Si le pidiéramos a Dios la gracia para amar como él nos ama, viviríamos dispuestos al servicio con gratuidad, y corresponderíamos de algún modo a Dios, a sabiendas que no hay correspondencia posible, porque no es posible dar algo a quien tiene todo ya.
Pero, la posibilidad de pedir ese tipo de amor es poca, ya que vivimos buscando ser amados en vez de amar aunque nada se nos dé, buscamos correspondencias e intercambios y nos limitamos a recibir en lugar de entregarnos como Cristo lo hizo en la cruz.
Si hiciéramos o pidiéramos conforme a la voluntad del creador, no hablaríamos de las cosas buenas usando un imperfecto, pero imperfectos somos y parece que en ello nos confortamos para no hacer el bien o siquiera averiguar lo que éste sea.
Maigo