La ventana indiscreta

Existe un descrédito incuestionable en los medios de información. No es sorprendente. Anteriormente esos medios casi no podían cuestionarse públicamente. En muchos países eso los convirtió en una máquina de propaganda gubernamental. ¿Con qué medios masivos podía ponerse a prueba lo que decían? La propaganda contraria era fácilmente falseable por esas mismas empresas. Con un SmartPhone se sustituye sin tanta tardanza lo que hace cualquier medio de información: informar. No es casualidad que el negocio de los medios ya no tenga el mismo poder que antes. Pero la facilidad para informar no es directamente traducible a la veracidad para informar. Al contrario, cualquiera, sin el más mínimo criterio, ni una línea informativa, dice lo que sea sobre lo que sea. La responsabilidad sobre cómo se difunde determinada información se ha perdido. ¿Qué se hace ante la sospecha de que en la casa de enfrente se cometió un asesinato?, ¿se va a la casa a investigar qué fue lo que pasó, sin ninguna clase de metodología o una somera idea del alma humana, o se postea en redes que en tal lugar vive un asesino responsable de quién sabe cuántos crímenes? Partiendo del supuesto de que sí se haya cometido un asesinato en el lugar sospechado, ¿cómo se comprueba que el asesino no usó el sitio y luego escapó?, ¿qué pasaría si se culpa a una persona parecida, y se fabrica a un falso culpable, para que las redes, que quizá estén clamando justicia, crean que con su actividad se vive en un mundo más justo? Al ser una actividad empresarial, los medios tienen compromisos económicos con inversores, publicistas y otras personas, y deben ser lo más fidedignos que puedan para no perder credibilidad. ¿Qué pierden quienes postean lo que quieran sobre quienes quieran?, ¿se plantean lo que pueden provocar con lo que creen informar? La información puede ayudar a la vida pública de la misma manera que la puede perjudicar.

Yaddir

Datos confusos

La pandemia del nuevo Coronavirus nos ha llevado a ponerle mucha atención a los medios de comunicación. Nos enteramos de su baja mortandad, así como de las acciones tomadas por cada país para evitar, en la medida de sus posibilidades, contagios. En varios países el virus ha contagiado de pánico a la población. Compran víveres como si se creyeran que la cuarentena será por un tiempo infinito en lugar de indeterminado. Algunos sugieren que el pánico es culpa de los medios de información. ¿Son responsables de las compras desmedidas quienes informan a cada hora sobre la situación de un virus poco conocido? Además de informar de la manera más veraz posible ¿los medios de comunicación tienen alguna otra responsabilidad sobre la población? La rivalidad entre noticieros, portales, periódicos y tuiteros, ¿tiene daño colateral en las decisiones de quienes compran sesenta rollos de papel? Porque sin los medios muchos no se informarían de dónde se han presentado los contagios, cuántos han sido, cuál es la población más vulnerable así como el reporte de las muertes (el cual es bastante bajo). Sin esos datos, tal vez viviríamos como vivíamos antes de conocer la existencia del virus. Con los riesgos que eso implica. Pero también son esos datos (como las imágenes de las medidas tomadas en otros estados ante el Coronavirus) los que provocan una extrema precaución en la gente. La internet nos brinda mucha información. Todos los que tenemos acceso a internet hemos consultado muchos y muy variados datos. Pero en muchos sitios la información es imprecisa, tendenciosa o sencillamente falsa. En una situación tan peculiar como la presente, ¿es perjudicial nuestra tendencia a creer casi todo lo que vemos en la red? Nuestro desconocimiento sobre virus y epidemias, sumado al desconocimiento que se tiene del virus presente, ¿nos vuelve susceptibles de creer más fácilmente lo que leemos en cualquier portal?, ¿le creemos más a lo que comparte nuestro amigo de redes que a las autoridades gubernamentales porque nuestro amigo nunca nos ha mentido y de las autoridades desconfiamos constantemente? A esto hay que sumarle que los intereses políticos, sean de los que detentan el poder o de los que quieren detentarlo, podrían dar una opinión tendenciosa que acreciente la confusión. En este caso, tal vez sea preferible hacerle caso a los medios de información consolidados, pese a que no sean infalibles. Si hubiera virus y no medios de comunicación relativamente independientes de intereses políticos, ¿estaríamos condenados a creerle todo al gobierno?

Yaddir

Bits envenenados

El internet ha cambiado el modo en el que nos relacionamos con otras personas. El ejemplo más evidente es que me están leyendo de lejos. Una persona puede subir una foto con alguna peculiar intención a sus redes sociales, como el sentirse mejor (según una respuesta común), y ser vista con otra intención. Hay una amplia cantidad de programas con los cuales pueden husmear en nuestra computadora o desde nuestra computadora; en una sola computadora se puede almacenar información de miles de personas. También se puede jugar a ser parte del cuarto poder; cualquier persona con un teléfono inteligente puede jugar a ser un medio de comunicación.

