Reflexión en torno a la unidad

Decir que nos une el descontento, la rabia, el enojo y el miedo, es creer que actualmente hay unidad. Pero el descontento, la rabia, el enojo y el miedo se presentan de diversas maneras y se desgastan con rapidez. Lo cual nos permite percibir que las molestias son insuficientes para unificarnos. Mucho menos pensando que es más fácil que saboteen cualquier intento de unificación posible que el que podamos manifestar la unidad. Parece que encontramos más razones para separarnos que para unirnos. Aunque, ¿por qué nos resulta imprescindible la unificación?, ¿creemos que unidos podemos igualar la fuerza que nos oprime? Quizá para unificarnos haya que ver la razón por la cual es buena la unidad, en caso contrario, la unificación es momentánea. Ni el ideal de la libertad justifica caminar encima de los muertos.

Quizá la metáfora del cuerpo humano para ejemplificar el cuerpo del estado nos suene lejos en la actualidad, pues ¿no vemos desacompasado lo que se piensa hacer el cuerpo con lo que se ejecuta y con lo que se puede ejecutar? Además, ¿no vemos un cuerpo débil ante los embates de los animales salvajes? Y si el cuerpo no se protege a sí mismo, si no protege hasta la cutícula, ¿no se comenzará a desmembrar a sí mismo y perderá toda posibilidad de unidad? La pregunta latente sigue siendo ¿qué le da unidad a ese cuerpo? Falso sería decir que nuestro cuerpo sólo se unifica de materia, pues la materia no decide hacia donde moverse. ¿Necesita una cabeza, alguien que la movilice y así pueda movilizar el cuerpo entero o personas que pongan en funcionamiento dicha cabeza? Si tan sólo la cabeza pudiera decidir cómo protegerse, cómo actuar y los métodos exactos para lograrlo, sólo haría falta un buen plan y la unidad tendría resultado. ¿Qué nos impulsa a mover nuestro propio cuerpo? La voluntad podría ser una respuesta. Aunque la voluntad no sirve sin una idea que nos permita alumbrar la finalidad de los movimientos corporales, pues si no regresamos a los inconvenientes de la acción por mera reacción violenta. Sin cuerpo, una idea que lo guíe y voluntad para lograrlo, la política fracasa.

Yaddir

Anatomía de la corrupción

Sin duda alguna, la corrupción domina la plaza pública. No sólo por ser una práctica recurrente en la política mexicana, sino por ser el problema con mayor atención. Diariamente en noticieros y periódicos hallamos noticias de culpables en actos de corrupción o índices sobre ellos. En ocasiones comienza una aventura por saber el paradero, por sacar de su madriguera al culpable, y una vez encontrado le quitan las pieles al zorro. Éstas se exhiben y pueden servir para elaborar recuerdos de la cacería. Para las campañas políticas resulta efectivo pregonar la captura de funcionarios corruptos; el candidato se muestra como figura de ruptura y probidad.Por su parte, los estudiosos igualmente concentran su atención en las instituciones carcomidas. La vida académica se robustece con las investigaciones y los análisis del fenómeno de la corrupción. Entre cifras y cifras, se descubre cuánto dinero se perdió con desvíos indebidos, cuántos programas sociales fueron afectados con esa pérdida, cómo las flaquezas impactaron en el crecimiento anual del PIB. Igualmente los estudios iluminan los diversos mecanismos realizados para triangular u ocultar dinero, es decir, así como salieron de la opacidad los involucrados, también lo hacen sus procederes. Las estadísticas traducen la historia reciente en información clara y asequible.

Frecuentemente ambos se entremezclan; los estudiosos publican en medios de gran difusión y las noticias relativas a la corrupción enriquecen las investigaciones académicas. Sabemos por ellos los sucesos recientes de corrupción, los modos en los engaños y hasta llegamos a deducir las posibles causas o contextos que los propician. Con precisión de relojero el fenómeno queda diseccionado. Las posibles artimañas o rutas ya están detectadas, lo cual es sumamente útil para las investigaciones judiciales. Reconocemos la desembocadura de los nervios o la importancia de la arteria para la circulación. A la par entendemos cuando el sistema no funciona correctamente; si la sangre no corre por haberse roto el conducto o haber una obstrucción.  En este sentido la enmienda es restablecer el funcionamiento, es decir, reparar el desperfecto para que el sistema del cuerpo no se interrumpa. Todo parece estar bien mientras los nervios conduzcan sus pulsiones y las articulaciones propicien el movimiento.

