La política polariza. Los políticos, más que ser expertos en realizar acuerdos, se han vuelto expertos en aprovechar la polarización política. Los medios parece que ayudan a marcar las posturas ideológicas, aunque los políticos en el ejercicio de sus funciones dejen de lado sus convicciones. Pero más que en los medios, quizá se vea con mayor oscuridad las opiniones sobre política en las redes sociales. Lo masivo de dichos espacios nulifica cualquier posibilidad de encontrarle forma a las posturas que se teclean por ahí. Las opiniones de un tuitero de izquierda a veces están tan alejadas de la izquierda misma, como la tierra del sol. Sus ideas rondan todos los espectros políticos, contradiciéndose así en cada tuit; incluso hasta un mismo tuit puede ser contradictorio sin intención aporética alguna. Algún tuitero criticaba que uno de los reporteros que participó en la investigación de La Estafa Maestra (la mejor investigación periodística del sexenio en México) estuviera reclamando sobre el fideicomiso que ayudó a Morena en las elecciones y que no se fijaran en lo hecho por Javier Duarte (el único enjuiciado por dicha investigación).
Pero no podemos echarle la culpa a las redes del modo en el que se manifiestan las opiniones públicas, pues sería como suponer que las acciones ya no influyen en nuestras ideas políticas. Por ejemplo, el político del momento en México se contradice día a día en sus conferencias públicas, que tanto medios como redes sociales siguen con devoción, como aquellos absurdos tuiteros. ¿Su pretensión de transformar al país ha comenzado con los tuiteros, quienes lo emulan con profunda humildad y admiración?, ¿se estará aprovechando d la manera en la que se dicen las cosas en redes para llegarle de mejor modo a los chavos?, ¿podría ser el caso que se quiere aprovechar de la confusión política para quedar bien con todos? Mejor aún, ¿aprovecha la confusión ideológica, así como la estimula, para que nadie le pueda criticar ninguna de sus estrategias políticas? De todos modos, ha dicho tantas cosas, se ha entrevistado con tantas personas influyentes, sin todavía ejercer el poder, que su verdadera influencia no está en lo que hace, sino en lo que parece hacer.
El generalizado desdén a la acción política, a la acción pública, no es simplemente culpa del mal uso de la tecnología o del actuar de los políticos; puede encontrarse en creer que lo justo es reclamar y creer que los poderosos son los únicos que pueden actuar. El mayor desdén a la política es no preguntarse por el modo más justo de actuar.
Yaddir