Y el frío sigue…

Extra, Extra.

Al invierno le gustó quedarse,

ya casi es primavera

y no da muestras de retirarse.

Yo creo que escuchó las quejas

de sendos ecologístas,

que hablan sobre calentamiento

mientras deboran salchichas.

 

Extra, Extra.

Al invierno le gustó quedarse,

y con todo y que ya es marzo,

tardará para marcharse.

Los corazones congelados

gustosos sienten el frío.

Hacen falta dos maderos

y del amor el abrigo.

 

Extra, Extra.

Al invierno le gustó quedarse,

ya estamos en cuaresma:

y el amor no haya donde alojarse.

Hay mucho frío en el corazón

la pascua va a retrasarse.

Quizá mediante la confesión

suceda que el invierno acabe.

 

Maigo.

 

La magia del cine

Con mucho cariño para C. S., por haber hecho el sueño realidad.

Según me cuentan, hubo un tiempo en que mi abuelo trabajó en un autocinema, por lo que mi abuela, mi mamá y mis tíos asistían con frecuencia a dicho lugar. Mi mamá dice que en ese entonces se proyectaban dos películas por función y con ello hacían tiempo hasta que mi abuelo salía de trabajar. Por supuesto que yo sabía cómo era un autocinema: lo llegué a ver varias veces en distintas películas –¡qué ironía!, ¿no?–, pero cierta y desgraciadamente nunca estuve en uno, pues a mí ya no me tocó esa época.

Yo soy generación Cinépolis-Cinemex, en la que ir al cine consistía en consultar la cartelera, hacer fila para la taquilla, comprar tus boletos, entrar en una sala cerrada con palomitas y refresco en mano, buscar los mejores lugares y entonces hacerte de ellos para ahora sí disfrutar de la película. A últimas fechas esa rutina ha sufrido de algunas modificaciones, pues ahora escoges tus lugares en el mismo momento en el que compras los boletos para ya no tener que pelear a muerte por ellos cuando entres en la sala, lo cual –a mi parecer– le quita cierto encanto a eso de ir al cine.

Sin embargo, como lo retro está de moda, hace ya algún tiempo que inauguraron un autocinema en la Ciudad de México. Desde que tuve noticia de él quise ir por mera curiosidad, para ver qué se sentía estar en un autocinema y vivir la experiencia como en su tiempo la vivió mi familia, así que cuando di con alguien que nunca había ido al autocinema y tenía tantas ganas de ir como yo, no rechacé la propuesta.

Decidimos, pues, que iríamos a la función de Scott Pilgrim contra el mundo, ya que a ambos nos gusta mucho esa película, cuya proyección estaba programada para las nueve de la noche. El autocinema está ubicado en Santa Fe y si bien mi acompañante suele andar por esos rumbos, dado que jamás habíamos ido, nos fuimos temprano por si acaso se nos presentaba algún contratiempo y aunque sí se presentaron algunos pormenores, para nuestra buena suerte, a las 8:30 p.m. ya estábamos formados para entrar.

Ambos estábamos muy emocionados y es que desde la entrada te vas sumergiendo en la magia que desprende el lugar. El autocinema te recibe con un anuncio estilo vintage donde tiene escrito su nombre y enseguida verifican que tu boleto sea para la función del día. A continuación, te señalan el camino que deberás seguir para ubicarte dentro del recinto junto con la bocina que llevará el sonido de la película al interior de tu automóvil. Una vez que te has ubicado en el sitio que te corresponde puedes bajar de tu auto para comprar comida y bebidas, ir al baño, ver la tienda de souvenirs o rentar una shisha para fumar mientras ves la película.

Después de ir al baño, el cual también está ambientado con el estilo vintage del lugar, fuimos a comprar unos nachos y una malteada para mí y una hamburguesa con papas y refresco para él. Cabe mencionar que todo sabía demasiado rico, no como la comida de los cines normales, la cual no siempre es muy buena. Curioseamos un rato en la tienda de souvenirs y luego nos dirigimos otra vez al coche.

En cuanto a la película, lo llamativo del asunto es que puedes verla desde la comodidad de tu auto o bien hacerlo desde los distintos asientos que están dispuestos hasta el frente a una buena distancia de la pantalla y lo bonito de estar afuera es que puedes disfrutar de la noche acompañada de algunas estrellas, lo cual le da un toque especial y romántico a la experiencia. Nosotros, por ser la primera vez, nos quedamos adentro del coche, pero acordamos que si volvíamos a ir definitivamente probaríamos la otra manera.

Como sucede con todas las películas, al principio salen los comerciales y las futuras proyecciones, pero en esta ocasión los comerciales también eran retro, lo cual me pareció un excelente detalle porque de cierta forma te ambienta en esa otra época real de los autocinemas, y una vez que terminan entonces sí puedes prepararte para que empiece la película, la cual tiene su respectivo intermedio, y cuyo inicio es anunciado con la cuenta regresiva típica de las películas viejas.

¡Qué Cinemex ni qué nada! Esto sí es la magia del cine…

Hiro postal

Gripa inf-vernal

Muerto viviente

te sientes cuando ataca

cruel y sin piedad.

Hiro postal

Revisitando a Homero

Copiando sin vergüenza las revisitaciones de Námaste Heptákis, les comparto mi traducción de un pedacito que me fascina de la Odisea (XIX, 203 – 212). Odiseo disfrazado de mendigo le cuenta a Penélope, su esposa que no se ha dado cuenta de la treta, noticias falsas sobre el destino de su marido.

Él con engaños le habló asemejando verdades:

Oyendo vertía ella su llanto, su piel derritiendo

cual nieve que ya se derrite en las altas montañas,

el Euro templado derrite y el Zéfiro lleva,

y así derretida se encauza colmando los ríos:

sus bellas mejillas así derretía con su llanto,

llorando al esposo allí junto. Y luego Odiseo,

dolióse del ánimo, por su mujer, compasivo;

mas como de cuerno o de acero selló bien sus ojos,

y sin un temblor en su rostro el sollozo detuvo.