El presidente de México dijo que, dada la tecnología actual, cualquier persona era un medio. Creo que no se refería a que las personas se hubieran convertido en herramientas debido a la tecnología. Quería desdeñar la labor de los medios de información, pues cualquier persona puede informar sin obedecer a ningún tipo de compromiso empresarial. Eso le quita credibilidad y en consecuencia influencia a los medios tradicionales. Ya no se puede decir cualquier cosa de cualquier persona porque el pueblo honrado saldrá en su defensa; es preferible creerle a una persona que no tiene intereses políticos que a una empresa. Al menos esa es la forma de pensar del referido funcionario. Claro que la internet puede ayudar a cundir información falsa y perjudicial mientras dan la apariencia de ecuanimidad, más si se hace junto con otras personas que compartan la misma ideología. Se pueden tomar fotos de diversos perfiles en las redes sociales y crear otros perfiles para sembrar discordia; así se golpea doble. Difícilmente habrá consecuencias para aquellos que se dedican a afectar a otras personas; probablemente los afectados sí sufran consecuencias. Aunque quizá esto sea una manera extremista de pensar a los usuarios que juegan o intentan ser periodistas. A no pocos medios masivos de información se les acusa de dar noticias a medias, mostrando la perspectiva desde el modo más perjudicial para una persona o un grupo de personas. Muchos podrán percatarse de la trampa, pero no pocos creerán la información aunque sea incompleta. De un funcionario tan conocido como odiado se dijo en alguna ocasión que era un alcohólico. Nunca se le ha visto públicamente ebrio, no hay ni foto ni video, ninguna evidencia apunta a que le gusta emborracharse. Además, la persona que dijo eso sobre él apoya a políticos de partidos contrarios. Se obtiene más fama inventando rumores de las personas odiadas que diciendo la verdad de las personas queridas.

A diferencia de otros géneros, en el periodismo sí es importante saber quién dice lo que dice, casi tan importante como lo que se dice, pues quién lo dice determina la finalidad con la que se dice. Es sumamente difícil saber si lo que se nos está contando en internet, que no cuente con el respaldo de saber quién o desde donde se dice, sea verdad (durante la estancia del avión que llevará a México al ex presidente de Bolivia Evo Morales en Paraguay, se rumoró que varios países de América Latina no querían prestar su espacio aéreo; tras tres horas en Asunción, el avión cruzó por Brasil; se rumoró que ya no iba Evo así como que sí iba). La internet borra la identidad.

Yaddir

Función matinal

Cuentan algunos, que en ese tiempo vivieron, que tras la muerte de Augusto el turno de gobernar llegó a manos de Tiberio. Dicen que el nuevo César rechazó de Emperador el nombramiento, que públicamente desistió de hacerse llamar padre de la romana patria y que salvo por sus actividades privadas solía ser bastante sosegado, al menos al principio de su gobierno.

Lo que importa de lo que cuentan, aquellos que vivieron bajo el régimen de Tiberio, creo no son los excesos o su capacidad para dejar en el erario varios millones de sestercios. Creo que lo que puede resaltar más en ese gobierno es el debilitamiento del Senado mediante inconvenientes nombramientos.

Tiberio como gobernante, a un lado hizo las leyes y modificó las costumbres de tal modo que la posibilidad de elección se le fuera quitando al pueblo, más decían las aclamaciones en el circo sobre el bienestar de los romanos que la participación en las asambleas que determinarían sus pasos.

Con circos y espectáculos Tiberio mostró que lo que gobernaba era a un grupo de cerdos, complacidos con los placeres y dejando de lado las libertades que los convertían en pueblo, en lugar de asambleas los romanos acudían a ver cómo es que entre algunos se mataban en honor al gobernante que decidía hacer más cómoda la estancia en la arena en la que se celebraban los juegos.

Tal pareciera que el éxito de Tiberio consistió en liberar el gusto de la gente por lo espectacular y lo grotesco, en medio de los espectáculos circenses a muchos opositores juzgo y condenó a que fueran muertos.

Estando en el siglo en el que estamos, los pueblos se transforman en hatos de cerdos, dejan de lado la asamblea y lo que en ella se puede cuestionar en serio, prefieren los espectáculos vanos: llenos de chistoretes y descalificaciones, llenos de batazos y términos beisboleros. Es como si nadie quisiera saber cómo estamos o si nos llevan a un despeñadero.

Maigo.

La suavidad de la poesía

La poesía es la joven bella que todos admiran pero muy pocos están dispuestos a casarse con ella. En su mayoría la contemplan en lo alto y algunos valientes confiesan su amor. Otros la ven con extrañeza y no saben por qué comparten la misma habitación. Con dificultad podemos discernir qué significa la poesía. Abrumados por rimas y metáforas, nos vemos incapaces de ofrecer una respuesta satisfactoria. En tanto que no podemos explicarnos y aparece como algo extraordinario, tendemos a menospreciarla o minimizarla.

