Se fue la luz

Un día, sin aviso previo, se fue la luz. De repente todo lo que hacía se detuvo en el tiempo y el silencio se convirtió en sonidos inteligibles: los susurros poco a poco adquirieron el brillo de los colores, y las vibraciones de cada objeto en pletóricas oraciones que anunciaban la proximidad del mundo.

Así, de repente, sin avisos ni nada, de manera silenciosa la luz se fue.

Con el apagón llegó la nostalgia, el recuerdo y a veces la desesperación, pero también llegó la calma.

Afortunadamente para el joven hubo aceptación, y para el viejo la calma, que suele ser una visita constante y visible en cada paso que da.

Así, sin previo aviso, se fue la luz de sus ojos, y todos lo que la perdieron aprendieron a ver de manera más profunda.

En la oscuridad, ellos lograron escuchar mejor al mundo surgiendo entre los abismos, y oculto para los que decían que sí podían ver.

Maigo

Ante las fauces del león

Sobre la existencia de mártires siendo devorados en el coliseo hay muchas dudas, algunos consideran que lo ahí ocurrido es falso, que son exageraciones de propaganda mal sana destinada a engañar a la gente sencilla.

Otros, en cambio consideran que la muerte por los leones y los suplicios del circo fue real, y que muchos murieron por defender su fe, hay santos en el calendario y libros atestados de muestras de firmeza y fidelidad incomprensibles para el pragmático.

De exactitudes históricas, respecto a persecuciones y castigos por amar al prójimo y abstenerse del militar servicio en tiempos de los emperadores, creo que no se trata la visión de los mártires.

Más bien creo que esas vidas que se nos cuentan y esos modos de muerte tan confiados nos dan cuenta de la posibilidad de gozo en medio de las dificultades más dolorosas y terribles.

No sé con exactitud cuántos de los que fueron arrojados a los leones, en los tiempos gloriosos del imperio romano lo fueron por ser cristianos, pero me parece que la visión de alguien que es capaz de sentir gozo y alegría, aún estando ante las fauces de un león hambriento, es digna de loa.

Vivimos tiempos complejos, el desierto crece, el silencio se apodera de nosotros con el ruido que no nos deja ni pensar, lo íntimo se vuelve público, y lo que debe ser público se esconde de la vista, además de que algunos cínicos sonríen y nos confunden con su desgraciado gesto, vivimos tiempos complejos porque no sabemos cómo vivimos.

Estamos ante las fauces de leones hambrientos, nos hace falta recordar que salvados ya fuimos y que hay muchas formas de vivir los últimos momentos en este circo en el que nos encontramos condenados.

Bien nos haría recordar, trayendo nuevamente al corazón, a ese sustento que mantenía en pie la fe de los primeros mártires.

Estamos ante las fauces del león

Epifanía de Pandemia

Para Israel

En medio del dolor, creo que sigue brillando la esperanza de encontrar la salvación en la hermandad, y en dar a Dios alabanza.

En medio de un pueblo pequeño, custodio de la tumba de Raquel, los sabios pretendían llevar regalos sin imaginar que el regalo era para ellos, pues vieron al Mesías guiados por la estrella de Belén.

Unos encontraron paz al seguir la estrella, reconocieron humildemente al rey en el pequeño, al dios hecho hombre en el ser fragil y al sumo sacerdote en la inocencia de los balbuceos del inocente niño.

Otros,en cambio, llevados por su avaricia persiguieron al inocente y lo hicieron culpable de haber nacido, se llenaron de soberbia y se pensaron inmunes a los designios divinos, en vez de paz prefirieron la división y culparon a unos niños de un crimen atroz, los condenaron a morir para evitar un magnicidio.

Con el paso del tiempo los condenadores de infantes de manera infame murieron y sus descendientes que a sus tronos se aferraron, junto a esos mismos tronos sucumbieron.

No crea el lector que mi esperanza se encuentra en la caída del Tirano, mi esperanza se funda en poder ver nuevamente al otro y llamarlo hermano.

Maigo

El mundo agotado

Mundo agotado

El mundo está agotado

su esperanza se acabó,

el agua de vida no mana

el manantial se secó.

El mundo está agotado

porque el desierto creció,

la fe quedó por un lado

sólo el llanto se quedó.

El mundo está agotado

vida nueva no hay más,

sólo muerte ha quedado

sin Cristo al hombre verás.

El mundo está agotado

por su gran falta de fe

el descanso es vedado

sólo vemos lo que ya fue.

Sin Dios el hombre muere,

poderoso se sintió.

Hoy el hombre solo perece

Su soberbia así lo dejó.

