Cotidianamente se ve una constante competición humana por un opaco trofeo, una lucha que se realiza con dagas y palabras escondidas para atacar al incauto enemigo; por cierto, estamos en fechas perfectamente ilustrativas de ataques viperinos. Aunque el día a día también nos deja ver las honorables disputas por fugaces aplausos y delicias efímeras, no todas las competencias muestran la superación de los límites atléticos e intelectuales de la humanidad. Considerar a nuestros semejantes como si fueran nuestras víctimas o como nuestros rivales es diferente de considerarlos competidores, pues en el primer caso nos creemos delegados por una falsa superioridad al abuso y la ignominia que podemos causar; contrariamente, en el segundo caso, sabemos que nos atenemos necesariamente a ciertas reglas y se procura ganar sin dañar. También podemos considerar a nuestros semejantes como compañeros y como amigos, siendo la cordialidad y la mutua ayuda desinteresada características de éstas relaciones.
Pero la ayuda gratuita se dificulta entre los que quieren dominar, pues ellos sólo ven víctimas y enemigos, gente planeando estrategias por doquier, ejércitos, dagas, ataques, sangre; en breve: cancelan la bondad. Semejantemente, con mayor frecuencia en el día a día, vemos personas caprichosas, que buscan un tipo de complacencia que rechaza la posibilidad de escuchar desinteresadas y beneficiosas palabras. El caprichoso prefiere apenas competir por una fama muy reducida, aplausos débiles, provenientes de palmas que pueda estrechar, conformándose con los antojos que se le vayan presentando; a veces también puede antojársele alguna ayuda (a veces realmente la necesita), pero cuando se le antoja otra cosa o sacia sus necesidades con conocidos remedios, continúa con su resoluble existencia.
La buena conversación, entre enemigos, rivales, competidores y caprichosos, muy difícilmente puede lograrse, pues alguno de ellos siempre querrá ganar siquiera una pequeñísima moneda. Una buena conversación, me parece, sólo puede suscitarse entre aquellos que busquen ayudarse entre sí, entre amigos. Un amigo siempre buscará la manera de ayudar a sus amigos, pero esto no siempre resulta del todo fácil, no hay un instructivo. Aunque quizá lo primero que deba hacer, el que pretenda ser amigo, sea mantenerse alejado en todo momento de actuar como rival, competidor o caprichoso.
Yaddir