El artificio de la perfidia
Siete cuentos morales es una obra maestra. El sexto de sus capítulos, intitulado “Mentiras”, exhibe en la acción y la palabra el problema de la integridad. Integridad problemática en la acción humana. Integridad problemática en las palabras de los hombres. Problema de la integridad desde la forma misma del capítulo. Coetzee integra perfectamente la imposibilidad de la integridad exhibiendo el artificio de la perfidia.
“Mentiras” se compone de tres partes. La sección central es un diálogo, los flancos son cartas. Los personajes del diálogo son Elizabeth Costello y su hijo. El remitente de las cartas es el hijo de la novelista australiana y el destinatario es la esposa del hijo. El diálogo es el tema de ambas cartas. El diálogo alimenta las cartas; por las cartas entendemos el diálogo. La comprensión integral del capítulo depende de lo silenciado en las tres secciones. Si hay integridad, silenciar debe ser posible.
La primera carta nos informa que el hijo visitó a la afamada escritora en su choza española tras una caída que deterioró la salud de la anciana. Por el hijo sabemos del estado de salud de la Costello, de la genuina intención de su visita y de su disposición ante la madre y la esposa. Respecto a la madre, el hijo ha de operar tácticamente para plantearle la necesidad de internarse en una institución en que administren su vejez; el hijo sabe que para salvar la integridad de su madre necesita mentirle. Respecto a su esposa, el hijo ha de presentar la gravedad de la situación de su madre, al tiempo que ha de disimular lo central de la situación. ¿Por qué disimular ante la esposa? Quien coincide con el hijo y la esposa en la necesidad de administrar la vida no reconoce con facilidad el segundo disimulo: acepta la táctica ante la Costello, pero le desconcierta la táctica ante la esposa. ¿Por qué? Lo que el hijo oculta a la esposa es la presencia de los gatos en la choza española. El hijo le miente a su esposa y cubre su mentira con una referencia que, según espera, ocultará la omisión: pregunta si acaso Penélope no tenía una cama similar a la de Elizabeth Costello. La esposa de Odiseo espera en la castidad; Costello pasa sus días alejada de sus libros. En la carta, los gatos son sustituidos por los libros; la erudición suplanta a las ideas: Costello ya no puede tejer y destejer. Y la esposa, aficionada a la erudición filosófica, verá con buenos ojos la castidad intelectual a la que Costello se ha visto obligada. Para el moralista, la privación de la locura por las ideas preserva la integridad. El moralista es un realista que reconviene a los idealistas a una casta integridad. Odiseo siempre será inmoral.
La parte dramática del capítulo presenta dos momentos en que la estrategia del hijo llega a su límite, ambos relacionados con la muerte de Costello. En el primer momento, en la preparación de la propuesta para administrar la vida, el hijo pide a la madre considerar qué hubiese pasado si tras su caída no hubiera recibido atención médica. Para el hijo, la situación límite es la falta de previsión; para la madre, la situación límite es la muerte. La incapacidad para prevenir es situación límite de quien confía en su propio poder. La muerte, por su parte, es límite no por la ausencia de poder, sino de vida. ¿En verdad podemos administrar la vida? El segundo momento, tras presentar la propuesta, se da como respuesta a los argumentos del hijo contra la terquedad de la madre. El hijo quiere presentar la gravedad de la situación de la madre, pero sin mencionar la muerte. La madre ataja: quiere la verdad sin rodeos. La muerte nunca es la verdad sin rodeos. Sólo para el realista la muerte es mera muerte. Quien cuida las ideas sabe que la muerte ataja a los hombres y que por ello el cuidado se describe con el rodeo de la preparación para la muerte. El hijo, como el realista, como el moralista, desespera por el absurdo de la madre. La perfidia es desesperación de la integridad.
En la segunda carta, la perfidia se evita con la promesa de la integridad. El hijo escribe nuevamente a su esposa. Le cuenta la discusión con su madre, le comunica su exasperación, su sorpresa ante la verdad sin rodeos. En la carta leemos lo que el hijo no se atrevió a decir a su madre. En la carta leemos la súplica del hijo para que la esposa se comprometa con él: en su momento, allá en el futuro, no se mentirán y se dirán la verdad sin rodeos. La integridad será garante de la promesa. La promesa del realista disipa el terror de la soledad. La integridad produce la apariencia de que nunca más será posible la mentira. La integridad produce la apariencia de una comunidad segura. La comunidad del realista, perfectamente moral, es segura, pues es el triunfo de la administración en un mundo sin ideas. ¿Para qué vivir enamorado poniendo en riesgo la integridad? A veces la moral se presenta como un triunfo sobre la perfidia. A veces la peor perfidia es la integridad.
Námaste Heptákis
Escenas del terruño. 1. ¡Ah, los profes! Dicen los señores del Observatorio Filosófico de México, en carta publicada ayer en La Jornada, que la estrategia contra la inseguridad se ha de complementar con la enseñanza de la filosofía. Así, junto a la militarización, se ha de enseñar filosofía desde preescolar hasta la vejez escolarizada. Según los profes, la filosofía combate la inseguridad, la corrupción, la ignorancia y la enajenación. Obvio, el anuncio se acompaña de una carta dirigida al nuevo sátrapa: los profes quieren chamba. 2. Pues sí, se modificó la ley para que Paco Ignacio Taibo II pueda dirigir el Fondo de Cultura Económica. Las fuerzas progres se dieron cuenta que la ley era discriminatoria. Curioso: la ley se propuso originalmente por las fuerzas progresistas que, tras el exilio español, quisieron garantizar que los altos puestos quedaran en manos nacionales. Qué curioso, cuando lo progresista fue bloquear a los maestros españoles nacionalizados mexicanos se promulgó una ley discriminatoria; cuando lo progresista es promover a un español nacionalizado mexicano, se modificó la ley. Pura vacilada, pues. 3. Gabriel Zaid explica los problemas del programa editorial que planea el nuevo régimen.
Coletilla. Fernando García Ramírez ha visto el futuro.