El honor y la gracia
Reivindicar el honor sólo será posible si la revelación no es necesaria. Si la revelación fuese necesaria, por reivindicación del honor tendríamos que entender la asunción del destino histórico y la ejecución de la acción definitiva. Siendo necesaria, la revelación se impondría fatalmente y en su imposición cancelaría la posibilidad de saberla verdadera: la revelación sería un acontecimiento del que no podría darse razón. Saber que la revelación es necesaria y no poder saber que es verdadera es negarse a pensar el problema de la razón y la revelación. Para que la revelación pueda ser pensada como verdadera, la revelación no debe ser necesaria.
Afirmar que la revelación no debe ser necesaria supone la idea de que la revelación es revelación de la voluntad divina. Si aceptamos que la voluntad divina se revela al hombre gratuitamente, es decir sin necesidad alguna, es posible decir que la revelación se otorga como gracia. La gracia sería la revelación como comunicación de la voluntad divina. Comunicación que no es ciclo comunicativo, sino principio de comunidad personal: el Dios revelado se comunicó en la Carne, asumiendo la humanidad. La comunicación como ciclo comunicativo pide pensar la verdad comunicativamente, esto es como veracidad; en cambio, la comunicación como principio de comunidad personal nos lleva a pensar de la verdad comunitariamente. La verdad comunitaria de la revelación trinitaria funda la Iglesia, sus actividades y a su feligresía, así como la comprensión de la revelación misma en la tradición y el magisterio. La gracia otorga al hombre comunidad y sabiduría. La gracia abre al honor su espacio en el intersticio de la sabiduría y la comunidad: el hombre piadoso.
Sin embargo, aceptar que el hombre piadoso ya es la reivindicación del honor no deja de ser problemático. Por una parte, siendo verdadero que la gracia funda la comunidad en la Iglesia, no queda inmediatamente claro si la comunidad eclesiástica ha de tomar el lugar de la comunidad política, o si Iglesia sustituye a la Polis. Si se entiende superficialmente la comunidad fundada en la gracia, tras la revelación ya no es necesaria la política. Y si la política no es necesaria, ¿por qué volvería a necesitarse del honor?
Más grave es el problema de la sabiduría. Si la sabiduría se origina en la gracia, no queda claro si tras la revelación es necesario seguir preguntando por la verdad de la revelación. Si no es necesario y la revelación asume de tal manera el logos que ya no es posible dar razón –pues al asumirse en la ensarkosis la razón fue completamente dada-, la revelación tornará necesaria e imposibilitará saberla verdadera. Si es necesario preguntar por la verdad de la revelación cuando se ha asumido que el Verbo se ha hecho Carne, la revelación no sería fuente de certeza y los que preguntan andarán por ahí buscando nuevos profetas. Si la revelación no es completa, no hay respuesta al problema de la razón y la revelación. Si la revelación es completa y la gracia es fundamento de la sabiduría, ¿para qué sería necesaria la filosofía? Y si no hay filosofía, ¿cómo saber si verdaderamente el honor ha sido reivindicado en el hombre piadoso?
Námaste Heptákis
Para no olvidar. Te invito, lector, a recordar tres aniversarios que retratan lo que somos.
- El 21 de junio se cumplen cinco años de la localización de 340 cadáveres en una fosa clandestina en Victoria de Durango. A la fecha, no hay identificación de los cuerpos, ni explicación oficial del caso. 340 mexicanos olvidados.
- El 23 de junio se cumplen cinco años del inicio de las pláticas del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad con los funcionarios federales en el Castillo de Chapultepec. El MPJD nos recordó el infierno en que vivimos; los funcionarios federales, entonces como ahora, intentaron administrar el infierno.
- El 24 de junio se cumplen cinco años del más grande secuestro masivo de migrantes centroamericanos del que ha dado cuenta el padre Alejandro Solalinde. A la fecha, no sabemos nada de esos desaparecidos. A la fecha, se sigue negando a esas víctimas.
Escenas del terruño. 1. El espionaje ya es legal en México y la autorización se puede otorgar oficialmente aunque no haya sospecha alguna contra quien será espiado. Avanza el Estado de fuerza. 2. Salvador Camarena comenta la confusa acusación de lavado de dinero que los funcionarios federales han formulado contra el líder de la CNTE en Oaxaca. 3. El señor Miguel Ángel Mancera niega, cándido, una y otra vez que los cárteles del narcotráfico operen en la Ciudad de México. Interesante la información que Héctor de Mauleón ha hecho pública sobre la criminalidad en la delegación Cuauhtémoc. 4. Se insiste en que los resultados electorales del 5 de junio muestran al voto como instrumento de castigo y que son un mensaje de que los votantes ya no tolerarán la corrupción. Puede ser, pero no creo que sea explicación suficiente. Seguiré de aguafiestas: el voto de castigo contra la corrupción no quiere eliminar la corrupción, sino que busca condiciones más favorables a la corrupción propia y se satisface en la esperanza de venganza pública. 5. Interesante el debate sobre las modificaciones a la propuesta ciudadana #3de3 entre Juan Pardinas, director del IMCO, y Pablo Escudero, senador por el PVEM. Nótese que al verde no le gusta la responsabilidad del verde.
Coletilla. Estimado lector, solicito tu invaluable ayuda hermenéutica. El pasado martes 14 de junio, la nota principal del diario Reforma comenzó así: «A cinco días de la entrada en vigor del nuevo sistema de justicia penal, el Ejército advirtió que su participación en hechos delictivos será sólo en compañía o en apoyo a las Policías locales». ¿Es un anuncio para tranquilizarnos o para preocuparnos? ¿Es el anuncio de la federalización del crimen? Ayúdame, lector.
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