El mundo está agotado.

El hombre está cansado.

Dios está abandonado.

 Y sólo la soberbia quedó.

Maigo

Comentario al De las oraciones de Montaigne

Nunca me han gustado los escritos que justifican su importancia temática únicamente en la persona que los escribe. Si además carecen de un buen estilo, o de una idea que subyazca a la aparente vanidad del autor, el texto parecería que no resulta pertinente más que como vía de expresión de un particular. Muchos textos del ensayista francés Michael de Montaigne están escritos con esa explícita justificación. El penúltimo ensayo de su primer libro de ensayos, De las oraciones,  parece que implícitamente se justifica como un problema personal: la ayuda de Dios para la buena dirección del alma.

Bien se sabe que ese no es un problema que le incumba únicamente al padre del ensayo moderno; es un tema importante para un creyente y, creo, para todo aquel que quiera ser mejor de lo que sabe que es. Una mirada atenta a su ensayo explicará por qué considero que es un tema de Montaigne para Montaigne. Como cada que habla de la religión cristiana, el pensador francés justifica su reflexión señalando la importancia de las oraciones (aunque considera principalmente el Padre Nuestro), por eso quiere conocer su verdad. Empieza por criticar a aquellos que ven en las oraciones una especie de favor personal a Dios, quienes oran buscando únicamente su beneficio y posiblemente motivos perversos, sin considerar la justicia de Aquel. La crítica se vuelve mucho más específica contra una clase de creyentes que se entienden de dos maneras: aquellos que son devotos de puertas afuera, pero que en su fuero interno son malvados; la primera clase son los que compensan sus faltas con ruegos, la segunda son quienes descubren los beneficios públicos de mostrarse creyentes. Si hay actividades públicas en las que se peca por la labor misma, ¿para qué orar?, ¿para qué ora el malvado que va a seguir siendo malvado? Aquí se comienza a apuntar la dificultad de estar a la altura de la divinidad; se perfile la distancia entre el hombre y Dios. Esta idea se refuerza cuando se continúa con el argumento de que los Salmos no deberían halagar los oídos, no debieron haberse popularizado como si fuera una cualquier clase de canción, pues el saber divino no es para todos. Las escrituras no debieron haberse traducido sin vigilancia de la Santa Iglesia. Pues si cualquiera discute la palabra divina, ésta puede perder su importancia y animar la herejía.

¿Qué debe hacer el creyente común, aquel que no tiene la capacidad ni el tiempo para pensar en los asuntos divinos? Ser obediente de los preceptos que le han sido dictados. En este punto parece asomarse la crítica de que aquellos responsables de la dirección de las almas podrían comportarse de manera aún más alejada de lo que recomiendan, es decir, que podrían abusar de su autoridad. ¿Dirigir las almas es una responsabilidad política o religiosa, humana o divina? Pero el centro de su argumentación, y formalmente de su ensayo, es que la filosofía, o cualquier otra actividad humanística, deben mantenerse ajenas a la religión por la autoridad y superioridad de ésta. El ensayista muestra su inteligencia práctica citando a San Crisóstomo para justificar su argumento. Encima precisa lo que él hace: “Expongo ideas que son humanas y que son mías, meramente como tales ideas humanas, consideradas como cosa aparte, no como ideas decretadas y regidas por la ordenanza celestial en las que no cabe duda ni controversia”. ¿Puede hablar de la excelencia humana sin considerar a la religión?, ¿ensayar sobre los sueños, la conciencia, la política o cualquier asunto importante para los seres creados por Dios, puede hacerse sin que sea considerado, al menos lejanamente, como asunto religioso?, ¿Montaigne está justificando su ateísmo al decir que sobre los asuntos divinos nada se puede reflexionar? Si no puede pensar en temas relacionados con Dios y su Iglesia, ¿cómo sabe que son verdaderos?

La complejidad llega al máximo cuando, para responder a la objeción de que el malvado se acerca a Dios en busca de perdón, refiere al pagano Jenofonte, quien señalaba que el alma que reza a Dios debe estar en buen orden, enmendada y ser devota, de lo contrario sus plegarias serían pecaminosas. Contradice su indicación de no mezclar filosofía y religión. Se vuelve a contradecir cuando cita un versículo del Padre Nuestro en su idioma y se contradice nuevamente por interpretarlo él mismo. ¿Qué quiere decirnos Montaigne con estas tres contradicciones?, ¿el creyente no puede dejar de pensar los asuntos divinos por sí mismo dado que hay un texto con situaciones semejantes a las que vivimos y, si bien no lo entendemos en su completitud, hay algunos pasajes que podrían resultar clarificadores a nuestros conflictos cotidianos?, ¿le está dando la razón implícitamente al protestantismo o le muestra implícitamente a la Santa Iglesia una tarea a la que debe abocarse? Dado que no puede hacer ni lo uno ni lo otro, si su preocupación por acercarse a Dios en su condición de pecador es genuina (aunque se arrepienta y ore con devoción, él sabe que difícilmente no volverá a pecar), pensar cómo ser mejor cristiano es algo que está en buena medida en sus manos.

