Ante un descubrimiento es posible sentir alegría o tristeza, el sentimiento que se exprese depende de la esperanza que se tenga respecto al carácter benéfico o perjudicial del descubrimiento en cuestión, con un encuentro afortunado no evitamos sonreír de la misma manera en que nuestro rostro muestra, a veces sin que así lo decidamos, el peso de un mal encuentro. Sin embargo, hay ocasiones en que la esperanza respecto a lo bueno o malo de lo que se ha descubierto nos deja ver como bueno lo que no necesariamente es así, haciendo del descubrimiento que inicialmente causó alegría una fuente de problemas y desencantos.
Cuando el viejo mundo encontró al que llamó nuevo mundo, consideró que había hecho un buen descubrimiento, de ahí que se festejara y se conmemorara el 12 de octubre de cada año. El hallazgo que realizaron los europeos una vez que se aventuraron a navegar hacia el occidente, cambió el modo de ver y pensar al mundo, y no sólo en lo referente a cómo cambiaron los mapas, pues también trajo consigo importantes discusiones, respecto al valor del individuo y de la sociedad a la que pertenece, que en algún sentido cambiaron el modo de pensar a lo bueno y a lo malo.
Una vez descubiertas las nuevas tierras, y el potencial económico de las mismas cambió el juicio sobre el bien, a partir de ese momento lo mejor es lo que se obtuvo de las expediciones y conquistas, aún cuando el intento por iniciar alguna desembocara en el desencanto que ocasionó la necesidad de trabajar también en el nuevo mundo. Baste recordar cuántos hombres en su afán por encontrar tesoros y riquezas ilimitadas perdieron hasta la camisa para terminar como ganaderos o agricultores, lejos de la patria y sometidos a los grandes peligros que supone encontrarse en medio de lo desconocido, aislados en buena medida del mundo y dependiendo de sus propias fuerzas y recursos para sobrevivir.
Así pues, el descubrimiento de nuevas tierras y recursos que permitieran la producción de riqueza provocó una fiebre tal en Europa que ésta acabó por enfermar, pues a mayor riqueza de unos cuantos individuos, mayor era la duda respecto al valor de la comunidad. En la necesidad de desprenderse de ésta para salir a encontrar aquello que más valoraba la misma, el individuo comenzó a afirmarse como un ser que en soledad sólo ve por sí mismo, de modo que la unión con el otro, si no puede ser de sometimiento ha de ser sociedad, donde se busque el mayor beneficio para ambos, sin tener que sacrificar el propio.
De esta manera resulta que el festejo respecto al descubrimiento de América, es la fiesta de la individualidad, pues el hombre que busca vivir bien necesita salir primero de la comunidad a la que pertenece para convertirse en un ciudadano del mundo que no se une al otro más que para obtener aquello que considera bueno, que a falta de raíces en una comunidad deja de ser la excelencia para ser la capacidad de sobrevivir solo con los propios recursos.
Maigo.
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