Hace un par de días, mientras consumía mi tiempo curioseando en Facebook, encontré una noticia cuyo titular decía lo siguiente: “Dukan propone que los niños delgados puntúen más en los exámenes”. Tal título captó mi atención y como no tenía ni la más remota idea de quién era este tal Dukan –pues como diría mi abuelita: “en su casa lo conocen” –, de inmediato di clic al link y me dispuse a leer lo que esta persona tenía que decir al respecto. El artículo comenzaba diciendo que el susodicho era un nutriólogo francés famoso por su popular pero controvertida “Dieta Dukan”, la cual –habría de enterarme después– está basada en un alto consumo proteínico que si bien conlleva a la pérdida de peso, dicha pérdida está motivada por la fatiga que genera el alto consumo de proteínas, además de otros inconvenientes como problemas al respirar y mareos. La noticia continuaba con lo propuesto por Dukan, quien preocupado por el aumento de personas con sobrepeso en su país, plantea que las escuelas ofrezcan una optativa –y aquí supongo que se refiere a una pregunta y no a alguna materia– llamada “peso ideal” en los exámenes finales anuales, mediante la cual podrían obtener puntos extras si su Índice de Masa Corporal (IMC) se mantiene entre las medidas 18 y 25. Para aquellos que ya tengan sobrepeso, los puntos les serán otorgados incluso al doble si consiguen disminuir tal y mantenerse en el nuevo. Dukan considera que esta propuesta será un aliciente tanto para los jóvenes franceses como para sus padres, pues ambas partes están sumamente interesadas en que los primeros obtengan buenas calificaciones en el bachillerato y si con ello, además, van a perder peso, pues qué mejor.
Seguro habrá quien aplauda esta propuesta e incluso opine que debe implementarse también en nuestro país, pues sabemos de sobra que México encabeza la lista mundial en cuanto a sobrepeso y obesidad se refiere. No obstante, yo disiento de esta propuesta ya que no creo conveniente mezclar dos aspectos que si bien pueden llegar a relacionarse, tal vez hasta de forma estrecha, no tienen porqué confundirse; a saber: educación y salud. Si lo que se busca es promover que los estudiantes con sobrepeso bajen lo que tienen de más y aquellos que están en su peso, lo mantengan, que se diseñe un plan en el cual se contemplen consultas con un nutriólogo proporcionado por la misma escuela para que el estudiante que esté interesado pueda acudir con él, que incrementen las horas de ejercicio físico a la semana, que se le otorgue un reconocimiento al que haya logrado bajar de peso, o bien cualquier otra cosa que no tenga que ver con las calificaciones. ¿Por qué? Pues porque, hasta donde yo tengo entendido, las calificaciones sirven para evaluar qué tantos conocimientos tiene el estudiante sobre tales materias –y a decir verdad, a veces también dudo que las calificaciones sirvan para ello, pero eso es tema aparte. Empero, supongamos que se aprueba la propuesta; fácilmente cualquiera en su peso podría optar por no estudiar o no esforzarse mucho en la escuela y mejor dedicarse a mantenerse en él; no importa entonces que tal persona no vaya a lo que se supone que va a la escuela, al fin y al cabo que le dan puntos extras por mantenerse en su peso. Lo mismo podría pasar con aquellos que tienen sobrepeso: no esforzarse en la escuela y dedicarse a bajar los kilos que tiene de más –lo cual dicho sea de paso cuesta bastante trabajo–, ya que si lo consigue, le darán el doble de puntos y con que saque un 8 ya estaría del otro lado. ¿Y qué pasaría si los jóvenes con sobrepeso no consiguieran bajar esos kilos? Como si no fuera bastante ser tachados de gordos, también cargarían con el sambenito de ser “burritos” para eso de la escuela.
Como sea, ciertamente nada tiene que ver que una persona tenga 5, 20 ó 50 kilos de más con que sea inteligente o no, con que pueda aprender y sea capaz de adquirir conocimientos; si a ésas nos vamos, entonces las personas con anorexia o bulimia serían unos genios indiscutiblemente. Además, también me parece que el hecho de que una persona esté delgada –y en este ejemplo descarto a personas con anorexia, bulimia o cualquier otro desorden alimenticio– no quiere decir que por ello esté sana, pues bien puede conservarse así y con todo llegar a faltarle vitaminas, proteínas o cualquier otra cosa. Y nada más para aclarar, en el único punto que me parece que educación y salud llegan a tocarse es en que debemos aprender a comer balanceadamente; fuera de eso, no me viene a la mente otra relación entre ambos aspectos. Por eso, mejor “propongo corromper al puritano, espiar en la ducha a las vecinas” y si ustedes se preguntan qué tiene que ver esta propuesta con la de Dukan, pues así de absurda encuentro la relación que propone entre el peso y las calificaciones de los estudiantes.
Hiro postal
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