Encerrado

Llevaba encerrado mucho tiempo, no sabía cuánto, aquí los días se sienten diferentes, son diferentes. Todo me parecía simple y complicado, mi habitación, la comida, las pláticas siempre de lo mismo, mi vida. Mi vida se compone sólo de recuerdos; ahí los recuerdos te asaltaban en cualquier pasillo, llegaban repletos de tiempo, de escenas, de vida; sólo los recuerdos se sentían, ellos tan alegres, tan libres. Aunque recordando no veía por qué estaba ahí; no debía estar ahí. Nunca fui muy aventado, siempre razonaba cuidadosamente todo lo que hacía, mis planes eran casi geométricos. Me divertía pensar que la consciencia nos golpea con todos los recuerdos hasta arrepentirnos de haberlos procesado. Pero recordar nos da sentido; una segunda oportunidad.

Cuando no volvía la mirada hacia atrás, no me sentía acompañado. No era que me importara estar con alguien, ni que anhelara la presencia de alguien más, sólo no vi a nadie a mi lado. ¿Habré estado con alguien? No sé. Sé que no estaba en completo silencio, había ruidos; nunca quise darles ningún sentido. Una vez, en la noche, vi a lo lejos como que algo se movía, luego una gran iluminación. Todo sucedía a lo lejos. No quise involucrarme; además, quizá sólo fue un sueño, quizá nunca pasó nada, quizá en otro sueño fui liberado.

Yaddir

Vivir de pan

Te hizo pasar necesidad, te hizo pasar hambre, y te dio de comer maná, que ni tú ni tus padres habían conocido, para mostrarte que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios es vida para el hombre.

Dt. 8,3.

Hay hombres que sólo viven de pan, y pareciera que no necesitan otra cosa para ser felices que la satisfacción de lo que necesita el cuerpo; se trata de individuos que presumen su independencia y que toleran la presencia de otros sólo porque les resulta fastidiosamente indispensable para poder seguir comiendo.

Quienes viven sólo de pan presumen una independencia que no tienen, pues creen que mientras trabajen la tierra tendrán lo que requieren para sonreír en la vida, pasan la vida entre el lodo y temen que algún día ese mismo lodo se los trague, porque saben que el cuerpo muere y que no hay pan terreno que le de vida permanentemente. Estos hombres buscan en la tierra lo que no le pertenece, pretenden que la vida eterna es en realidad una vida permanente y llena de placeres sensibles, confunden lo temporal con lo eterno y al pan duro y seco con el que en realidad da una vida diferente; llena de incomodidades y hasta de dolores, pero repleta de amor y satisfecha.

Vivir sólo de pan es fácil y cómodo, aunque parezca contrario al hecho de tener que ganarlo con el sudor de la frente, pues el confort y la inmediatez acompañan al individuo que huye de las dificultades con tal de sólo comer. Comiendo solitario el hombre que vive de pan pasa una vida en la que nace solo y solo muere, comiendo pan y bebiendo vino trabaja y se divierte, pero vive siempre temiendo a la muerte, siempre huyendo y sintiendo que de no ser por unos cuantos momentos la vida y el trabajo no valdrían la pena.

 Maigo.

 

 

 

 

Entre el fuego y el agua

Bajo el calor del sol ardiente y junto al agua que da la vida, se encuentra, cual caña mecida por el viento, el hombre: siempre sediento, siempre necesitado, a veces solo y casi todo el tiempo estéril. El calor abraza y el agua refresca, y de momento parece más deseable la segunda respecto del primero, pero quitando al calor, el frío, que convierte en piedras a los corazones, no se hace esperar y el agua se estanca, y endurece tanto como las rocas, se requiere de ambos para que el hombre viva y pueda sentir la brisa que lo mece suavemente y le permite ver que no está solo, que hay otras cañas esperando para dar fruto.