A partir de la analogía entre cuerpo y ciudad, sabemos que una esquema acerca de la corrupción es insuficiente. Las aparentes soluciones implementadas pueden ser efectivas al corregir el sistema, mas fracasan al desatender una verdadera causa. Los fiscales pueden encarcelar miles de implicados en actos de corrupción, aunque eso no detendrán que aparezcan otro mil más. Si bien es plausible que dichos actos salgan de la opacidad, no es suficiente con ello. La salud del cuerpo no se reduce a que todos los órganos cumplan con su función. En nuestro afán por hacer penitencias exhibicionistas o tener pronto resultados, peligramos en aceptar soluciones que se tornen problemas a largo plazo. Por ejemplo, ¿una oficina o instituto en contra de la corrupción no es un escenario propicio para la opacidad? Los puestos menores tienen el pretexto perfecto para caer en la corrupción. Tampoco tiene mucho alcance imprimir el diccionario de palabras cotidianas relativas a la corrupción; es la versión vulgarísima de los estudios académicos. Emprender solamente estas soluciones sirve para presumir una encrucijada por la virtud, a pesar que no tengamos convicción en ella. No curamos el cuerpo enfermo; la cirugía plástica hace parecer el cadáver con vida.

Lobos solitarios

Hay quienes como Hobbes se esconden tras su caperuza, buscando inútilmente el escondite perfecto mientras son devorados por el lobo que habita en el desierto de su corazón.

Maigo

De la moda…

The saddest aspect of life right now is that science gathers

knowledge  faster than society gathers wisdom.”
I. A.

Ciencia Forense. Ayer se anunció la más nueva y brillante licenciatura. Estudios no sólo de medicina, sino también de política, derecho y hasta psicología. Pero el título de ciencia nadie se lo quita. La ciencia, hoy en día, sigue siendo toda una autoridad. De la que pocos saben pero muchos reconocen como si fuera el Jefe del Estado Mayor Presidencial. Más que conocerla bien, en ella se confía y, sí, me atrevo a decir, que se le tiene fe. Así como a la religión o al Papa que últimamente tantos critican. Parece que un estudio o actividad vale más si tiene la etiqueta de ciencia por delante o por detrás. Vale lo que tenga un método bien definido y que pueda dar resultados claros y distintos. Así como –según- la Física y la Química. Ahora hasta la Sociología, Historia y Psicología quieren ser reconocidas como “disciplinas científicas” que son claras y distintas. Otra es la llamada Ciencia Política. Es, me dijeron una vez, el estudio sistemático de los fenómenos y las estructuras políticas. Fueron personalidades modernas las que buscaron hacer de la política una ciencia con el fin, claro, de tener un Estado bien logrado y perfectamente organizado; claro, distinto, sin crisis y siempre estable. Pero ¿se puede estudiar lo político de esta manera? Aunque la ciencia esté de moda, como dice mi mamá, de la moda lo que te acomoda. El hombre y su comunidad, me parece, nunca ha gozado o podrá gozar de una perfecta estabilidad. El hombre siempre viene llegando o va caminando hacia una crisis o inestabilidad. Son esas crisis las que permiten cuestionar lo que se toma por bueno o malo. Permiten preguntar por la justicia, la virtud o la bondad. Permiten, pues, que el hombre intente conocerse un poco más.

PARA APUNTARLE BIEN: “There are two ways in which a man may vanish – through being thoroughly conquered or through being thoroughly the Conqueror… For a man may vanish as Chaos vanished in the face of creation, or he may vanish as God vanished in filling all things with that created life. G.K. Chesterton en “Two Great Victorian Poets: I. Tennyson”

MISERERES: Peña Nieto y Mancera andan en el Vaticano. Lo más triste, dijo un economista mexicano, no es que se hayan ido, sino que ni su ausencia se siente ni su presencia se extraña. Acá en México la violencia no parece terminar; en el Estado de México –por Valle de Bravo- hubo una balacera que dejó al menos 10 muertos.  En Naucalpan hubo un muerto por un asalto a una pizzería. En Tlaxcala, hubo una explosión (de una camioneta) y hay por lo menos 27 heridos…Y, así, la lista sigue (curioso, por cierto, que de un tiempo para acá los periódicos como el Reforma que llevaban –y publicaban- un conteo de muertos y desaparecidos, cada vez lo hagan con menos frecuencia).