El desinterés puede observarse, por ejemplo, en estadísticas de venta o poniendo atención en las librerías y sus visitantes (sean o no asiduos lectores). Entre los clásicos tres libros y medio que lee el mexicano por iniciativa propia, encontramos novelas o los pertenecientes a la superación personal y financiera. Sus lecturas van desde historias próximas al cine, narraciones para señoritas de alcurnia o consejos para hacerse rico en los bolsillos y en el alma. Varias librerías lo saben y apuestan a ello: la publicidad de esta clase de libros adorna los lugares y los estantes parecen preferir rellenarse por ellos. Los publicistas saben bien que la poesía no vende. El nicho de mercado es demasiado pequeño para obtener alguna ganancia.

A primera vista resulta ajena a nosotros, debido a que ninguno propiamente es poeta. Los vericuetos placenteros y densidad en lo cantado puede colmar la paciencia de muchos. Se desesperan ante lo dicho por el poeta y lo desestiman ante la pérdida de tiempo. Bajo esta percepción reluce un modo en que entendemos la lectura. Frecuentemente aceptamos a los libros como medio de información. Leer serviría para saber algo nuevo, adquirir un conocimiento o enterarnos de algo que desconocíamos. Muchas campañas pretenden promover la lectura a partir de este propósito. La lectura no sólo sería un pasatiempo, quedaría avalada por su utilidad en la formación del individuo (aunque no sepamos qué clase de individuo estamos forjando). En este rubro la poesía resulta estorbosa. A pesar de que los amantes queden endulzados por el canto, la aportación poética resulta mínima. Tal vez sea otra manera de mencionar algo, un modo ingenioso para decirlo, sin embargo para brindar información puede resultar hasta problemático.

Para considerar los libros como medios de información, el modo en que hablamos y escribimos debe prestarse para ello. Entre más claro sea lo escrito, habrá mayor facilidad en su lectura. Sería exitoso el medio si resulta accesible para todos; una puerta que no es necesario empujar mucho para ingresar al cuarto de riquezas. La poesía podría verse como un juego literario, ingenioso, que no se tomaría muy en serio. Al menos como medio informativo, como libro, no cumple su fin. En dicho caso los poemas podrían tener la utilidad de hablar de sentimientos y emociones humanas. Adornar las palpitaciones del corazón y honrar nobles experiencias que tiene el poeta. Aun así, la poesía hablaría del fuero interno y no sería información valiosa como podría obtenerse en otros lados. Nos apabulla con su belleza la dama, pero no la vemos digna de cuidar nuestra casa.

Buscar por información clara y directa hace parecer a la poesía un circunloquio molesto. En el momento donde queremos que las palabras sean saetas certeras, resulta problemático que algunas vuelen como gorriones. A pesar de ello, la poesía permanece sutilmente entre nosotros, por mucho que la menospreciemos. Quizá tendamos a restarle importancia, pero a marchas forzadas siguen publicándose poemarios y en algunos sigue naciendo el deseo por la poesía. Incluso el mismo gusto y hasta devoción por canciones reluciría que no la hemos abandonado. Sopla en el viento aunque a veces su paso sea imperceptible. Si no sirve para las ventas ni para informarnos o cultivarnos, ¿por qué la seguimos leyendo o escuchando? A partir de estas ascuas cabría reflexionar acerca de nuestra posible experiencia poética.

Moscas. Los estudiantes del IPN no veían resueltas sus demandas y el paro de clases persistía. Recientemente se decidió reanudar clases, aunque aún falta la ratificación de cada plantel. Ante esto, surge una versión interesante de quién agitaba la movilización. Un futuro candidato sería capaz de poner en aprietos al gabinete federal.

II. Habiendo dando un vuelco, uno de los famosos Porkys ha sido capturado. Con un auto de formal prisión, Enrique Capitaine espera (¿o apelará?) sentencia definitiva. Ante ello, por medio de redes sociales, su padre promueve las pruebas en defensa de su hijo. Mientras tanto Javier Fernández denuncia hostigamiento en su contra.

III. La subestimación de los problemas propició los reinados de terror en estados como Guerrero, Michoacán y Tamaulipas. ¿Sucederá lo mismo con el anteriormente pacífico Baja California Sur?

IV. Ya que hemos mencionado a Tamaulipas, en estas semanas nos hemos enterado de la deserción de varios candidatos por la presión del crimen organizado. Hace años el mandato actual empezó con el pie izquierdo y estas deserciones sólo prueban que no se cumplió la mentira de prometer seguridad a los tamaulipecos.

Y la última… Semana tras semana, Luis González de Alba ha promovido la entrega de la medalla Belisario Domínguez a Gonzalo Rivas Cámara. Como bien se apuntó el sábado en el blog, la semana pasada el columnista formalizó la petición. Y, alguna vez lo dijo con justa razón, eso sería poco.

Carmín