Es muy difícil aceptar la fragilidad y la necesidad, en especial cuando lo que parece gobernar al hombre es su carácter individual. Sin embargo; a pesar de estas dificultades hay quienes consiguen moverse con el viento y cantar a los demás sin que ese movimiento exija abandonarse en medio del bullicio que hay en un mundo solitario.

Me parece que El Bautista, fue uno de esos pocos que se atrevieron a cantar al otro desde una soledad muy distante al individualismo, mostrando con su vida que el hombre vive entre el fuego del sol ardiente y el agua que da la vida, sufriendo calor y sed y aliviándose con la refrescante esperanza de que algún día el desierto dará fruto en abundancia.

 Maigo

 

 

Conocimiento legal

Cuando la ley viene de Dios importa conocerlo para saber obedecerla; cuando la ley viene de la voluntad del hombre, se debe conocer al hombre para entender si es mejor obedecer o no. Pero cuando la ley viene de individuos que por no tener fe no buscan a Dios y por no trabajar no buscan al hombre se vive como si fuera mejor hacer caso omiso de lo que la ley pudiera decir.

Maigo.

El individuo que vence a la raza.

Ante un descubrimiento es posible sentir alegría o tristeza, el sentimiento que se exprese depende de la esperanza que se tenga respecto al carácter benéfico o perjudicial del descubrimiento en cuestión, con un encuentro afortunado no evitamos sonreír de la misma manera en que nuestro rostro muestra, a veces sin que así lo decidamos, el peso de un mal encuentro. Sin embargo, hay ocasiones en que la esperanza respecto a lo bueno o malo de lo que se ha descubierto nos deja ver como bueno lo que no necesariamente es así, haciendo del descubrimiento que inicialmente causó alegría una fuente de problemas y desencantos.

Cuando el viejo mundo encontró al que llamó nuevo mundo, consideró que había hecho un buen descubrimiento, de ahí que se festejara y se conmemorara el 12 de octubre de cada año. El hallazgo que realizaron los europeos una vez que se aventuraron a navegar hacia el occidente, cambió el modo de ver y pensar al mundo, y no sólo en lo referente a cómo cambiaron los mapas, pues también trajo consigo importantes discusiones, respecto al valor del individuo y de la sociedad a la que pertenece, que en algún sentido cambiaron el modo de pensar a lo bueno y a lo malo.

Una vez descubiertas las nuevas tierras, y el potencial económico de las mismas cambió el juicio sobre el bien, a partir de ese momento lo mejor es lo que se obtuvo de las expediciones y conquistas, aún cuando el intento por iniciar alguna desembocara en el desencanto que ocasionó la necesidad de trabajar también en el nuevo mundo. Baste recordar cuántos hombres en su afán por encontrar tesoros y riquezas ilimitadas perdieron hasta la camisa para terminar como ganaderos o agricultores, lejos de la patria y sometidos a los grandes peligros que supone encontrarse en medio de lo desconocido, aislados en buena medida del mundo y dependiendo de sus propias fuerzas y recursos para sobrevivir.

Así pues, el descubrimiento de nuevas tierras y recursos que permitieran la producción de riqueza provocó una fiebre tal en Europa que ésta acabó por enfermar, pues a mayor riqueza de unos cuantos individuos, mayor era la duda respecto al valor de la comunidad. En la necesidad de desprenderse de ésta para salir a encontrar aquello que más valoraba la misma, el individuo comenzó a afirmarse como un ser que en soledad sólo ve por sí mismo, de modo que la unión con el otro, si no puede ser de sometimiento ha de ser sociedad, donde se busque el mayor beneficio para ambos, sin tener que sacrificar el propio.

De esta manera resulta que el festejo respecto al descubrimiento de América, es la fiesta de la individualidad, pues el hombre que busca vivir bien necesita salir primero de la comunidad a la que pertenece para convertirse en un ciudadano del mundo que no se une al otro más que para obtener aquello que considera bueno, que a falta de raíces en una comunidad deja de ser la excelencia para ser la capacidad de sobrevivir solo con los propios recursos.

 

Maigo.