Una breve provocación

No hay mayor rebeldía que una mujer, en descanso de sus deberes y pasatiempos convenidos, se ponga a escribir en la intimidad de su alcoba. A pesar del fervor que genera entre literatos, es una rebeldía desapercibida entre los comportamientos más disruptivos. Posiblemente esto ha hecho que la discreción austeniana sea expuesta a una luz que se esmera en iluminarla en completa claridad. De no ser aclarada, las historias de Austen se perderían en ficciones dirigidas a señoritas de alto entendimiento o enredos que despiertan una sonrisa propia de una contertulia al anochecer. La única razón para abrirle la galería de la fama histórica es la elegancia y novedad en el retrato de los sentimientos humanos. Dicha invitación es relativa, dado que esta novedad se descubre únicamente en la comparación con las costumbres y obsesiones de su época. En vez de ser una escritora clásica, es la señorita más rebelde de su tiempo.

La Gran Austenóloga británica, Kathryn Sutherland, destaca en Amor y amistad la irreverencia de una autora que, en un futuro, entregaría a heroínas comprometidas con el ingenio y la libertad. Desde esta obra temprana, se reconoce la genialidad e inconformidad con los lineamientos morales que se encuentran las obras consagradas. Particularmente, entiende Amor y amistad como una parodia fina de tantas obras epistolares que buscaban la correcta instrucción de las señoritas. Mientras veía que tías y madres regalaban esta clase de obras a las jóvenes, seguramente a Jane Austen le parecía ridícula la devoción femenina puesta en ellas. A observación mía, esto se comprueba desde el mismo título. Sutherland pone como ejemplo de obra epistolar a Letters on the Improvement of the Mind Addressed to a Young Lady (Cartas para la Mejora de la Mente dirigidas a una Joven Señorita)escrita por Hester Chapone. El título largo y formal contrasta con el corto y sencillo que encabeza la obra temprana. Desde el título, Austen previene sobre la pomposidad en la conducta de damas y caballeros.

No obstante, el mismo título guarda una ambigüedad contraria. Es clara la distinción frente al título formal, pero ¿no podría ser un dulce envenenado para caprichosos y sentimentales empedernidos? Un título así, con sentimientos tan vivos y naturales, gana confianza en quien su vida es conducida mayormente por las pasiones. Señoritas ansiosas en busca de un marido, o fortuna; jóvenes dispuestos a engañar y fugarse con la más bella de la casa; mujeres histéricas contenidas por la enredadera social; hombres deseosos de cumplidos a su imagen y persona. Las desventuras de Laura y Sofía son amargas y, a la vez, excitantes para corazones dolientes que prefieren perecer a no desobedecer a la Fortuna. El género no es excusa; la mujer no es sexo débil. Vistas las pasiones de esta manera, las deficiencias de una instrucción conservadora obviamente se muestran. Exagerar la libertad denuncia la prisión de la moral. Sin embargo la sutileza austeniana recompensa al juicioso lector.

Cabe poner atención a ciertos sucesos. Laura acepta casarse con el primer prometido en fuga que encuentra. Su gallardía y tenacidad por perseguir sus deseos, la arrojan al matrimonio. Refugiándose del trato grosero y la discordia de los familiares, arriban a la casa de Augustus y Sofía. El primero también se soltó de los grilletes parentales y, sustrayendo con gracia el dinero de su padre, se marchó con el amor de su vida. Lamentablemente su igual refugio se viene abajo con el aumento de gastos por la otra pareja. Así los amores vivaces se ven obligados a separarse y el refugio queda embargado. Hacia el final, Sofía sufre de dolores atribuidos a un resfriado que atrapó (probablemente estaba más vulnerable por las cuitas sucedidas después del embargo de la casa). En una escena donde hay pena y lágrimas, Laura menciona que la lección dejada por su amiga es evitar los desfallecimientos continuos. Pese a ser refrescantes y gozosos, debilitan la constitución. Desde actos irresponsables hasta adversidades inesperadas, la melancolía los hace pasar como sucesos trazados malignamente. La rebeldía juvenil se torna madurez caprichosa que esconde el problema moral.

