leer más de cien comentarios (en promedio de una cuartilla por comentario), concluí que la finalidad de discutir eso era destacar que no se querían destacar a sí mismos los usuarios de Facebook (al menos los principales dos discutidores), sino comentar algo porque era muy importante (aunque no quedaba claro por qué era importante). Destacaban que ellos creían saber en qué consistía la diferencia, pues sus estudios (formalmente desviados de lo que estaban discutiendo) les permitían hacer divisiones para saber diferenciar como casi nadie podría hacerlo. Es decir, eran hábiles en el uso de los conceptos. Pero la finalidad de la diferenciación era una finalidad de aula en Facebook. Es decir, era una finalidad de anticuario; así como un coleccionista presume sus preciosas antigüedades, ellos presumían sus diferenciaciones. ¿Para qué comentar, por otro lado, los comentarios de los comentaristas? Para qué pensemos si llevar las discusiones políticas a Facebook no es como ponerle un vidrio diferente a la repisa del anticuario cuando se cree que se está realizando una discusión pública. Aunque las redes se usen con fines ajenos a las reflexiones políticas, sí puede creerse que se usan como simulacros educativos.
Yaddir