Las contradicciones continúan hacia la última parte de su ensayo. Haciendo uso de autores paganos, como los pitagóricos para precisar que tal vez sería bueno que las plegarias fueran públicas para precisar su probidad. Insiste en su idea de que de nada sirve orar si es con motivos perversos. Se ve inclinado a creer que los malvados oran principalmente pidiendo cosas malvadas. Parecería señalar la importancia de sabernos pecadores y saber que podemos ser mejores al momento de acercarnos con palabras a Dios. En su infinita Bondad está dispuesto a recibirnos como los pecadores que somos. No podemos apartar de nuestras reflexiones la fe.

Yaddir

La mujer más digna

La más digna de las mujeres se asumió como sierva, y sin presumir humildades se fue a atender a su prima, que estaba por dar a luz. Ella embarazada, y con el riesgo de ser señalada por una comunidad dada al juicio fácil, siendo la más digna se puso a cocinar y lavar pañales.

Tiempo después, al regresar a casa se enfrentó al peligro de ser rechazada, vilipendiada y hasta apedreada, pero la fe la mantuvo hasta el momento de dar a luz.

Siendo la mujer más digna entre todas, parió en un establo rodeada de animales y pastores, y en lugar de quejarse por este tipo de dolores guardó silencio y agradeció la bendición que recibió.

También calló al enterarse que una espada atravesaría su corazón, y al tener que dejar todo para irse en calidad de refugiada en tierras con costumbres y con una lengua extraña.

Pasó de ser madre a ser fiel compañera, una vez que su hijo tomó su camino y junto con él subió la terrible cuesta, e incluso lo bajó, lo bañó con sus lágrimas, y aún así la fe que la sostuvo nunca perdió.

Siendo sierva, sin ostentar una humildad palaciega, sin presumir de honesta, siendo oído atento más que voz cantante y siendo silenciosa más que discursiva respecto a la esperanza con la que vivía, María se convirtió en el refugio de los dolientes y arrepentidos.

La mujer más digna es la puerta del cielo porque nos enseña a tener fe a pesar de lo que vemos, calla al decir “hagan lo que mi hijo les diga” y nos acompaña al cielo que es real y no a la falsa promesa que se esconde tras las farsas políticas, tras reparto hipócrita de bienes y tras la búsqueda de amores comprados como aquellos que sólo puede recibir un Tirano.

Maigo

Progreso y olvido

Progreso y olvido

La expectativa del tiempo se convierte en una idolatría. El progreso es alérgico a la mención de lo eterno. La crueldad del progreso, señaló Gabriel Zaid, es la falta real de consuelo por la mitología que lo envuelve. Su paraíso se queda en promesa que habrá siempre de cumplirse en la tierra, pero en un momento que nunca se vive por nosotros mismos. ¿Será la fe un modo de vivir que se alienta principalmente de una espera de futuro más adecuado? No es el futuro lo que se espera, como no es el pasado y la autoridad tradicional la fuente genuina de la verdad. ¿Qué es desperdiciar el tiempo para la fe del progreso? La respuesta no es tan oscura. ¿No será el mayor dolor del tiempo perdido parecido al descubrimiento del arrepentimiento? Hoy sólo nombramos con esa palabra a los que nos lamentamos de no haber hecho. No hay pecado en el dolor por lo perdido, no obstante. El pagano sensato que no piensa en el arrepentimiento no es el nihilista que no se da cuenta de su frivolidad. Le es posible conocerse. ¿No tiene fe el pagano sensato? ¿Sería la fe del filósofo? Falso: la sensatez no requiere de filosofía. El rasgo distintivo del filósofo es su locura; no la insensatez, la locura. ¿No la fe que uno comparte con los hombres es determinante en nuestra apreciación de la locura? Sócrates veía locura en la ausencia de autoconocimiento, algo para lo que también puede perderse tiempo, o para lo cual el tiempo resulta irrelevante. Si el autoconocimiento no es vocación encontrada fácilmente, ¿qué fe subsiste a la destrucción?

 

Tacitus