En la carta tercera Laura presume su excelsa formación. A pesar de ello, jamás imaginó las complicaciones del mundo. Efectivamente la instrucción de ser señorita no fue suficiente para vivir. Sin embargo no es el rechazo a cualquier tipo de educación. Austen es provocadora no por burlarse de las buenas costumbres, sino por otras razones que no se ven al quedar enamorados por su rebeldía. Al contextualizar Amor y amistad, Sutherland encuentra la ironía aparentemente crucial. En vez de ser cartas formativas, Austen se propone elaborar un manual de conducta perversa.  Como lectores civilizados que buscamos ser, de antemano imaginemos que su inteligencia excede a los reclamos fatuos. Jane Austen no es la misma clase de mujer que Laura.

Ebenezer Scrooge

“Selfishness must always be forgiven, you know,

because there is no hope for a cure”

J. A.

Se rió. “Eso que dices son puros cuentos. Así es el mundo, aunque tú no lo quieras ver” –me dijo. Estos días, parecen tontos los que se atreven a cuestionar el llamado “egoísmo natural”. Eso, ha de pensar más de uno, sólo lo hacen los desobligados que creen que el tiempo sobra. Pero como no entendía, le pedí al burlón que me explicara bien. No se enojó, me insistió que mirara bien: que no había ningún sustrato ni fin último, que cada quien íbamos  y veníamos como mejor nos parecía, como mejor nos placiera o menos nos doliera. Los hombres así, le contesté, son una verdadera verbena. Y me dijo que sí. Que ni modo, que así era. Que así como a mí me gustaba el amarillo y a él el rojo vivo; así a todos nos gustaban miles de cosas diferentes y variadas. Que hasta en una misma persona, los gustos nacían, morían y cambiaban casi como parpadear.  Hoy podía  comprar un coche, mañana detestarlo y cambiarlo por una bicicleta hípster por la moda de no contaminar. Unos quieren coches, otros quieren casas, otros más, ropa y zapatos; éste es el único cuento que no se va a acabar. Aunque hubiera gustos diferentes, todos al final eran placeres. Somos egoístas porque, en el fondo, no nos importa nada ni nadie más. Nos importa sólo seguir viviendo y seguir satisfaciéndonos. Por eso tanta corrupción, por eso todos quieren pasar primero y se meten en las filas cuando están formados o manejando. Se había burlado de mí y quizá tenía razón. Se había burlado de que le dijera que, así como había mil ejemplos que comprobaban el egoísmo, había otros mil que lo negaban. Se había burlado de que le contara que el señor Scrooge, aunque satisfacía todos sus placeres, no era feliz. A pesar de su explicación, yo seguía pensando que era cierto.  Cuando jugaba fútbol, una vez me regañaron por pedirle perdón al del equipo contrario porque le había pegado. “¡¿De qué lloren en tu casa a que lloren en la suya?!”-me gritó el entrenador. Y así ha de haber mil frases que apoyan y defiendan al egoísmo y al placer como ejes de nuestros movimientos. ¿Tendrían razón todos éstos? ¿Nuestra humanidad y felicidad consiste en ser egoístas, satisfacer placeres y nada más? Yo no sé si todos los defensores de esta supuesta felicidad, hayan tenido alguna vez un amigo. Bajo esos términos no sé cómo puede existir la amistad. Resulta, además -y esto es tal vez lo más triste y peligroso- verdaderamente tortuoso, no sólo explicar, sino vivir en comunidad.

PARA APUNTARLE BIEN: “The world says: «You have needs — satisfy them. You have as much right as the rich and the mighty. Don’t hesitate to satisfy your needs; indeed, expand your needs and demand more.» This is the worldly doctrine of today. And they believe that this is freedom. The result for the rich is isolation and suicide, for the poor, envy and murder.” ― F. Dostoyevski en Los hermanos Karamázov

MISERERES: En este marzo, según datos de los periódicos y del INEGI, se dio la inflación más alta desde hacía diez años (.73%). Frutas y verduras, por ejemplo, incrementaron poco más de un 10%. Subió el huevo, el petróleo y hasta los servicios para el celular. Por otro lado, cada vez es más el ruido sobre la censura a periodistas políticos: censuraron a Mariano Barranco en Radio Centro y, en Veracruz, a una periodista que cuestionó el premio al gobierno Javier Duarte (se le reconocía, curiosamente, la “protección y defensa a los periodistas”). El Gobierno sigue prometiendo “transparencia”. Este artículo es sobre esto: http://www.sergioaguayo.org/html/columnas/Cuentasmochas_030413.html.